Historia de Más Médicos

Publicado el 12 diciembre 2018 por Santamambisa1

Es sorprendente cuán lejos puede llegar un «gracias» y las diversas formas en las que puede reflejarse. Este testimonio —que resume una relación más profunda que la de médico y paciente— aparece en el periódico brasileño Jornal imagem, y abraza la gratitud de quienes ahora sufren la ausencia de su doctor. Son esos pequeños grandes detalles los que hacen la diferencia; historias, por supuesto, que no cuentan los grandes medios de comunicación.

«Cuando el programa Más Médicos era muy cuestionado, Colinas confió, habilitó el municipio y tuvimos la felicidad de contar por cinco años con grandes profesionales como Alexander y su papá. Usted nos sorprendió por su profesionalismo, competencia, dedicación, ética, trabajo y dinamismo. La comunidad siempre elogió el trabajo desempeñado por usted, doctor Alexander.

«Usted plantó semillas muy profundas en este jardín, y hoy vemos los frutos. Conquistó el cariño y el aprecio de nuestro querido pueblo. Algunos profesionales ultrapasan la barrera de los consultorios, y nos hacen personas mejores, nos enseñan a ser quienes queremos ser de la mejor forma posible, y eso fue lo que usted hizo».

Así lo dijo la concejal Justines F.G Magagnin, en representación de la prefectura de Colinas, estado de Río Grande del Sur, cuando escribió en el Jornal imagen, una publicación que en su perfecto portugués ha viajado ahora hasta el municipio artemiseño de San Cristóbal, pues Alexander Simón Hernández, especialista de Primer Grado en Medicina General Integral, entendió con mucha rapidez que «mis pacientes estaban por encima de todo e hice el juramento de llegar a Brasil a salvar vidas».

Por lo que cuenta el periódico citado esa promesa se cumplió y se extendió más allá de la Unidad Básica de Salud (USB) donde estuvo el joven doctor. «Nosotros —expresó en otro momento la Concejal— aprendimos mucho del equipo de salud con sus enseñanzas, la simplicidad, el respeto con que trató siempre a todos, lo que nos hizo crecer como seres humanos, profesionales, engrandeciéndonos con sus gestos y sus actitudes. Siempre compartió humildemente con nosotros sus conocimientos, mostrándonos que la vida no siempre puede ser simple, y que debemos sentirnos orgullosos de lo que hacemos.

«El mundo está lleno de diversidades y es eso lo que lo torna único. Usted marcó nuestras vidas, buenos recuerdos estarán siempre en nuestro día a día. Gracias, Alexander, por haber pasado por nuestras vidas. Este momento no es una despedida y sí un hasta pronto, pues estaremos de brazos abiertos para recibirlo siempre», concluía el mensaje, evidencia de que las palabras no bastan para reflejar la admiración y el respeto por el desempeño humanista y profesional de nuestros colaboradores, y también el dolor de quien sabe que ha perdido algo valioso, irrepetible.

Con el Cubanito

Alexander llegó a Colinas el 5 de julio de 2017 y, por esas coincidencias de la vida, ocupó el mismo sitio que antes tuvo su padre: Roberto Alexi Simón Rojas, quien permaneció en el municipio desde 2014 hasta mayo de 2017. A diferencia de su progenitor no fueron pocos los contratiempos vividos por este joven, pues muchos lo miraban con recelo por su juventud. Allí, él y un médico brasileño consultaban a casi 2 500 habitantes.

«Es que la población cree medir la calidad de un médico según la edad. Por suerte, al transcurrir poco tiempo ya cambiaron ese pensamiento y recomendaban atenderse con el cubanito, como muchos me decían cariñosamente», expresa, y explica que eso lo consiguió desarrollando un buen trabajo, poniendo en práctica «lo que aprendemos en Cuba: trabajar con el paciente de cerca, escucharlo, atenderlo, mirarlo.

«Consultaba en las mañanas y hacía terrenos en las tardes, pero si alguien lo necesitaba lo visitaba cualquier día. Esa práctica la comenzó allí mi papá y me demostró que así se consigue un mayor vínculo con la familia, con sus costumbres…, un camino esencial para entender muchas de las alteraciones asociadas a la salud que tienen origen en el seno familiar.

«En esta zona abundaban enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y la cardiopatía isquémica. Existían muchos pacientes con artrosis, bursitis y lumbalgias, la mayoría obesos, pues son descendientes de alemanes y tienen inadecuados hábitos dietéticos. También había numerosos focos de mosquito Aedes Aegypti, pero por suerte no se llegó a ningún caso de dengue, zika o chikungunya», dice.

Ante esa realidad, el médico artemiseño no se dedicó solo a consultas. También realizó sesiones de acupuntura e indicaba a sus pacientes fitoterapia, procederes que tuvieron gran aceptación entre la población de la zona, ahora una de las más afectadas luego de que Cuba decidiera no continuar participando en el programa Más Médicos, como consecuencia de las provocaciones del presidente electo Jair Bolsonaro.

«Asimismo, efectuaba encuentros mensuales con el grupo de gestantes, creado para aumentar la calidad de la atención médica, utilizando la promoción de salud y la prevención. Y aquí logré terminar, además, la especialización en atención básica como parte del Programa, y cumplía con actividades de la agenda de salud escolar», comenta orgulloso.

Recuerda que mucho se cuestionó antes y ahora que «no éramos médicos, que no estábamos capacitados, pero es bueno que se sepa que antes de viajar a Brasil cada uno de nosotros tuvo que someterse a exámenes previos y al llegar al país a otras pruebas periódicas durante toda la estancia, los cuales eran conducidos por el Ministerio de Salud de aquí».

Asegura que la UBS de Colinas solo quedó con algunas interconsultas de especialistas por mes y con el médico brasileño, que nada más atiende urgencias…, se quedó sin su médico de familia. «El 21 de noviembre fue mi último día de trabajo y desde esa fecha hasta el día 6 de este mes que regresé a Cuba, allí no se había presentado nadie».

—¿Qué dijo la población cuando conoció de tu regreso?

—Mostró mucha nostalgia y preguntaban por qué nos íbamos. Cuando dejé de consultar, en la calle o por WhatsApp, me preguntaban sobre sus síntomas o me pedían que me quedara. Recuerdo a la madre de una lactante que me dijo que estaba apenada por lo que sucedía y que sentía mucho que su hija no tuviera quien la atendiera, que se quedaba a medias con los tratamientos y con los seguimientos médicos.

«La prefectura convocó una reunión para despedirme, donde las lágrimas fueron las protagonistas del momento. Se sentía el dolor de la gente. Imagina que hice una carta para leerla en ese momento y me dio trabajo, pues la voz se me quebraba por la mezcla de emoción y tristeza, porque el pueblo me acogió como un colinense más.

«Todavía en el aeropuerto para salir hacia Cuba me llegaban mensajes de pacientes despidiéndose de mí, como el de aquella señora —la cual salvé de un edema pulmonar—, que en el adiós me regaló una flor. Eso me conmovió mucho. Para mí eran como una familia, siempre llegaban jugando, diciendo que yo no parecía un médico, sino un hermano. Fue bueno saber que mi trabajo dio frutos».

(Juventud Rebelde)