Con estos cuentos la nostalgia de anhelar un Guayaquil “hermoso y único” queda al absurdo de quienes no viven día a día en las calles. Guayaquil -Perla del Pacífico- podría ser solamente un cuento o una visión inconcreta de lo que puede ser “pulcro”. Santana nos dice que Guayaquil no es “bonito”, es una ciudad llena de ruido, de gente extraña, de mujeres que lo han vuelto loco.
Lo que busca el escritor es que los guayaquileños se sientan identificados con su libro, con lo popular, lo paradójico y lo poético de Guayaquil. Nos invita a recorrer la ciudad a pie, porque es mejor apreciarla y conocerla de cerca y en eso se compone su obra, en hacernos un mapeo de áreas, lugares y espacios de Guayaquil en los que uno transita a diario, ya sea en un transporte público, privado o incluso a pie. Nos menciona lugares conocidos como la ciudadela Ferroviaria; la avenida 9 de Octubre, el Malecón 2000 y el café Barricaña.
En los relatos se encuentra con muchachos de la calle, bares nocturnos, mucho ruido y calor, y lo más importante para este escritor: las mujeres. Si un hombre lee estas historias ha de querer tener a esas mujeres que aparecen en cada relato. Es una explosión de deseos, música, sexo y alcohol.
No me sentí identificada con los personajes de los relatos, pero sí me sumergí en las historias, las sentí vívidas mientras leía en la comodidad de mi cama, pensaba en la cantidad de actos sexuales que el escritor plasma en muchos de los relatos. Lo que hizo fácil la lectura es la narración en la típica jerga guayaquileña y las ganas de saber qué pasa en esas historias ocultas, cochinas y decentes, llenas de honestidad.
A pesar de que el escritor menciona muchas cosas detestables de Guayaquil y el desconcierto que se vive en ella, Guayaquil nos enamora.
¿Cómo se hizo éste libro?
Gracias por pasarte.