Historia Sucia de Guayaquil, relatos nostálgicos de los avatares de un perdedor

Publicado el 26 agosto 2016 por Ispamaga @is_ma_ga

Hace unos días leí este libro y no pude leerlo en voz alta por el vocabulario desvergonzado que tienen los relatos, lo leí con timidez, pero poco a poco me fui metiendo en las historias y pude apreciar este libro realista en donde no hay censura para decir las cosas. Podría llamarse “realismo sucio”, pero este autor no cae  en los géneros literarios, sino que escribe desde su perspectiva y sus experiencias. El libro está conformado por 12 cuentos en los que nos expone una cartografía de Guayaquil desde el punto de vista individual y social de un ciudadano que ha vivido y ha luchado en una ciudad que se apaga y se prende sin interesarle quien pueda quedar ciego.

Con estos cuentos la nostalgia de anhelar un Guayaquil “hermoso y único” queda al absurdo de quienes no viven día a día en las calles. Guayaquil -Perla del Pacífico- podría ser solamente un cuento o una visión inconcreta de lo que puede ser “pulcro”. Santana nos dice que Guayaquil no es “bonito”, es una ciudad llena de ruido, de gente extraña, de mujeres que lo han vuelto loco.

Lo que busca el escritor es que los guayaquileños se sientan identificados con su libro, con lo popular, lo paradójico y lo poético de Guayaquil.  Nos invita a recorrer la ciudad a pie, porque es mejor apreciarla y conocerla de cerca y en eso se compone su obra, en hacernos un mapeo de áreas, lugares y espacios de Guayaquil en los que uno transita a diario, ya sea en un transporte público, privado o incluso a pie. Nos menciona lugares conocidos como la ciudadela Ferroviaria; la avenida 9 de Octubre, el Malecón 2000 y el café Barricaña.

En los relatos se encuentra con muchachos de la calle, bares nocturnos, mucho ruido y calor, y lo más importante para este escritor: las mujeres. Si un hombre lee estas historias ha de querer tener a esas mujeres que aparecen en cada relato. Es una explosión de deseos, música, sexo y alcohol.

No me sentí identificada con los personajes de los relatos, pero sí me sumergí en las historias, las sentí vívidas mientras leía en la comodidad de mi cama, pensaba en la cantidad de actos sexuales que el escritor plasma en muchos de los relatos. Lo que hizo fácil la lectura es la narración en la típica jerga guayaquileña y las ganas de saber qué pasa en esas historias ocultas, cochinas y decentes, llenas de honestidad.

A pesar de que el escritor menciona muchas cosas detestables de Guayaquil y el desconcierto que se vive en ella, Guayaquil nos enamora.

¿Cómo se hizo éste libro?

Gracias por pasarte.