Historia de superación: se recibió de licenciado en química y conmovió a todos con una carta

Publicado el 24 julio 2019 por Noticiastucuman

Christian Amarilla tiene 26 años y es oriundo de Ingeniero White, localidad ubicada al sur de Bahía Blanca. En mayo, el joven se recibió de licenciado en química en la Universidad Nacional del Sur. Días después de rendir su tesina, realizó un escrito que conmovió a cada persona que lo leyó.

En sus palabras, recopiló decenas de recuerdos que lo llevaron adonde hoy está. Recuerda sus meriendas regaladas, sus botines de fútbol para jugar al básquet, su ropa prestada, su viaje de egresados, su piel oscura y el buylling por ello, la bicicleta, la hernia y los calambres de su viejo, el manjar de arroz blanco de su madre, la beca, las uñas, el daño. “Para hoy ser ‘licenciado’, primero tuve que ser todas las otras cosas”, aseguró.

El chico deja en claro que su mayor anhelo era devolverle a sus padres todo el esfuerzo invertido. Tardó ocho años en cursar la carrera, y se dedicó a mucho más que simplemente estudiar. Según contó a Infobae, Christian se involucró en la gestión de la universidad a través del centro de estudiantes, y en causas sociales.

La carta

PUBLICIDAD

Si bien su carta fue escrita para ser difundida en el ámbito académico, una amiga le pidió días atrás la autorización para hacerla pública. Desde entonces, no para de compartirse.

El reciente licenciado nació en el seno de una familia humilde, compuesta por sus padres y sus cinco hermanos. Se egresó en 2010 del secundario y luego empezó la universidad. Tardó ocho años en recibirse, en la carrera que tiene un plazo estimado de cinco. “Creo que la hice en el mejor tiempo que estaba a mi alcance”, aseguró.

El joven se postuló para recibir una beca que otorga la Fundación Cecilia Grierson y que financia la Compañía Mega y la ganó. Esto ayudó a que pudiera concluir sus estudios.

Su madre, Marta, era desempleada. Cecilio, su padre, trabajaba de sereno cuidando un galpón. Tenía que viajar más de 35 kilómetros en bicicleta para llegar al lugar. Como la plata no alcanzaba, por la tarde se iba a un cementerio a limpiar y a hacer seguridad. Dormía cinco horas al día para poder mantener a su familia.

“Esos primeros años fueron difíciles. Vivíamos el día a día, costaba mucho. Comíamos una sola vez al día y después era alimentarnos con té. Eso duró varios años hasta que mi viejo consiguió trabajo en una cooperativa. Si bien no era mucha plata, pudo descansar un poco”, recordó Christian.

En su carta, el joven recuerda los dolores de espalda, la hernia de disco y los calambres frecuentes de su padre. Ellos no aceptaban que invirtiera en la casa el dinero de la beca. “Todo el tiempo pensaba en dejar”, le contó Christian a Infobae. “Todo el tiempo pensaba en ayudar a mi familia. Me daba mucho miedo que el esfuerzo y el tiempo que le estaban metiendo mis viejos yo no pueda capitalizarlo y que haya sido todo en vano. Creo que si dejaba, ellos me mataban. Porque mi sueño era su sueño”, agregó.

Christian junto a sus padres. (Infobae)

Christian es el primero de su familia en estudiar una carrera universitaria. “Somos todos muy maricones acá. Apenas terminé de dar la tesina, me quebré. Mis viejos me pegaron un gran abrazo y lloramos todos. Todavía seguimos conmovidos”, recordó.

“Quiero devolverles todo lo que hicieron por mí. Sé que el título no me hace mejor ni más grande, pero representa por lo menos mi satisfacción de que ellos se pueden sentir orgullosos por tener un hijo recibido. Yo lagrimeaba todo el tiempo: quería convertirme en algo para mi familia. Por eso digo que mi título es más de ellos que mío”, agregó.

El joven aplicó para una beca doctoral, de la que tendrá el resultado en los próximos días. Sueña con seguirse perfeccionando y poder dedicarse a la investigación.