Un día en el camino me encontré con un señor que andaba en bicicleta dando alimento a los perros, me llamó la atención por que tanto sacrificio de subir en bici con tanto alimento, me acerco, y se lo pregunté directamente. Me contestó lo siguiente:
Yo fui malo, vine una noche a botar a mi perro, lo dejé amarrado, y me fuí.
Para que les cuento como quedé yo, para adentro.
El siguió relatándome emocionado, a mi señora no le gustaban los perros, cada día lo trataba mal, no le daba de comer, le pegaba, y lo único que quería que lo fuera a botar, de tanto aburrimiento un día me decidí, vine a este camino, era viernes, lo dejé amarrado a un árbol, y me fui, me fui mal de aquí, no pude dormir durante toda la noche, pensaba que no tendría que comer, los remordimientos no me dejaron cerrar los ojos, al otro día me levanté temprano y en contra de mi señora lo vine a buscar arrepentido, no lo encontré, me lo imaginaba muerto, atropellado, no lo encontré, y así volví cuatro días seguidos a buscarlo, pero no lo encontré, me dí por vencido, con un dolor que no se lo doy a nadie. Mi señora se enfermó fuerte, mis hijos lo hechaban de menos, les dijimos que se había perdido. Pasaron dos semanas y un día cuando al regresar de mi trabajo a la casa, mi perro estaba en la puerta esperándome moviendo la cola. Fue tanta mi emoción de verlo, ahí, esperándome.
El hombre empezó a llorar, a lo que yo le pregunté:
¿Que hiciste?
Lo tomé, le pedí perdón, lo abracé como nunca y prometí venir a dejarle comida a los perros que vienen a botar. Desde ese día, todo cambió en mi casa, hasta mi señora ahora lo cuida, lo saca a pasear, y trato de ayudar en lo que pueda, claro, a los perros que encuentro en mi camino. Hoy vine a cumplir mi promesa de traerles alimento a los perros del camino.
Al verlo a el, tan arrepentido, mis lágrimas culiás comenzaron a salir como locas, lo abracé, el me dió las gracias por lo que hacía con los perros abandonados. Seguimos conversando, me contó toda su experiencia, fue triste, yo no pude recriminarle, ya la vida se había encargado de hacerlo, le agradecí a Dios y a el, ya que con una persona que haya botado a su perro que se arrepienta, ya el mundo empieza a ser diferente.
Se despidió agradecido por haberlo escuchado. Tomó su bici y se fue. Nunca mas lo ví.
Este relato es uno de los titantos que pasan a ser parte de mis historias acumuladas y guardadas en mi mente y escritos personales.
¿Que te parece?
La vida siempre da vueltas, todo lo que hagas se devuelve, sea bueno o malo.
Antes de hacer algo, méditalo bien.
NO MAS ABANDONO DE PERROS.
Los perros del camino?... son todos aquellos que de una u otra manera estando perdidos o abandonados, Dios los pone en mi camino cuando paso...y algo me dice: tienes que detenerte, no puedes seguir...