Bogotá ha sido ciudad de tertulias. Vienen desde mediados del siglo XIX, desde los tiempos de los Mosaicos y las Grutas simbólicas. Van de salón en salón, de chichería en chichería y de café en café. Son automáticas o semi-automáticas. Unas más recordadas que otras. Casi todas marcadas por futuras obras literarias que surgieron en sus humeantes atmósferas.
Hace falta una genealogía de las tertulias bogotanas (yo me refiero a una genealogía fantástica!), que recoge por lo menos el último medio siglo. Vengo de una familia y círculo amical de tertulias. Nací y crecí en medio de ellas. Por eso les debo tanto y hasta ahora empiezo a rendir modesto tributo. Tantas voces y amigos entrañables que resuenan solo en viejas postales por ahora.
Entre el 2005 y el 2008 hice parte de una legendaria Tertulia, la "Semiautomática del café de l'Avenir" en la calle 11 con carrera 3 en Bogotá. Fueron años decisivos en mi vocación literaria. De grandes encuentros y noches infinitas, leyendo desde Mi Fausto de Paul Valéry hasta los poemas de Jattin.
Ahora, en la página 50 de mi novela (de 90), voy de frente con esos recuerdos y con medio siglo de "story" bogotana...