Si Gérard Jugnot ya se dedicó a luchar contra los nazis durante la ocupación francesa -Mr. Batignole-, ahora en Rosa y negro emprende una cruzada rosa contra la intolerancia española de la época de Felipe II, contra un aristócrata -Juan Diego- y, por supuesto, la Inquisición -casi en plan La loca historia del mundo-. No descubrimos nada si decimos que es una película vanal, pero no deja de ser curiosa, como mecanismo de acercamiento al pasado. Es la mirada buenista, muy de la primera década del siglo XXI -no sabemos si de la siguiente-. Casi nos dice más sobre nuestra época que sobre el pasado al que se intenta acercar. Al mismo tiempo nos refresca la memoria sobre la leyenda negra y la imagen predominante en el exterior de la españa imperial. Así como Tarantino en Malditos bastardos busca la venganza de los judíos, aquí es un mariquita tópico quien emprende la cruzada contra la intolerancia española -perseguidora de homosexuales, judíos, moros y protestantes-. Jugnot juega de nuevo a ser el bueno que salva el mundo. Todos los tópicos sobre la España terrible de la época de Felipe II están representados, desde el enfoque francés -que, por otra parte, también tuvo su Noche de San Bartolomé-. Enfin, una comedia a la que quizá se le pueda sacar algún partido para clases de 2º ESO. Yo no me atrevo a despreciarla en su totalidad, porque me parece interesante como forma de asomarse al pasado sin complejos, con todos prejuicios buenistas y megatolerantes de hoy.