Historias de Jerusalén

Publicado el 06 mayo 2010 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Se puede descubrir el mundo a través de un periódico. También se pueden descubrir los intereses del grupo propietario, las manías personales del director, un buen puñado de errores y a veces un poco de, por utilizar su expresión, "ficción interesada". Un periódico es un artefacto complejo que conviene manejar con cuidado. Y con un punto de escepticismo, como todo en la vida”.

Quien habla es Enric González, columnista necesario y cronista ejemplar de EL PAÍS. Después de años de corresponsal en la ciudad santa y ruinosa, González ha recopilado sus mejores historias para dejarnos un nueva “guía de contexto de una ciudad”. “Historias de Jerusalén - que cierra una trilogía iniciada con “Historias de Londres" y seguida por “Historias de Nueva York”– es un viaje breve repleto de historias. Desde el rabino argentino que se convirtió al judaísmo tras el corralito hasta el inversor palestino que invirtió y perdió todos sus ahorros en un túnel de contrabando de Hamas.

Los libros sobre ciudades suelen ser de dos tipos: embelesadas historias de amor o crónicas tristes de una decepción". González dice que llegó a Jerusalén con sus tres gatos, su pareja y prejuicios projudíos. Unos prejuicios que no implicaban una visión antipalestina: en sus historias jerosolimitanas hay intransigentes a ambos lados de la fe. Te toca decidir si este libro es una historia enamorada o una crónica de tristeza.

NOTA: “El oficio periodístico está mal, como siempre. Llevo 30 años en esto y nunca ha estado bien. Pero está mejor que la metalurgia, la minería o la inversión filatélica, o sea que tiene un pasar”. Enric González  no ha escrito aún “Historias de Jerusalén”. Quizá nunca lo haga, aunque creo que sería un libro muy interesante y, si fuera su editor, le daría un adelanto. Al fin y al cabo, los responsables de El País le han dado la oportunidad de escribirlo. A cambio de mandar a González a Jerusalén, los lectores de El País nos hemos quedado sin su columna casi diaria. No sé tú, pero no creo merecer este castigo.
 
10/11/09