Historia de dos orillas

Por Fran Teran

Por: NAWFAL NADI


CEIP GUZMAN EL BUENO. 5ºB


Mi pueblo está en Marruecos, se llama Kenitra.
Un día, mis padres decidieron venir a España y ahora vivo, de lunes a viernes, en la Residencia Escolar Guzmán el Bueno.


Tarifa supone estar separado de mi familia, pero cada vez lo llevo mejor, pues sus gentes, costumbres, paisajes... son parecidos a los míos.


Muchas tardes salimos a correr con el director de mi Residencia a la playa de Los Lances, y disfruto viendo esa arena fina y blanca que nunca acaba, pues llegamos al Río Jara y la playa no tiene fin.
Pienso en “Said Aouita” (paisano mío) y ronda por mi cabeza poder ganar una medalla de Oro, como hizo él en los Juegos Olímpicos de los Angeles. Porque si lo consiguió entrenando en las playas de Kenitra ... ¿por qué no yo en las de Tarifa?


Viajo con frecuencia de Tánger a Tarifa, y lo primero que veo al llegar es un gran gigante piedra que recibe a todo el mundo, el Castillo de Guzmán el Bueno.
Cerca veo también la Isla de las Palomas, el punto más cercano de Europa a Africa, y que se llama Punta Marroquí.


En alguna ocasión he visitado la Iglesia de San Mateo (donde los tarifeños van a rezar). Sus techos son muy altos y los sostienen grandes columnas. Sus ventanales están llenos de cristalitos de todos los colores que le dan una luminosidad grandiosa.


En Kenitra rezamos en una mezquita muy grande que tiene dos plantas.
Me encanta la comida tarifeña. Mi abuela hace el mismo puchero que la cocinera del colegio, sólo que le echa un poco de col.


Los pasteles de Bernal son exquisitos, pero llevan algo menos de azúcar que los “xuparquías”. Así engordan menos.


Llegué a Tarifa con once años. Ahora ya tengo catorce, y no me importaría quedarme muchísimos más.


¡¡¡ME GUSTA ESTE PUEBLO!!!