“Historias de Jota”, reseña atípica de un libro atípico

Publicado el 16 marzo 2013 por Laesfera
Crítica: @FranCoescribe
Me he convertido en una especie de imán para que lleguen hasta mí, cierto tipo de libros. Por un amigo de un amigo, por un conocido de un familiar o cliente... me han llegado libros de maridos que han encontrado, una vez muerta su esposa, escritos que forman una novela. Hijos que han querido publicar las cartas de amor que recibía su madre y que las tenía escondidas en un cofre guardado. El de un señor paralítico que se dedicó a escribir su vida junto a una extensa recopilación de datos de La Gomera y así podría seguir enumerando bastantes casos. 

Título: "Historias de Jota"
 Autor: J Cassinello
 ISBN: 978-84-615-6309-8
 Primera edición: Marzo 2012
 Autoedición. Páginas: 128

Hace algunas semanas, telefónicamente, un buen amigo me dijo: “Francisco, te mando el libro de un amigo que...” Yo no terminé de escuchar lo que me dijo. Los amigos ya sabemos para que están y sin dejar que terminara le dije: “¡Vale, envíamelo!”. Casi no recuerdo lo que me dijo sobre el libro. Lo único que escuché y que puede entender es que era algo de Jota. Pensé “encima la cosa va de bailes regionales, que no soporto ni las Isas Canarias, que es como creo que se llama el folclore de mis islas”. Y como de costumbre me hice la típica fotografía de la mayoría de los libros que te llegan: argumentos manidos, personajes planos, historias llenas de incongruencias, errores gramaticales, redundancias, literatura sin fuerza... Pocas personas son conscientes de que cuando te regalan un libro y eres editor o realizas reseñas, te hacen una puñeta. Te están restando de tu vida entre 10 y 15 horas, que es lo que habitualmente se tarda en leer un libro, en un periodo de varios días y posteriormente madurar lo que has leído para redactar la correspondiente reseña. También te obliga a leer cosas que jamás leerías por tu voluntad. Y para más INRI tienes el compromiso y la presión de hacerlo de forma positiva.

Llegó el libro. Lo fui desempaquetando mientras salía de la oficina de correos de mi apartado postal. Ya en mis manos, por defecto profesional, me detuve en la portada. No era la usual de un libro. Me descolocó. Se asemejaba más a la portada de un disco, a la agenda de un adolescente llena de

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