Historia viva: Ucrania, la guerra olvidada de nunca acabar

Publicado el 06 julio 2016 por Salpebu
"Se cumplen dos años de la rendición de Slaviansk, donde empezó la guerra en UcraniaAllí fue donde los sublevados tomaron por primera vez las armas y fue su caída la que dio alas a Kiev para creer en que la victoria estaba cerca(05 de julio de 2016, Arturo Escarda/Efe.   Moscú.  EFE/Igor Kovalenko)El 5 de julio de 2014, tras dos meses de duros combates, los separatistas prorrusos rindieron a las fuerzas gubernamentales la ciudad de Slaviansk, convertida en un símbolo para las dos Ucranias enfrentadas en una guerra que ha costado la vida a cerca de 10.000 personas.Allí fue donde los sublevados tomaron por primera vez las armas y fue su caída la que dio alas a Kiev para creer en que la victoria estaba cerca.No pudo ser, porque tras varias semanas de rápidos avances en todos los frentes que permitieron a las fuerzas ucranianas llegar a las puertas de los bastiones rebeldes, los rusos -voluntarios, según Moscú; mercenarios y soldados enviados por el Kremlin, según Kiev- entraron en el juego y frenaron en seco la operación.La guerra que ha devuelto a Europa algunos de sus viejos miedos olvidados empezó en Slaviansk, una provinciana ciudad de 115.000 habitantes conocida hasta entonces por sus balnearios de barro y aguas minerales, y por la cercanía a uno de los cinco monasterios más importantes para los ortodoxos de Rusia y Ucrania.A 120 kilómetros al norte de Donetsk -capital de la homónima región, que a primeros de abril de 2014 se rebeló contra las fuerzas europeístas de Kiev- es también un nudo de comunicaciones estratégico, razón por la que fue elegida, según los expertos, para transformar las protestas populares en una sublevación armada.Andaban los periodistas de medio mundo en Donetsk y Lugansk, donde un grupo de activistas prorrusos desarmados había proclamado la independencia de sus regiones tras apoderarse de varios edificios públicos, cuando saltó la noticia de que los rebeldes habían tomado la comisaría de Slaviansk y se habían hecho con todo su arsenal.El Gobierno europeísta de Kiev no quiso caer de nuevo en los errores de Crimea, arrebatada a Ucrania sin un sólo tiro, y reaccionó con la declaración de una operación antiterrorista y el inmediato envío de tropas a la zona.En una entrevista publicada hoy por Life.ru, un miliciano que combatió hasta el último día por mantener la ciudad en manos de los prorrusos reconoció que la ciudad fue tomada el 12 de abril por medio centenar de combatientes que cruzaron ilegalmente la frontera desde Rusia.Esos hombres perfectamente pertrechados y uniformados que habían participado en la anexión de Crimea llegaron al este de Ucrania con sus propias armas y municiones, y al tomar la comisaría entregaron su arsenal a los residentes locales partidarios de la sublevación.El 13 de abril, Slaviansk amaneció temerosa de la respuesta ucraniana, tomada por un puñado de hombres recién convertidos en milicianos que patrullaban las calles fusil en mano como los auténticos dueños de la ciudad.Pocos creían entonces en que la situación acabaría en una sangrienta guerra, sobre todo con el recuerdo fresco de la pacífica retirada de los militares ucranianos de Crimea.Para Kiev, en Slaviansk empezó una operación militar orquestada por el Kremlin para arrebatar a Ucrania el Donbass, un territorio industrial rico en recursos naturales y conformado por las regiones de Donetsk y Lugansk, fronterizas con Rusia.Otros creen que el deseo de Moscú se limitaba a provocar tensiones internas en Ucrania jugando con los miedos de la población étnica rusa mayoritaria en esa zona del país, atemorizada por el fantasma de los ultranacionalistas que derrocaron al régimen del expresidente Víktor Yanukóvich en la revolución del Maidán.Pese a que Rusia siempre ha negado cualquier implicación en el conflicto de Ucrania, sí ha tenido que reconocer que como poco cientos de sus ciudadanos, muchos de ellos militares (fuera de servicio según Moscú), han combatido contra las fuerzas de Kiev, sobre todo en los meses del verano y el otoño de 2014.Si la intención era debilitar al Gobierno ucraniano y alejar al país de la órbita de la OTAN y la Unión Europea, en Slaviansk la situación se fue de las manos.Tras una serie de tímidos intentos de recuperar la ciudad, las tropas ucranianas lanzaron el 2 de mayo una operación militar en toda regla y pocos días después los muertos en ambos bandos ya se contaban por decenas.Slaviansk y la vecina Kramatorsk se convirtieron en un objetivo a batir para Kiev, cuestión de orgullo para unos y otros, escenario de la primera batalla que nadie quería perder.Hace dos años, los hombres de Strelkov que habían retado a Kiev, a los que para entonces se habían sumado centenares de combatientes, rompieron el cerco de los militares ucranianos y dejaron la cuna de su guerra para retroceder a Donetsk, bastión de los sublevados hasta el día de hoy”
Será porque paseando por Kiev nadie podrá imaginarse que el ejército ucraniano está en pie de guerra. Será porque las gentes no hablan casi nada del conflicto armado que sigue activo en el este de la nación, la realidad es que ese traumático y sangriento enfrentamiento continúa sin solución, pasando por días más desapercibido, y cada vez más muertos incrementan unas realidades que nunca debieran haberse producido. Me consta que algunos escritores y tratadistas enamorados de Rusia (y de varios de ellos soy un buen amigo y hasta discrepamos conservando la armonía y las formas) opinan que en la raíz del conflicto se halla la tendencia nacionalista y de extrema derecha que alimentan los Estados Unidos de América y la Unión Europea, para tener contenida (o al menos entretenida) a Rusia. No opino así, y desde luego no puedo ocultar que Rusia, de una u otra manera, sigue enviando hombres y material a los secesionistas de Donbass y Lugansk, a quienes “alimenta” el ansia independentista con el ejemplo de Crimea. Reflejo ineludible de sus reminiscencias de potencia imperialista.No puedo olvidar, porque lo he vivido en múltiples ocasiones, que las gentes de esas dos regiones eran y son muy de cultura rusa, no solo por la cercanía, sino también por el idioma y las costumbres. Pero eso nunca puede ser justificación para que el gobierno de Putin, de una u otra manera, generalmente de forma hábil y sibilina, siga alimentando un conflicto bélico en toda regla que ha destrozado las dos zonas probablemente más ricas de Ucrania. Ahora, ni riqueza, ni ciudades, ni cultura, ni desarrollo. Muerte.Y bien se sabe que mientras hablan las armas difícilmente dialogan los afectados. No se, en verdad, qué va a ocurrir con este dramático conflicto. Pero sí conozco bastantes gentes y familias que se han venido a España, buscando asilo o la condición de refugiados, con tal de evitar el servicio de armas para los cabezas de familia, o huir de la depresión económica en que se halla Ucrania, o, esencialmente, buscando una paz social que no se respira en el país del Dniéper. Todo muy lamentable, pero mucho más que la Unión Europea alentara la pugna y oposición a Rusia y después se haya escurrido de las ayudas al pueblo ucraniano. Es cierto que en Ucrania galopa por doquier la corrupción y no es fácil que las ayudas económicas lleguen a su destino, pero el auxilio de Europa se esfuma en manos de los mismos oligarcas de siempre, que siguen amasando enormes fortunas a costa de un pueblo que cada vez se aprieta más el cinturón y se refugia más en las nostalgias de “lo que pudo haber sido y no fue”. ¡Dios salve a Ucrania, porque los países que se dicen amigos poco hacen para ello!
"Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras"  Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano. SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA