Menos de tres años después mi primera media maratón. Enero de 2014 en la Internacional de Santa Pola. Entré llorando, como no podía ser de otra manera. Emocionada, entusiasmada conmigo misma “En noviembre voy a por la maratón”, pensaba mientras corría. Loca, me llamaban loca, pero yo sólo estaba loca de amor por el running. Conseguía evadirme, relajarme. A todos los míos les va mejor si yo corro.
Y llegó el 16 de noviembre de 2014, el maratón de Valencia. Seis meses corriendo y sufriendo, entrenando a más de 35 grados todo el verano. Pero si había llegado hasta allí, ¿por qué no intentarlo?La noche anterior estaba todo preparado, mi entorno mentalizado y el resto, en fin, a buscarlo en el camino. No me podía creer que allí estuviera yo, a mis 43 años. En dos horas y un minuto llevaba 22 kms. En tres horas llevaba 32 kms. Iba luchando contra algunos calambres pero fuerte con mi pensamiento porque psicológicamente me había preparado para casi todo. En el km 35 pensé que todavía me quedaban 7, pero el ánimo de la gente me obligaba a seguir y a pensar que ya estaba muy cerca de la meta. En el km 40, para ser honesta, creí que tenía ante mí los 2 kms más duros de mi vida. “¡No hay dolor, no hay dolor, no queda nada Ana, esto ya está hecho!”. Miré mi Garmin y vi que llevaba algo menos de 4 horas. Juré que no miraría más el reloj hasta pararlo a la llegada. Hacia el km 41 vi la curva de bajada a la zona de meta. Creo que cerré los ojos y recordé el esfuerzo que había realizado, los entrenamientos y a mis seres más queridos…
Una luz muy intensa me cegaba, gente de blanco alrededor, el pitido de una máquina junto a mi oído. “¿Dónde estoy?”. Estaba completamente desorientada. Una joven médico me preguntaba cosas que no entendía. Intenté hablar, pero no pude. Empezaron mis ojos a llorar y entonces me di cuenta de dónde estaba. Miré el Garmin -todavía en mi muñeca- y marcaba las cinco de la tarde. La última vez que lo vi faltaban escasos minutos para la una del mediodía. Pues sí, a falta tan sólo de 1 km para la tan deseada meta, me desmayé. Y mi cuerpo, sin avisarme ni darme tiempo a reaccionar, cayó al suelo. Resultado: deshidratación y un día de hospital. Mi mayor dolor, pensar que nunca correría un maratón.
Pero aquí estoy ahora. Una semana después inicié poco a poco mi nuevo rodaje. Más duro que antes pero con más ganas. Caramba, si había llegado al 41, ¿por qué no al 42? Tardé dos meses en recuperar la velocidad y casi tres en hacer 28 kms seguidos. Pero tenía más ilusión que nunca por llegar a la meta de la 261 WM en Mallorca. Qué mejor manera de volver a intentarlo que en una carrera rodeada de historias parecidas, de mujeres que sufren contra sí mismas y todavía contra los perjuicios de muchas personas que no entienden tu pasión, pasión por el running, pasión por la vida.
Con los 40 comencé a correr y seis días antes de cumplir los 44 logré finalizar mi maratón, la completa, aunque yo ya me consideraba una maratoniana. Ochenta corredoras, todas mujeres, y tres vueltas al mismo circuito, se encargaron de hacer realidad mi sueño.
¿La próxima? El 18 de octubre en Murcia. Un día antes de que se cumplan dos años de la grave enfermedad de mi padre y un día antes también del cumpleaños de mi querida hermana, mucho más luchadora que yo porque sigue integrándose en una sociedad que todavía no la comprende. Yo se lo que duele una maratón, pero a ellos les duele mucho más la vida. Va por los dos, va por vosotras amigas. Va por toda la gente que lucha, por la integración y por mantenernos vivos.
¡NOS VEMOS EN LA MARATÓN DE MURCIA! VAMOS GUERRERAS
Escrito por Ana Martin. La puedes seguir en Instagram (@ana_running)
Si tú también quieres publicar tu historia escribenos a guerrerasrunning@gmail.com