Reseña mía del libro:
La ciencia, tal y como la conocemos hoy, germinódurante el Renacimiento, gracias a la crisis del modelocosmológico de Aristóteles, que era el oficialmentereconocido como válido por la autoridad ideológica dela época, la Iglesia de Roma. La llamada Revolucióncientífica, cuyos protagonistas fueron Bruno,Copérnico, Brahe, Galileo, Kepler y Newton, es uno delos periodos más interesantes de la historia delconocimiento humano, y por ello ha sido objeto deintenso estudio y cuenta con una amplísima colecciónde escritos dedicados a ella desde finales del sigloXIX. Sin embargo ha faltado una dedicación igual aépocas anteriores, al menos desde el punto de vistade la divulgación de los investigaciones más eruditas.La ciencia occidental tiene su semilla en las épocasclásica y media de nuestra historia, pero estosperiodos, quizá por quedar en segundo plano ante elrenacentista, quizá también por carecer de grandeslogros desde el punto de vista de la física moderna, nohan sido tan divulgados por los historiadores de laciencia.
El libro de Lindberg viene a compensar tantadesigualdad. Su propósito abarca desde la prehistoriahasta los comienzos de la crisis del aristotelismo, yhay que decir que tamaña ambición acaba porperjudicar el resultado de esta obra, aunque era desdeluego necesario poder presentar la física medievaldoscientas páginas después de la física de Aristóteles,de la que es hija (tal vez ilegítima). La parte dedicadaa la ciencia antigua merecería una mayor amplitud, esdemasiado sintética, e incluso no va más allá de loque en cualquier manual de filosofía puedeencontrarse. No obstante, sirve de introducción a laparte dedicada a la ciencia medieval, mucho mejortrabada, plena de detalles y continuas referencias asus orígenes clásicos.
Por otro lado, Lindberg reflexiona simultáneamentesobre el significado de la ciencia como actividadhumana sometida a la historia. La palabra "ciencia" nodebe confundirnos, pues ni los antiguos ni losmedievales, y mucho menos los prehistóricos ejercíanlo que hoy tenemos por científico, ni pretendíanhacerlo. No eran "científicos errados", sino gentesinteresadas en conocer su entorno natural, enocasiones con intereses divergentes de los nuestros ya través de métodos que desde Galileo seríanrechazados. Practicaban una forma de acceder almundo (real o no) tan poco experimental como pocoexperienciales son las actuales ciencias llamadasempíricas. Lindberg insiste en esta cuestión: eltratamiento histórico de la ciencia antigua exige unamentalidad relativista, una adaptación a la lógicaantigua y a la ausencia de lógica prehistórica. De estaforma se puede apreciar que los "errores" antiguos nolo son tanto, y que sus aciertos consiguen quedescubramos cuán próximas están sus inquietudes delas nuestras. Al fin y al cabo, los auténticos problemasde la ciencia, como el origen del cosmos, siguen sinser resueltos.
Publicada en Lateral, julio-agosto 2003