“Desde 2012 –cuenta Silvia R. Pontevedra en El País, bajo el título ‘Historia de dos juezas acosadas’–, la juez que desmanteló una presunta mafia de proxenetismo y corrupción policial en la Operación Cariocay removió los cimientos de una comandancia, ha tenido que cambiar sus rutinas. Dejar un grupo al que acompañaba tocando la guitarra (su gran vocación) y cambiar incluso varias veces la parroquia a la que iba los domingos con su marido. Actualmente, según allegados, se mueve con escolta. Se la asignaron por las amenazas de cariz personal y contra su familia, sufridas desde que mandó a prisión a los cabecillas de la trama, entre ellos el proxeneta José Manuel García Adán y el cabo de la guardia civil, Armando Lorenzo Torre. Según fuentes de los juzgados, se han llegado a ‘detectar seguimientos incluso desde vehículos oficiales’ hacia las jueces Pilar de Lara y Estela San José. Las amenazas, vejaciones, insultos, pintadas denigrantes y calumnias difundidas para dañar (o destrozar, como en el caso de San José) sus vidas privadas, son constantes.
En 2013, Miguel García Gesto fue imputado y detenido por amenazar e insultar a De Lara en público. El calvario vivido por Estela San José, magistrado del Juzgado de Instrucción nº 3, por el acoso que padeció a través de los foros de Internet, quedó recogido en la declaración que prestó en el Juzgado nº 1, tras denunciar a J.M.B., en marzo de 2009. El perseguidor, aquella vez, era el mismo guardia civil que, supuestamente, se esconde bajo el nick 60Folios, aunque entonces lanzaba sus ataques bajo otros disfraces, tales como Habemus o Tiodelavara, desde un cíber perfectamente identificado. .
Actualmente, J.M.B., que fue denunciado por San José y se libró del juicio al límite tras reconocer los hechos, está de nuevo imputado, junto a dos personas más, en otro procedimiento penal por presunto delito de injurias, amenazas y calumnias contra las dos magistradas, iniciado a finales de 2010 apetición del fiscal jefe de Lugo. En febrero de este año, instruyó un atestado contra De Lara por presuntas prácticas irregulares. Al final, el agente en cuestión reconoció su “enemistad manifiesta” con la juez y se abstuvo, pero la denuncia llegó a los juzgados en papel oficial de la Comandancia. El documento llevaba membrete de la Dirección Generalde la Guardia Civily sello oficial de la Comandancia de Lugo, pero un mando del cuerpo aseguró que se trataba de la iniciativa de un agente “a título individual”, fruto de la “autonomía” que tienen para girarlas. Y el instituto armado se desvinculó de la denuncia presentada. Un par de años antes de meterse con De Lara, Tiodelavara, representante sindical en el cuerpo, la emprendió con San José, después de que la juez ordenase detener, en contra del criterio de los guardias civiles, a otro agente que había sido denunciado por violencia machista. A partir de ahí, según relató la instructora en su momento, se dedicó a minar su relación con otro agente, propagando infundios. Los rumores llegaron incluso a la Guardia Civil en Madrid. Según San José, la gravedad de los mensajes deterioró su vida de pareja hasta romperla. Fueron “dos años de auténtica tortura, de ver que la vida se viene abajo, que todo el mundo te señala y no por tu labor profesional”.