Origen del canto hispánico
Se sabe poco sobre el origen y la formación de la liturgia hispánica y sobre el canto asociado a ella. Obviamente, el origen se halla en relación con la expansión del cristianismo en la península Ibérica durante los primeros siglos de nuestra era. Las provincias de Hispania fueron una de las primeras en ser cristianizadas de la parte occidental del Imperio romano, hecho favorecido por tres importantes factores:
La numerosa población de origen romano.La pronta actividad evangelizadora en Hispania.La existencia de ricas comunidades judías antiguas.La influencia de la liturgia sinagogal
La salmodia (recitación de salmos).La lectio (lectura de la Biblia).
Interrelación con otros sistemas musicales cristianos
Aparte de la liturgia judía, hubo otros factores que influyeron en la formación y configuración de la liturgia y el canto hispánicos. Entre estos cabe citar elementos prerromanos y romanos. Las diversas liturgias religiosas de la Antigüedad contenían, todas ellas, sistemas de recitación y de organización tonal. La interrelación cultural que se produjo en el territorio del Imperio romano hace muy difícil distinguir unas de otras, sobre todo cuando entran en contacto cristianos de otras áreas de Oriente y Occidente. Desde luego se puede apreciar un sustrato común en las liturgias cristianas de las distintas áreas del Imperio, sobre todo entre las occidentales que nos han llegado más completas: la romano-gregoriana, la milanesa o ambrosiana y la hispánica. Este sustrato común se ve reflejado, sobre todo, en la evolución de los responsorios, cantos salmódicos de origen judío que eran silábicos y que en estas tres liturgias se convierten en melodías muy melismáticas y adornadas.
Otro ejemplo es la evolución común del recitativo, que en las tres liturgias citadas parte de una “cuerda madre” en Re, siguiendo un esquema de ascenso-descenso Do-Re, Re-Do.
La fijación del canto hispánico
Tras la instauración en la mayor parte de Hispania y el extremo suroriental de la Galia del Reino visigodo de Toledo, se consolida la unidad y especificidad de la Iglesia hispana, aferrada a la tradición latina y en continua lucha con el arrianismo de los nuevos gobernantes visigodos.
La filiación del clero católico hispano a la población romana, frente al clero arriano, de origen germánico, fija en la península Ibérica], más que en ningún otro lugar de Occidente, las tradiciones culturales del Imperio.
De hecho, el caso español es una excepción de desarrollo cultural en estos tiempos turbulentos, que termina cuajando durante el III Concilio de Toledo, cuando el rey Recaredo se convierte, con sus nobles visigodos, al catolicismo.
La fijación del canto hispánico queda reflejada en los cánones conciliares y en los escritos eclesiásticos. Definitivamente se incorpora el sistema musical grecorromano a través de las obras de Boecio, Casiodoro y Marciano Capella, popularizadas en las Etimologías de san Isidoro de Sevilla, y la organización de los distintos cantos se asume en los diversos misales, códices litúrgicos y reglas monásticas.
En este periodo cristaliza también la influencia de otras liturgias cristianas: de la Ambrosiana se recoge el Himno, muchos compuestos por los padres españoles; se incorporan tradiciones, como la Schola, de la liturgia romana; y las melodías melismáticas de origen oriental se multiplican por la presencia bizantina en la costa oriental de la Península.
El canto hispánico en la Edad Media
Tras la conquista musulmana de la península Ibérica en 711, la originalidad de la liturgia hispánica y del canto a ella asociado se ve extrañamente salvaguardada, tanto en los núcleos cristianos que quedan aislados al norte, como en las comunidades cristianas que permanecen bajo dominio musulmán.
Pronto, las marcas pirenaicas adoptan modelos pregregorianos, con la implantación ya en el siglo IX del canto gregoriano en muchas de sus iglesias. Este fenómeno no ocurre en el resto de los núcleos cristianos, fundamentalmente Navarra yAsturias, que mantienen como seña de identidad la herencia visigoda y son reacios a asimilar el rito romano, siempre asociado al poder imperial de carolingios y, posteriormente, germanos.
Aunque el dinamismo de la sociedad andalusí permite a los cristianos participar en la cultura civil asumiendo el árabe como lengua culta, mantienen el latín como lengua de comunicación y conservan intacto el legado litúrgico y musical de época visigoda.
Por estas razones, la influencia de los sistemas musicales de árabes y bereberes quedan minimizados: sin embargo, sí que es detectable la influencia del canto hispánico sobre la música desarrollada en las sociedades andalusíes, sobre todo en época califal.
La progresiva presión sobre esta población cristiana provoca un creciente movimiento migratorio hacia el norte. El traslado de esta población y la creación de nuevos asentamientos mozárabes en zona cristiana crea dos tradiciones litúrgicas y musicales que evolucionan diferentemente:
La tradición toledana, más conservadora, en territorio musulmán.La tradición castellano-leonesa, con importantes centros en los principales monasterios mesetarios: Frómista, Silos, Sahagún; y en catedrales como León, Oviedo, Pamplona y Burgos.
Decadencia del canto hispánico
A mediados del siglo XI, el rito hispánico comienza a ser reemplazado por el rito romano. Alfonso VI de Castilla convocó un concilio general de sus reinos en Burgos (1080), y declaró oficialmente la abolición de la liturgia hispánica y su substitución por la romana.
Sin embargo, durante la reconquista de Toledo (1085), como concesión en el pacto de conquista, seis parroquias toledanas obtuvieron permiso para conservar la antigua liturgia y el canto hispánico se mantuvo, a partir de esta fecha, solo en las comunidades cristianas bajo dominio musulmán (los llamados mozárabes), aunque en progresiva decadencia.
Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Canto_moz%C3%A1rabe