Revista Fútbol americano

Historia del Fokker en 15 capitulos Cortesia de La Hermandad Oriente

Publicado el 09 diciembre 2016 por Gronedson

Historia del Fokker en 15 capitulos Cortesia de La Hermandad Oriente
Capitulo Primero:
Tomassini esta vivo.
Historia Fokker capitulos Cortesia Hermandad Oriente

-Don Tomás, teléfono para usted- me avisó el mozo con voz temblorosa, como si presagiara alguna desgracia. Tomar un par de cervezas en el "Solitario" era pretexto para discutir sobre fútbol, a veces repitiendo opiniones de las viejas glorias del periodismo y otras hablando piedras. El mozo era un zambo viejo y metía su cuchara cada vez que podía, no importaba con quien, y sin que nadie lo invitara el muy conchudo terminaba acaparando la conversación, aunque no voy a negar que de tanto decir cojudeces, a veces me daba una buena entrada para mi columna deportiva.
Esta vez casi no había gente en la cantina. Yo estaba en una mesa con un chopp solitario y transcribiendo una entrevista de una grabadora. Él tenía abierto un periódico sobre la barra, y me iba comentando lo que leía, peleándose solo y puteando a los colegas que no opinaban como él. Cuando pasé a coger el teléfono noté que estaba leyendo un artículo deportivo "Alianza pierde en Arequipa por goleada". Era hincha de los morenos pero se quejaba con nostalgia, como si pasara por una fuerte depresión, porque para él no había mejor equipo que el blanquiazul.
-¡Chessssumadre, estamos de malas desde que se cayeron al mar! -me comento interrumpiendo mi llamada- ¿no cree usted?
-Los jugadores de ahora están hasta las huevas- le repliqué secamente, sin soltar el fono.
Hablé un par de segundos con el editor de la página para coordinar algunas cuestiones técnicas y el moreno siguió al detalle cada uno de mis gestos hasta que corté.
Don Tomás, ¿alguna desgracia? -me preguntó-. Está mas blanco que un papel. Puta madre, verlo así me recuerda a don Gustavo cuando le comunicaron sobre la caída del avión de Alianza viniendo de Pucallpa. El tío se paró al toque y se empezó a reír de los puros nervios y de pronto quedó mudo... como usted ahora. Se le puso la cara pálida y empezó a gritar caminando hacia la mesa: "¡Se han muerto todos!"..."¡Se han muerto todos!". ¡Mierda, desde aquella vez le tengo miedo al teléfono...!
Extraña coincidencia. Era diciembre. Los recuerdos del mozo fanático me envolvían en una sorprendente historia de misterio, intriga, suspenso, verdad, fantasía y polémica como hasta hoy lo es aquella caída del Focker 27, un 8 de diciembre de 1987.
Era aliancista puro, de esos que ya no hay. A diferencia de los que recién se inscriben en el misal de la leyenda negra, este hincha terco aún vive el dolor de una tragedia que conmocionó al país entero y que a pesar de las horas marchitas le resulta difícil sepultarla en el olvido.
-Carajo, usted sí que es aliancista -le dije-. Se nota a leguas su cariño por el equipo que murió. Para usted no paso el tiempo.
-Soy Alianza de corazón. Me gusta el fútbol y los que amamos al Perú tenemos que querer a un club que es la verdadera historia de nuestro sufrido pueblo.
Sin pretenderlo, este mozo de apariencia humilde y carácter impertinente me atrapó con una historia deportiva que para él es casi bíblica. ¿Cuánto sabe de Alianza?, ¿Cuánto de lo que dice es palabrería y cuánto verdad?. Difícil saberlo.
-Le voy a contar, Don Tomas, ¿Qué edad tiene usted?
-Treinta y cuatro ¿Por qué?
-Por eso es que no sabe, pues Escúcheme: Alianza nació de la nada. Alianza es un milagro de la vida. ¿Usted sabe por qué una pepita de limón sembrada en la tierra, con un poco de agua se convierte en fruto?. Así nació Alianza. A comienzos del siglo XX, en 1901, los trabajadores del "Stud Alianza", que pertenecía a Augusto B. Leguía, se juntaron y decidieron formar un equipo de fútbol al que le pusieron Sport Alianza en su homenaje. ¡Y las camisetas no eran blanquiazules, sino verdes!. Los hermanos Pedreschi, también fundadores, eran de nacionalidad italiana y el color verde era el recuerdo de su bandera. Como regalaron las primeras camisetas, fue aceptado el color.
-¿Y de donde me sale victoriano el equipo entonces? Increpé.
-No jodas, pues Don Tomas. Su primer local fue en Cotabambas 253, detrás del Palacio de Justicia, que era la casa de don José Carreño. Por entonces se jugaba en los campos del hipódromo de Santa Beatriz. De Cotabambas se mudó a dos casas más hasta que fue llevado al número 938 de la avenida Manco Capac, hasta el año 1975 que inauguramos nuestro estadio en Matute. ¿No sabia, Don Tomás?. Un periodista como usted debía tener presente esos detalles.
Pero para este mozo de sorprendente memoria, el hálito de insatisfacción, impotencia, sospecha y malicia, se hacía inevitable en sus palabras. Ante la frescura de sus recuerdos parecía entornillarme al asiento como esperando el repaso de su intelecto futbolístico.
-Oiga -insistí con masoquismo- pero ese equipo que murió estaba a punto de salir campeón. Tenía gente muy joven. Recuerdo que el puntero derecho, Luis Escobar, "El Potrillo", gambeteaba como un verdadero crack aunque creo que el sí no era muy joven cuando llego al primer equipo.
No había terminado la última palabra cuando me respondieron con el tono de un hombre herido, removido en su orgullo.
-Primero tiene que limpiarse la boca para hablar de Luis Escobar. No sabe nada de Alianza. Cuando Luchito jugó en el primer equipo tenia 17 años.
Disimule con una sonrisa nerviosa la incomodidad que causaba mi ofensa. Para él, aquella generación de jugadores vive esperando respuestas a muchas inquietudes.
-Disculpe que lo corte. Es cierto, la vieja historia no la sé bien. Pero más me interesa lo del Focker. ¿Recuerda toda la tragedia? -pregunté con admiración.
-¿Dónde estuvo aquel año? -dijo casi ladrando.
-En Diciembre del 87 estuve fuera del país. Las noticias me llegaron indirectamente y recuerdo que lo mas impactante fue cuando vi en un noticiero los cuatro cuerpos recuperados por una patrulla de rescate. En esa época chambeaba en otra cosa y pensaba que ya no iba a volver al periodismo. Me enteré como se enteraron todos los peruanos en el extranjero. Por eso se me escapan algunos detalles.
-Yo estuve -me aseguró orgulloso- en el grupo que se presentó de voluntario para recorrer las playas. Ese año en el Perú entero se conmocionó, Los hinchas de Alianza vivíamos con la ilusión de un nuevo título. Habíamos renovado todo el equipo por una nueva generación proveniente de las divisiones menores, después que obtuvimos el bicampeonato. No tiene idea como se lloraba en cada mesa de esta cantina.
-Ya, seguro
-En serio, ¿Por qué iba a mentir?
-No le discuto que acá la gente haya llorado. Eso pasa en todas partes. Lo que se me hace difícil es verlo recogiendo cadáveres playa adentro a sus años.
-Pero es verdad. Me dieron permiso y no dudé en hacerlo. Además no olvide que hace tantos años yo estaba más joven.
No sabía si creerle, pero a esas alturas no me importaba. Su historia era apasionante y con la misma energía en la que le pone terquedad y emoción a las cosas, narraba vivamente algunos detalles de ese fatídico 8 de diciembre.
-¿Recuerda todo?
-Sé muchas cosas que no se me olvidaran nunca. En este humilde oficio he sido testigo de historias sorprendentes y creo que pocos han podido conocer lo que ocurrió mejor que yo.
-¿Qué ha escuchado, por ejemplo? -repliqué
-Que Tomasini está vivo, -sostuvo el moreno
-¿Está loco? ¿De donde saca ese disparate?
-Le voy a contar todo lo que he oído, pero no cometa la estupidez de publicar nada. Esto no lo saben los periodistas y hay razones fuertes por las que conviene que esto no se comente.
-Si, pero no se me vaya del tema: ¿Usted asegura que Tomasini no murió, que esta vivo en alguna parte? -increpé.
Don Máximo Castellanos, que así se llamaba el mozo, se sentó a mi lado, limpió la mesa, puso un vaso de leche y un par de tostadas, dizque para despabilarse, y empezó a detallar las estrofas de una historia de intriga y misterio con ingredientes de verdad e imaginación.
-Por mis hijos y por mi mujer: Tomasini esta vivo, -empezó diciendo.

Capitulo Tercero:
¿Droga en el Focker?.

-Todos los que se encargaron del rescate, sabían lo que transportaba el avión. Por eso movieron las boyas, para que los sapos no se dieran cuenta de nada -sostiene Máximo Castellanos.
-Pero... ¿Qué traía el avión para que fuera necesario mover las boyas? -insistí.
-A mí me contó un reportero de la televisión que no dejaban acercar helicópteros a la zona. Los guardacostas decían que las rocas cambiaban la dirección del viento y eso era peligroso para cualquier nave. Al rato de sobrevolar, desde lejitos, alcanzó a ver la silueta metálica del focker debajo del mar, a muy poca profundidad, y chesssssumaré, una mancha lechosa flotando muy cerca del lugar. No hay que ser muy pendejo para saber lo que llevaba el avión.
No sea palero, Don Máximo -dije- ¿Cómo un avión oficial, esperado por la prensa, podría traer droga?
-¿Quién dijo droga? ¿Yo dije droga? -respondió burlonamente el viejo hincha.
Todos rompieron a reír. Don Máximo seguía siendo a vedette del bar victoriano y pese a ser insolente y hablador provocaba hasta aplausos de las otras mesas.
-Yo le voy a contar, don Tomás, para que se desahueve de una vez. Allí el pendejo fue el piloto...
Don Máximo Castellanos golpeó la mesa mientras su rostro empezaba a cambiar de expresión. Creía que Edilberto Villar, quien condujo la nave aquel 8 de Diciembre de1987 y quedó como sobreviviente del accidente, fue el único que viajó con el salvavidas puesto desde que partió de Pucallpa.
-Era el único en todo el avión. A nadie le importo viajar así- aseguraba el viejo hincha.
Sorprendente curiosidad la del anciano, propia de un catedrático de la calle. Pocos repararon en este detalle. Por esos días los informes dieron cuenta que la caída de la nave fue tan rápido que nadie tuvo tiempo para nada. Costaba suponer que el avión dejara de tener chalecos salvavidas. Por lo que se conoce, el presidente del club, Agustín Merino, mostró el contrato que hizo con los responsables del transporte. Cuando Don Máximo recuerda este detalle se llena de cólera.
Y si dicen que el piloto aseguró que no contaban con chalecos salvavidas, quiere decir que los jugadores de Alianza fueron considerados como cualquier bulto.
-¿Y la caja negra que tienen los aviones? -pregunté.
-Habría que preguntarle a los que rescataron el avión destrozado. Que caja ni que mierda, dicen que el mismo gobierno de Alan ordenó que no la buscaran, dizque para no remover más sobre la tragedia.
-El piloto aseguró que no había chalecos- dijo una voz de otra mesa, ya enchufado en la conversación.
-Así es. La muerte de los tripulantes así lo acredita.
Don Máximo guarda silencio por algunos minutos y después de un trago de ron sonríe burlonamente.
-Usted es periodista pero esta en la mismísima calle, Don Tomás. El piloto sabía que la maquina tenia fallas y por eso viajó con el salvavidas puesto. No le dijo nada a sus compañeros de vuelo porque quería llegar a Lima a como diera lugar. No le convenía que repararan la nave. Es más, me contaron que a ese tal Villar no le tocaba manejar sino a otro que se quedó chupando en Pucallpa. Eso es lo que ustedes no saben.
Conmovido en sus recuerdos, el viejo mozo del "Solitario" dejaba ver su orgullo de hincha victoriano. Todos saben que estuvo entre los que se presentaron de voluntarios para iniciar el rescate.
-Esa misma noche mis hijos querían ir pero los detuve porque de noche nada podíamos hacer. Depositamos nuestra confianza en las fuerzas especiales de la Marina. Así que me levanté muy de madrugada y en el primer micro para Ventanilla nos trasladamos hasta la playa.
-¿Había mucha gente? -pregunté.
-Éramos pocos. Los marinos no nos dejaban pasar y metieron balazos al aire para que nos alejáramos del lugar. Uno de mis hijos buscó a su compadre en el terminal pesquero y se coló en una embarcación que partió hasta donde se supone cayo el avión.
Fue al día siguiente del accidente. Los guardacostas ya estaban en el lugar de los hechos pero nada podían hacer. Carecían de implementos para iniciar la búsqueda debajo del mar. En la zona una boya pretendía fijar el lugar donde se hundió el Focker F-27. El hijo de Don Máximo contó que nada pudo ver. Que ese día viajaron con un grupo de reporteros en la lancha "Paola Kelly" y tuvieron que recorrer nueve kilómetros hasta las proximidades de la "Isla Grande" y el balneario de Santa Rosa a medio camino de la ruta Ventanilla-Ancón.
-Todo se puede decir del rescate pero está claro que ningún familiar o amigo de los caídos presenció la operación. Cuenta mi hijo que al intentar acercarse a la zona los guardacostas que peinaban el lugar avisaron con parlantes que tenían que alejarse por ser zona de seguridad. Yo no creo que haya sido el sitio exacto donde cayó el avión.
-Oiga, sírvame una bien helada que me estoy asando de escuchar tantas mentiras. ¡Ya pues, Don Máximo, no invente! -dijo en tono subido uno de sus amigos de barrio que llega al bar.
-¡Este que mierda sabe! -respondió el viejo, mientras lo saludaba con la mano.
A estas alturas ya podía imaginarme a ese equipo blanquiazul del 87 que marchaba puntero del torneo y que había disputado el título del campeonato ante San Agustín en el 86 y clasificado a la Copa Libertadores de América.
Pienso que "Pechito" Farfán, luchador y guerrero como los verdaderos guapos que nunca se rinden ante el peligro. Lo imagino saliendo de su área dribleando a dos rivales dejados como postes y terminando el ataque del contrario gracias a su anticipación oportuna.
-¿Usted se acuerda de mi tocayo, Tomás Farfán? -pregunté.
-Como me voy a olvidar si mi hijo era amigo de él. Siempre venía a casa. Tomasito nació en Tarma. Llegó con sus padres a la avenida Bausate y Mesa que antes se llamó Bolívar. A los catorce años estaba considerado como un crack. Cuando el "Cholo" Castillo lo vio le dijo que sería el mejor defensa de Alianza. Desde el primer día fue el tigre de los juveniles. Su debut en el equipo profesional fue en 1979 ante La Palma de Huacho. Por su edad era titular fijo para el seleccionado de menores. Fue tomado en cuenta para la pre de Barack y Challe en las eliminatorias para el Mundial de México 86.
-Dicen que era bronquero...
-Era guapo, fuerte y a veces un gallito de pelea, pero difícilmente lo expulsaban de la cancha. Es que jugaba como debe jugarse al fútbol: con fuerza y pundonor.
Mientras el anciano se acomoda mejor luego de otro trago, se viene el recuerdo de aquel clásico ante Universitario donde Tomas "Pechito" Farfán hizo dos goles. Uno en contra y el otro del empate. Ese día jugaba en la "U" el norteño Garagay que no era ni chicha ni limonada. Este centro un balón y Farfán por rechazar se la coloca a "Caico" Gonzales en su propio arco. Farfán se quería morir. Cuando comenzó el segundo tiempo, el "Nene" Cubillas que jugaba ese partido le dice que atienda los centros que puedan presentarse sobre el área que defendía el golero Jaime. Hasta que llegó la oportunidad. Cubillas centra y la cabeza de Farfán llega preciso. Fue el gol de empate. El estadio casi se viene debajo de tanta alegría.
-¿Era callejero y trompeador?.
-Mi hijo cuenta que Farfán siempre recordaba al directivo Armando Levau a quien agradecía por todos los consejos que le daba. Es que Farfán era algo violento. Gracias al directivo fue cambiando su comportamiento personal en beneficio de Alianza.
El ambiente se fue cargando de melancolía y la discusión sobre quien fue mejor en ese plantel de juveniles motivó la participación de otros hinchas que empezaba a llegar por unas cervezas.
-Total, ¿Hubo responsabilidad del piloto?
Don Máximo movía la cabeza haciendo una mueca de cinismo y refiriéndose a la ingenuidad de la gente. Sabia que sus argumentos eran legítimos y no aceptaba otras versiones pese a que todos los que estaban en el "Solitario" querían aportar con alguna novedad.
-Señores -advirtió- a ese piloto no le pasó nada. Nadie fue responsable de nada. Según los informes oficiales el avión se cayó por fallas en el tren de aterrizaje. En una palabra el avión se cayó por viejo. ¿Ustedes que dicen?
Nuevamente el hombre de rostro serio, facciones rígidas y mejillas marcadas por dos cortes provocados tal vez por arma blanca intervino para dar su comentario.
-Si el avión estaba viejo ¿Por qué lo dejaron volar? Ese avión, para que ustedes sepan era de responsabilidad de un jefe y un personal especializado. Son ellos los que tendrían que dar las explicaciones. Seguramente lo habrán hecho pero ante sus jefes superiores. Tengan en cuenta que era un avión militar y entre ellos se aplican sanciones que los civiles no conocemos.
-Pero nunca se sancionó a nadie.
Para don Máximo Castellanos, el avión cayó porque tenia sobrepeso y como nadie tuvo acceso a nada hace suponer que hubo algo que nadie quería que se conozca.
-En medio de los recuerdos coincidimos en que el destino definitivamente está marcado para todos los mortales. En ese viaje fatídico hubo un grupo de hombres que no viajó y que también es parte de la historia.
-¿Por qué no viajaron, Don Máximo? -pregunté.
-Ah Carajo, esa historia merece otro trago. ¡Salud! -dijo, secándose su vaso y empezó a narrar.

Capitulo Sexto:
Nada hacia presagiar el triste final de la escuadra blanquiazul: ¡Se cayó el avión!.

-Señores es hora de partir. La tripulación espera que la delegación se apure antes que oscurezca del todo...
Una joven mujer, enviada desde la base militar de la zona dejaba notar su delicada manera de conversar frente a Santiago Miranda, jefe de equipo, cuando anunciaba que era hora de dejar el hotel.
El directivo de Alianza terminaba de cancelar recibos de consumo que los jugadores firmaron durante las horas que se alojaron en Pucallpa. Miranda, atraído por los encantos de la guapa mujer, le pidió al encargado del hotel que pasara la voz al entrenador del equipo, mientras la persuadía para asistir a la inauguración de un salsódromo esa misma noche en el Callao.
Gregorio Díaz, el administrador del hotel Confort, se encargó de avisar a Marcos Calderón que el Focker esperaba a la delegación de Alianza con los motores encendidos. Eran las 6:00 p.m. Por los pasillos el que menos corría para recoger los maletines de mano. La delegación había llegado antes del mediodía y por un pedido especial del entrenador se reservaron habitaciones para que los jugadores tuvieran donde cambiarse y bañarse luego del partido.
En los interiores del "Solitario", a estas alturas de la conversación, todos le preguntaban a Máximo Castellanos de donde sacó esta historia si él no estuvo en el Hotel, ni su sobrino Miguel viajó con el equipo aquella vez. Pero el veterano, dizque ex mozo de restaurantes de pitucos, tenia respuesta para todo.
-En esta vida -dijo- todo se sabe y la justicia tiene su momento. Es cosa de esperar o de tener fe que así será, fue la respuesta lacónica de un hombre cuyo corazón parecía sufrir por los dolores de los demás.
Castellanos confesó que amigos aliancistas en Pucallpa le contaron días después a Víctor "Pitín" Zegarra, en ese momento técnico del Deportivo Pucallpa, los detalles previos que se vivieron antes de subir al avión desde que los jugadores abandonaron el estadio.
-¿Cómo cree que un aliancista como "Pitín" iba a dejar de visitar a los más chicos de Alianza si eran sus engreídos?. En esa delegación estaba Gino Peña, sobrino de "Perico" León, su compadre del alma. Cuando se enteró del accidente, Zegarrita llegó de inmediato. Los que estuvieron en el Confort le contaron todo lo que pasó. Pucallpa no es muy grande, usted sabe.
En Lima; "Pitín" Zegarra otro de los símbolos de Alianza entre los años 60 y 70, confesó lleno de tristeza que le había dicho a Marcos Calderón sus deseos de viajar a Lima y que esté lo había invitado a que subiera al avión para que se ahorrara el pasaje. "Pitín" se arrepintió a último momento.
-Lo que pasó en el avión es fácil suponerlo. ¿Usted sabe como se vive en el avión mientras se viaja?. Si sabe, debe suponer que todos estaban en sus asientos con sus cinturones de seguridad ajustados y conversando unos con otros.
A estas alturas, el sobrino de Castellanos hizo una aclaración. Cuando "Caico" Gonzales se bromeaba con Watson sobre la posible caída del avión era porque el golero de Alianza sentía por dentro un pánico terrible a los vuelos.
-"Caico" le tenía miedo al terremoto, se orinaba cuando había temblor y se tapaba la cara cuando viajaba en avión. Sobrino, me decía, cada vez que subo al avión me cago de miedo. Yo rezo todo el tiempo y busco dormir porque cuando se mueve el avión me suda todo el cuerpo y hasta se me mojan los calzoncillos cuando aterrizamos.
En el bar todos reímos y también aplaudimos porque regresaba el que fue a comprar los limones para el cebiche. El pescado estaba fresquito. El administrador del bar tenía un compadre pescador en el mercado de Matute y se lo había enviado bien picadito. Mientras todos nos preparábamos a cortar los limones y picar las cebollas, don Máximo Castellanos siguió comentando en voz alta.
-Como es la vida, señores, los chicos viajaban totalmente ajenos a lo que sucedería. Muchos de ellos debieron recordar a "Didí" porque el lunes lo habían llamado a Brasil para saludarlo y contarle que estaban listos para tomar la punta.
El viejo tenía imaginación. En los interiores de todo avión por lo general los jugadores viajaban pensando en los suyos. En el intenso murmullo de voces, bromas o risas que se percibe al interior de todo avión es donde el jugador de fútbol se transforma en aquel otro personaje que no esta vinculado a las primeras planas de los periódicos, firma de autógrafos y el aplauso.
Para Luis Escobar abordar el avión debió significar la alegría de saber que llegaría esa misma noche al encuentro de una madre que los domingos le tocaba lavar ropa de toda la familia. "El Potrillo" debió decidir en ese momento que esa sería la ultima vez porque contaría con los servicios de una persona.
-¡Estoy ganando suficiente dinero y voy a tener mucho más porque soy el mejor de todos! ¡Mi madre no trabaja más!, habría dicho de corazón mientras se ajustaba los cinturones.
O tal vez para "Pechito" Farfán, verse en pleno vuelo de regreso a la capital representaba la felicidad de saber que en casa jugaría sobre la cama con Juan Pablo, su hijo, hasta verlo dormir entre sus brazos.
¿Y para "Caico"?. Seguramente buscaba solución al problema de sus próximas Navidades. No sabia si a sus hijas: Ingrid, Karin y Katiuska les volvería a comprar muñecas como todos los años.
-Un día de estos seré suegro, habría dicho el larguirucho arquero de Alianza mientras mostraba los blancos dientes de su sonrisa eterna.
Los momentos vividos a la hora del vuelo aparecieron en nuestra mente con el primer bocado de cebiche que picaba como los mil diablos. La cerveza esta vez la sirvieron bien helada como para apagar el ardor que provocaba el ají pero que elevaba nuestras angustias imaginando los segundos trágicos de la nave.
A las 7:45 p.m. Carmen Quiñones, la asistenta del vuelo del Focker F-27 model AE-560, con 44 pasajeros abordo, tenía la misión de anunciar a la delegación de Alianza que ajustaran sus cinturones y se mantuvieran sentados con la cabeza pegada sobre el respaldar de sus asientos porque estaban próximos a aterrizar.
Cinco minutos después Edilberto Villar, el piloto, estaría intentando enderezar la nave para tomar dirección a la pista de aterrizaje. El solo sabe que estaban próximos al aterrizaje debe haberles provocado distintas reacciones nerviosas que siempre se experimentan. Sudan las manos, se aprietan los puños, pica el cuerpo o simplemente se espera tranquilo la posible muerte. Para el técnico Marcos Calderón acostumbrado a estos viajes debió ser la felicidad del reencuentro con su amada Petronila que siempre lo esperó con los brazos abiertos y agradeciendo a Dios porque lo devolvía con vida.
-Esos aviones dan miedo, dijo siempre la fiel esposa del "Oso" Calderón.
Por lo que se conoce quince minutos antes del accidente el piloto no dio señal de desperfecto en su maquina.
Piloto: Francia, aquí Ave de Acero, en cuatro minutos aterrizamos... ¿Cómo anda el clima allá abajo?
Torre: Ave de Acero, aquí Francia, hay ambiente para un par de chopps en la calle de las pizzas. (Risas...)
De pronto todo cambió. En los interiores del avión, el piloto muestra preocupación y se apura a pedir auxilio
Piloto: Francia, aquí Ave de Acero, nos disponemos a bajar (Se produce ruido con interferencia). El tren de aterrizaje no baja... no marca la pantalla, intentaremos de nuevo... por favor Francia, torre de control, revisar el trafico de nuevo para poder... (interrupción). Es imposible Francia, el tren de aterrizaje no responde, es necesario aterrizar de emergencia.
Torre: Aquí Francia, se está consultando para preparar pistas de emergencias. Realice mientras tanto vuelos en círculos.
Piloto: Francia... Francia. Tenemos combustible para dos horas más, de ocho y treinta a diez y treinta.
Torre: Esta bien Ave de Acero, continúe sobrevolando.
Piloto: Francia, Francia, nos falla uno de los motores.
Torre: Mantén el pico en alto Ave de Acero...
Piloto: Tengo mucho peso... control, no puedo, control no veo tierra.
Silencio. El operador no escucha más la voz del piloto. Por los auriculares solo le llega ruido agudo. No hay contacto con el Focker. Dos minutos después de las 8:15 p.m. se escucha un grito: ¡Se cayó el avión! ¡Se cayó el avión!.

Capitulo Octavo:
¿Dónde están las donaciones?.

-A mí me suena a cuento lo de las fallas en el tren de aterrizaje. El piloto fue obligado a subir y a dar vueltas en el mar... -sostiene acongojado el sobrino de Máximo Castellanos.
Días después del accidente, el muchacho recogió diversos comentarios entre los familiares de los caídos. Según se dijo el tren de aterrizaje estaba conforme. La torre de control informó que el tren se vio normal pero el piloto dijo que el tablero no se prendía dando conforme. Hasta hoy todos se preguntan por qué el piloto tuvo que dar tantas vueltas si le dijeron que el tren se veía en buen estado.
Es que a lo mejor el tablero si estaba prendido pero la maquina no podía bajar por algo que se lo impedía. Como el muy pelotudo del piloto no tenía experiencia viró otra vez en busca del mar y como estaba a poca altura quiso subir pero el aparato no le respondió. Cuando este se dio cuenta ya tenía el mar adelante. ¿Por qué dijo que tenía combustible para dos horas? ¿Pensaba volar todo ese tiempo? Si no le bajaba el tren de aterrizaje ¿Por qué no preparó el aterrizaje de emergencia sobre el mar?
De una mesa vecina un borracho interrumpió el breve silencio que hicieron los presentes mientras el lugar se llenaba de recuerdos. Luego se escuchó una pregunta: ¿Y los cuerpos, cuando aparecieron?
Todos recordaron que los cuerpos de los jugadores se empezaron a encontrar al séptimo día. Pero también se recordaron las cosas y las promesas que manifestaron las autoridades políticas, los directivos deportivos, y las ofertas que llegaron desde el exterior divulgadas a través de la prensa internacional tras el impacto que causó la noticia del accidente.
-Todo el mundo metió su boca -dijo Castellanos-. Recuerdo que el embajador de Argentina cuyo apellido recuerdo muy bien porque es Marini como el cantante de boleros, envió diez mil intis para repartirlos entre los deudos. Lo que nunca supe es si efectivamente fue a manos de los deudos.
-El Presidente de la República, Alan García, ofreció toda la ayuda para los familiares, pensión para siempre, casas para los deudos, investigación de lo sucedido, sanción para los culpables, todo lo que nadie puede imaginar, agregó el sobrino.
El piloto Villar fue internado en el hospital y tuvo cura de sueño. La Marina puso un representante para ser intermediario con los familiares. Las noticias que se recibían tenían que ser conocidas por boletines. Las investigaciones se hicieron en privado como un gran secreto militar. Tres días después, algunos reporteros escritos fueron conducidos hasta el lugar donde cayó el avión, pero el fiscal provincial de turno del Callao el Dr. Manuel Meléndez no fue invitado. El mozo del "Solitario", así lo confirmó.
-Lo del fiscal lo recuerdo muy bien porque lo leí en los diarios. Ese doctor Meléndez dijo que estaba disgustado porque él no fue invitado a los operativos de búsqueda, para fiscalizar como se desarrollaban estos.
Se conoció públicamente que tres días después del accidente, el fiscal de turno no tenia ninguna posibilidad de entrevistarse con el piloto, que fue calificado como paciente cuyo estado mental y síquico era delicado.
-¡Ya recuerdo!, dijo el sobrino. Dijeron que el piloto estuvo sometido a la terapia del sueño y que cada 120 minutos se le administraban pastillas porque estaba medio loco.
En el bar se escuchan protestas y reclamos. Todos curiosamente coinciden en suponer que aquello de loco era una mentira.
-¿Quién lo vio loco? ¿Quién le cree a los militares después que todo el rescate lo hicieron ellos mismos sin ningún civil de testigo?
Cinco días después las condolencias de todo el mundo llegaban hasta las oficinas del presidente García. El presidente del gobierno español, Felipe Gonzales dijo haber quedado impresionado por los hechos. El mandatario mexicano, el ecuatoriano, los países centroamericanos y hasta el Rey Hussain de Jordania comunicó sus condolencias.
Mientras las ofertas y las promesas aparecían en los periódicos de todos los días, los familiares desesperados reclamaban noticias sobre los operativos de rescate que eran del todo infructuosos.
Los pobres familiares no sabían con quien hablar para tener noticias de la búsqueda, Don Máximo Castellanos nos asegura que un grupo de familiares se embarcaron en la fragata "Montero" pero no vieron nada de los operativos.
-Fueron paseados -dijo Castellanos- para conformar a los parientes, pero no había buzos especializados a la vista. Los marinos lo hicieron en secreto.
Siete días después del accidente aparecieron los tres primeros cuerpos. Los restos del zaguero central del equipo victoriano, Tomas "Pechito" Farfán, del árbitro Miguel Piña y del hincha César Lozano fueron encontrados mar adentro por los barcos de la Armada que peinaban la zona del siniestro. Esa misma noche se instalaron las tres capillas ardientes: Uno en el coloso de Matute, otra en el Estadio Nacional y la última en la iglesia de la Virgen del Pilar.
El único hombre en el bar que no se calmaba era Castellanos porque seguía preguntándose sobre lo que nadie se atrevió a comentar: la demora que tuvo para ubicar la nave.
Esos marinos supieron donde se hundió la nave solo que la hicieron larga porque tenían que desaparecer la carga que traían.
El viejo mozo no había terminado de hablar cuando todos los del bar protestamos en grupo por la forma tan fantasiosa con la que se expresaba.
-¡Ya pues, déjese de huevadas! ¡Usted ve pendejada en todo! -le increpamos.
-¿Pendejadas? -respondió muy serio-. El chofer que condujo los cadáveres soltó la lengua sin quererlo. Dijo que los fallecidos presentaban traumatismos en la cintura, lo que hace presumir que se trataría de la marca del cinturón de seguridad. Los cuerpos estuvieron pegados al asiento y volvieron a la superficie porque con el agua ensancharon los cuerpos y rompieron las amarras. Siempre se supo donde estaba la nave pero no hubo instrumental para rescatarlos apenas se cayó el avión. Si hasta el Ministro Albújar dijo que llamaría al extranjero por algunos especialistas si fuera necesario. ¿Dónde está la pendejada?
Para los que estaban reunidos en el "Solitario" el piloto Villar tenía mucho que contar pero nadie sabia su paradero. El juicio que se le siguió al piloto meses después tuvo tantas criticas de parte de los familiares que nadie le creyó lo que declaró ante el juez.
Pero además de esto, en medio del dolor de todo un país, se presentaron problemas en el reparto de algunos millones que llegaron como parte de la ayuda internacional.
-¿Quiénes ganaron con todo esto? -pregunté, volviendo a encender la grabadora.
-Los que ganaron -dijo Castellanos- fueron los jugadores que hicieron los partidos amistosos para los fondos de los familiares, el presidente del club, el presidente del Perú Alan García. ¡Puta madre, esa si que es una gran historia!.


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