Historia del Telescopio 2

Por Marathon

El astrónomo aficionado Andrew A. Common construyó el telescopio reflector Crossley de 95 cm (en la imagen) en Gran Bretaña en 1879, aproximadamente a la vez que el Gran Refractor de Lick. El Gran Refractor fue uno de los últimos refractores profesionales que se construyó, y el reflector Crossley uno de los primeros grandes reflectores construidos. Su espejo de vidrio revestido en plata no necesitaba un pulido constante como los reflectores de espejo metálico de décadas anteriores
Un factor que mejoraría la suerte de los telescopios reflectores fue el invento de Foucault y Steinheil de un sencillo proceso químico que depositaba una capa uniforme de plata en una pieza de vidrio en la década de 1850. Puesto que depositar una capa uniforme de plata sobre un disco de vidrio era mucho más sencillo que dar forma a un espejo de metal, este avance significó que de repente podían fabricarse espejos de 15, 20 o 25 cm de forma rutinaria a partir de placas de plata disponibles comercialmente. Esto dio origen a telescopios astronómicos de aficionado de alta calidad, con espejos plateados de forma doméstica. A finales del siglo XIX y principios del XX se hizo común la construcción de telescopios newtonianos de forma aficionada casa, James Webb y George With popularizaron esta práctica después de 1860.
No solamente fueron los aficionados quienes inciaron los telescopios reflectores revestidos de plata (sobre todo en Estados Unidos y Gran Bretaña), sino que también innovaron en fotografía astronómica. Andrew Ainslie Common, un ingeniero de Ealing, por ejemplo, construyó un espléndido espejo reflector Cassegrain de 150 cm de diámetro en 1889, con el cual (junto con su otro telescopio de 95 cm) fue pionero en la fotografía de nebulosas.
Una vez que los aficionados demostraron al mundo que estas tecnologías aparentemente experimentales realmente funcionaban, los observatorios profesionales comenzaron a imitarlos. Ese es el origen de los telescopios de los grandes observatorios profesionales del siglo XX, de los grandes proyectos de investigación, y de los orígenes de los modernos telescopios aficionados como los Schmidt-Cassegrain y los Maksutovs.
Sin embargo, los grandes telescopios fotográficos construidos hasta 1930, especialmente en los nuevos observatorios como Monte Wilson, tenían campos bastante pequeños de poco más de 1º. Esta limitación se sufrió especialmente a medida que los telescopios profesionales del siglo XX avanzaban velozmente hacia nuevas áreas. Hacia finales de la década de los 20, a la estela de los trabajos de Edwin Hubble y de otros sobre la distribución y densidad galáctica, había cada vez más una mayor necesidad de telescopios potentes de gran campo, que pudieran fotografiar grandes regiones de cielo con una sola placa. De la misma forma los estudios de meteoros, como los desarrollados por los astrónomos de Harvard, exigían también el uso de telescopios de gran campo. Los reflectores eran la configuración obvia para todo tipo de trabajos astronómicos, puesto que era mucho más fácil y barato construir grandes espejos que grandes lentes.

Bernhard Schmidt
Pero, aquí nos encontramos con uno de los grandes genios ópticos: Bernhard Schmidt, casi autodidacta por completo. Schmidt nacio en Estonia, en su época una parte del gran imperio ruso. Schmidt experimentó desde joven con pólvora en su juventud y por ello desgraciadamente perdió su mano derecha. Sin embargo, era la luz lo que le fascinaba, mientras estudiaba óptica, su genio se hacía patente en su negocio de fabricación de lentes y espejos. Entre 1904 y 1914 adquirió una excelente reputación. Durante la primera guerra mundial su negocio se hundió, pero fue persuadido para aceptar una invitación para el observatorio de Hamburgo por su director el Doctor Richard Schorr, aunque Schmidt no tenía ningún cometido específico en el observatorio, se le dieron recursos y espacio para realizar sus experimentos. Schmidt trabajó en una cámara de gran campo y construyó un prototipo de ella hacia 1930 había nacido la Cámara Schmidt.
Continuará...
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