historia de una agenda y de un escritor (II)

Publicado el 08 enero 2011 por Libretachatarra

“Quienes de nosotros presumen de escribir libros caen al parecer en dos categorías: los estables y los itinerantes. Hay escritores que sólo funcionan a domicilio con la silla adecuada, los estantes de diccionarios u enciclopedias, y ahora tal vez, con el ordenador. Y luego están estos otros, como yo, que quedan paralizados por el domicilio”.
BRUCE CHATWIN
“Una torre en la Toscana”
Era la década de los ’60 y Sotheby’s se lucía con uno de sus directores, un joven de 25 años, experto en impresionismos y antigüedades, dueño de una conversación encantadora y un poder de seducción que hechizaba a hombres y mujeres por igual. Como supo definirlo un marchand que lo conoció en esos tiempos: “Era hermoso hasta lo imposible”.
Una mañana de 1966, el joven despierta casi ciego. La visita al oftalmólogo no arrojó nada anormal; el profesional le echó la culpa al trabajo, un ligero estrabismo producto de mirar los cuadros tan de cerca para detectar fraudes. “¿Por qué no cambia por horizontes más amplios?” sugirió. Y Bruce Chatwin, el joven maravilla, siguió la recomendación: renuncia a Sotheby’s y viaja a Sudán.

En Sudan, Chatwin queda prendido de la vida de los nómadas del desierto, una cultura que define como “esas vidas invisibles a la pala del arqueólogo, que pasan por la historia sin dejar tras ellas ningún estrato quemado”.
Chatwin regresa de África y empieza a estudiar arqueología en Edimburgo, estudios que abandona después de un par de años. Lo suyo no pasa por ahí. Su acercamiento a otras culturas se hará desde otra vereda, apelando a otras herramientas.
A principios de la década del ’70, el Sunday Times vivía su momento de gloria, con las fotografías de David Bailey registrando el glamour de la sociedad británica y la cara oscura de las guerras de Vietnam y Biafra en la lente de Don McCullin. Bruce Chatwin entra a trabajar para el suplemento dominical del diario, publicando sus relatos y crónicas de viaje. La vidriera del Sunday le da el reconocimiento público. Empieza a ser un hombre conocido en el mundo literario y periodístico.

Chatwin estaba casado desde 1965, con Elizabeth Chanler, una secretaria que había conocido en Sotheby’s. Pero ella está en un cuidadoso segundo plano en su vida. No es que no la haya amado; el suyo parece ser un matrimonio blanco. Chatwin es bisexual y Elizabeth conocía y aceptaba esa preferencia. (Cabe señalar que para sus biógrafos era más homosexual que bisexual en realidad).
Durante una entrevista a la arquitecta y diseñadora Eileen Gray le llama la atención un cuadro con un mapa de la Patagonia pintado por ella. “Siempre deseé ir allí” le confiesa la entrevistada de 93 años. “Yo también” contesta Chatwin. “Ve allí por mí” le pide la creadora.
Bruce Chatwin no duda: viaja a la Patagonia y recorre, durante seis meses, la región. Concluye su relación comercial con el Sunday Times con un sencillo telegrama dirigido a su director: “Me marcho a Patagonia”. El viaje se resume en un libro: “En la Patagonia”, dando inicio a su etapa de novelista.

Elizabeth le pide el divorcio y finaliza su matrimonio. Los viajes y los libros se suceden. En Patagonia cubrió la vida de la colonia galesa; en Gales, investigó la vida de los campesinos de la región; el comercio de esclavos fue el centro de sus viajes en Brasil y Dahomey; en Australia, siguió el camino de los aborígenes nómadas a partir de los mojones construidos en las melodías que los nativos reproducían en sus marchas, traspasadas de generación en generación.
Previo a este último viaje, data la anécdota de su fanatismo por las Moleskine, agendas testigos de sus apuntes del camino, contada en el post de ayer.
Con un estilo seco, sin desbordes, saltando de tema en tema, la prosa de Chatwin posee la incomparable magia de su capacidad superlativa para contar historias. Sus retratados, la gente con la que se cruzó en sus viajes, no se reconoce en sus textos. Chatwin cruzaba, de un lado para el otro, en cualquier sentido, la frontera que separa la ficción de la no ficción. No se molestaba en señalar, en sus novelas, qué era lo inventado de lo real. Intuitivamente sabía que no hay verdad más pura que la leyenda. O, como dijera su biógrafo Nicolas Shakespeare: “No cuenta medias verdades: sino verdad y media”.

Hacia fines de los ’80, Chatwin enfermó. A cada amigo, a cada familiar, le contaba una versión diferente de su dolencia: el virus transmitido por la mordedura de un vampiro en Balí; un infección micótica contraída en China; la imprudente ingesta de un huevo podrido de mil años de antigüedad. Bruce Chatwin estaba gravemente enfermo de SIDA. El cóctel de AZT no estaba funcionando.
Chatwin va a morir al sur de Francia, en la casa de la madre de uno de sus amantes que lo cuida en esos últimos días, junto a su esposa Elizabeth, con la que se reconcilió en el final.

El 18 de enero de 1989, Bruce Chatwin muere en Niza, queremos creer hacia un último viaje que todos emprenderemos. En una de sus Moleskine, se encontró una frase escrita de su puño y letra: “Las estrellas saben cuando morimos”.

FUENTES:
Un artículo de Fabianne Bradu en “Letras libres”:
http://www.letraslibres.com/index.php?art=7037
Su biografía en “Wikipedia”, en español:
http://es.wikipedia.org/wiki/Bruce_Chatwin
y en inglés:
http://en.wikipedia.org/wiki/Bruce_Chatwin
Un interesante perfil de Chatwin en esta página:
http://www.ctv.es/USERS/borobar/bruce_chatwin.htm
Un artículo en el sitio “Viajeros.com”:
http://www.viajeros.com/articulos/bruce-chatwin-pasos-como-palabras
Una nota en “Perfil”:
http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0335/articulo.php?art=12523&ed;=0335
La necrológica en “El País” que da como causa del deceso una enfermedad ósea:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/CHATWIN/_BRUCE/REINO_UNIDO/Murio/Bruce/Chatwin/brillantes/escritores/britanicos/elpepicul/19890120elpepicul_7/Tes/

Una serie de frases de Chatwin:
http://www.goodreads.com/author/quotes/43665.Bruce_Chatwin
Un reportaje a su viuda Elizabeth Chanler de Rebecca Tyrrel en “The Telegraph”:
http://www.telegraph.co.uk/culture/books/7965413/Bruce-Chatwin-Lines-from-a-lost-world.html

Una nota de David Sexton en el “London Evening Standard”:
http://www.thisislondon.co.uk/lifestyle/article-23870927-bruce-chatwin-letters-from-a-fallen-angel.do
Y un video de Elizabeth Chanler hablando de Chatwin: