Ya han pasado dos semanas desde que publiqué la última historia de las lectoras y te presenté a Jeidi. Hoy vuelvo a presentarte a una mujer que luce su cabello natural, alejándose de la química que maltrata tanto nuestro cabello. Hoy quiero presentarte a Julia.
Conocí personalmente a Julia hará cerca de tres años ya, cuando decidí empezar mi transición, y fui a uno de los encuentros organizados por Tris de Afrohair. Nos vimos unas cuantas veces más, pero no fue hasta casi un año después que empezamos a tener contacto más habitualmente, cuando mi querida Jazz de La vida en negrita nos metió a unas cuantas chicas en un grupo de whatsapp. Bien, a día de hoy puedo decir que Julia se ha convertido en una gran amiga, con la que compartir de todo: confidencias, risas, preocupaciones… la quiero mucho, y creo que ella lo sabe, por eso me hace mucha ilusión que finalmente se haya animado a participar en la sección Historias de las lectoras.
La historia de Julia
Soy Julia, y llevo sin alisarme el pelo desde hace unos cinco años.
Nací en Colombia, un país donde el mestizaje se hace patente en cualquier parte de su geografía. Sin embargo, no deja de haber bastante racismo, así que desde que una mujer negra se queda embarazada, ya empieza a escuchar los comentarios que le hacen sobre el pelo de su bebé:
”Uyyy, ¡¡ojalá que no te salga la niña con ese pelo tan duro!!”
”Juuummmmm… menos mal tu marido tiene el pelo bueno, ¡así no tendrás que luchar con ese pelo de negra!”
”¡Ayyyy no! ¡¡La niña te salió con ese pelo muy churrusco!!”
Así que, más o menos a partir de los trece años, las madres llevan a las niñas a aplicarse el famoso alicer casero ¡hecho a base de sosa caustica! Yo aguanté con mi pelo duro -o mal llamado pelo quieto como dicen en Colombia en plan despectivo- hasta los veinte años; pero cuando empecé a hacer mis pinitos en el mundo de la moda, lo primero que me dijeron en las escuelas y agencias de modelo fue que mi pelo de negra tenía que desaparecer de mi cabeza.
Así que ni modo: tocó alisarme y bueno….ya sabéis todo lo que esto supone:
- horas en la peluquería.
- rulos por la noche.
- sufrir por la humedad.
- sufrir por la lluvia….
Y así me pasé años… ¡hasta que opté por liberarme de esa esclavitud! Y esa decisión la tomé de un día para otro. No fue una cosa meditada.
Fue sencillamente un arrebato.
Solíamos meternos en la piscina los fines de semana, y toda mi familia se divertía y se lo pasaba súper bien en el agua, ¡menos yo! Por el contrario, a lo único que yo me dedicaba mientras nos bañábamos era a pegar gritos como una histérica para que no me tocaran el pelo con las manos mojadas ni me salpicaran de agua.Cansada y harta de esto, un domingo cualquiera me salí de la piscina, me metí en el cuarto de baño… ¡¡y le metí la tijera a todo el pelo que tenía alisado!! Cuando salí me volví a meter en la piscina con mi familia, lo primero que hice fue sumergir la cabeza en el agua y sentirla en mi cráneo. ¡¡Buah!! ¡¡Qué sensación!!
¡Por primera vez pude disfrutar y jugar con mi hija pequeña sin tenerme que preocupar del pelo!
Desde entonces llevo mi pelo natural. A todo el mundo le encantó el cambio; el primero, mi marido.
Unos días después mi hermana vino a casa y me pidió que le cortara el pelo también a ella. Y pocos semanas después… ¡¡mi madre se apunto al carro!!
Ésta es la historia de Julia. Recuerdo que la escuché por primera vez en 2012, en el encuentro Primavera Rizada que organizó Tris con la presencia de Miss Rizos. La historia de Julia me impactó muchísimo, porque me vi claramente representada. Y recordé cómo yo tampoco disfrutaba en la playa o en la piscina por miedo a que me mojaran el pelo liso. Parece mentira, pero ¿te das cuenta de lo liberador que finalmente resulta llevar el pelo sin alisados químicos? ¿Te das cuenta cómo algo tan gratificante como disfrutar de un día de piscina o de playa se puede convertir en una tortura por la esclavitud del pelo alisado?
¿Te ha gustado la historia Julia? ¿Quieres decirle algo?
Deja tus comentarios y recuerda que si tú, como el resto de chicas que ya lo han hecho, quieres compartir tu historia en el blog, envíame un mail a flor@negraflor.com, con el asunto “Historias de las lectoras” con las fotos que quieras (si es más de una, yo haré una composición) y publicaré tu historia en el blog, y las fotos en el álbum de la página de fans y en el tablero de Pinterest.
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