Historias reales de infertilidad: Lucía

Por Clara Ingeniera @mamaingeniera

Un jueves más, os traigo otra historia real de infertilidad. ¿Os quedáis a leerla?

Cuéntanos algo de ti. ¿Cuál es tu nombre o pseudónimo? ¿Qué edad tienes? ¿Tienes blog, Twitter o Facebook?

Me podéis llamar Lucía, aunque no es mi verdadero nombre. Tengo 36 años. Soy tan arcaica que no tengo blog, Facebook ni Twitter.

El hecho de no decir mi nombre es porque nuestra historia de infertilidad ha permanecido oculta para casi todos. Para la familia para que no sufrieran y no preocuparles demasiado.

A día de hoy y viendo todo el camino que hemos tenido que recorrer, me alegro de haberlo hecho así. No hubiera soportado la presión extra de tener a todo el mundo pendiente de nosotros. Respecto del resto, que se embarazaban mientras nosotros seguíamos buscando, no queríamos que se sintieran incómodos contándonos los detalles de sus embarazos ni que tuviesen reparos en exteriorizar su alegría. No queríamos dar pena.

¿Cuánto tiempo has intentado quedarte embarazada de forma natural? ¿Estás buscando tu primer hijo?

Empezamos a buscar recién cumplidos los 31 años y tardamos tres años en conseguirlo, ya cumplidos los 34.

¿Cuál es el diagnóstico por el cuál no conseguíais el embarazo?

Después del primer año de búsqueda infructuosa empezamos a hacernos pruebas. Al principio se trataba del esperma de mi marido: oligoastenospermia, o sea, pocos y lentos. Mis pruebas salieron en principio todas bien (histerosalpingografía que no me dolió nada por cierto, análisis hormonal, eco…).

¿A qué tratamientos de fertilidad te has sometido? ¿Vas a someterte a alguno más?

Buf, un montón…Aquí empieza el lío…

En la clínica, dada mi edad, menor de 35 años y con el esperma de mi marido que valoraron que tampoco estaba tan mal, optaron por Inseminación Artificial. Me dijeron de hacerme hasta 4, que era mejor empezar por IA’s dado que eran tratamientos menos agresivos. Estábamos ya en el segundo año de búsqueda infructuosa, entre pruebas e historias.

Nosotros ya estábamos ansiosos por empezar.

– La 1ª IA la cancelaron después de pincharme porque me salió un quiste. Primera decepción, con las ganas que teníamos. Me puse los pinchacitos para nada.

– 2ª IA un fracaso porque el esperma de mi marido salió desastroso por los nervios, pero desastroso. No cancelaron porque ya que me había pinchado…

-3ª, 4ª y 5ª IAs todas negativas, con sus correspondientes pinchazos.

– Y como la 2ª en realidad no tenía opciones porque el esperma salió tan mal, me recomendaron una 6ª IA que salió también negativa.

Después me dicen en la clínica que se han dado cuenta que en las IA’s si a la segunda no te quedas es poco probable que lo consigas… Y eso se dan cuenta después de hacerme 5… sin comentarios.

Ya llevábamos dos años y medio perdidos.

Entonces nos pasan a FIV. ¡Por fin! Yo pensaba que la FIV era la panacea, embarazo seguro. Todas mis amigas que se habían hecho FIV se habían quedado a la primera. Yo ya estaba súper ilusionada.

Como se suponía que era tan joven y se presumía que mis óvulos eran buenos, hicimos ciclo corto de FIV. Me sacaron 7 óvulos, de los que valían 6, fecundaron 4, aguantaron 3, pero solo uno calidad B+. Me ponen el B+ y otro de calidad D.

Negativo, me viene la regla antes de la beta. El tercero lo descartan para congelar. Así que negativo y encima sin congelados. Al parecer soy baja respondedora y mis óvulos no son tan buenos como se esperaba.

Segunda FIV. Me recomienda una amiga ir a acupuntura. En algunas clínicas lo recomiendan. En la mía no, pero voy, no tengo nada que perder. Me cambian a ciclo largo de FIV, Menopur combinado con Gonal esta vez.

Esta vez 11 ovocitos, 7 aptos para fecundar, ¡aguantan 5! Me ponen 2 y congelan 3. ¡Y por fin llega nuestro positivo! No sé si fue el Menopur, si fue la acupuntura o que ya nos tocaba.

Y ya con 35 años llega nuestra princesa, que es la alegría de nuestra vida pero tras un embarazo tortuoso, en el cual nos salió mal el triple screening, casi nos morimos de la angustia, nos hacen amniocentesis (gracias a Dios los resultados salieron bien), mancho tras la amnio, me sale un mioma, me sale azúcar, me sale el streptococo positivo, me hacen cesárea… Con todo lo que llevábamos ya recorrido y sufrido.

Llevo sin poner medios desde que nació la niña y nada, esta infertilidad no se arregla. Vamos a ir a por nuestros congeladitos. Pero tengo miedo de que no cuajen y no sé si estoy dispuesta a empezar otro tratamiento. Me he hormonado mucho y no sé hasta que punto eso es bueno para el cuerpo. Este es un tema que me preocupa mucho, aunque he leído estudios que dicen que bla bla bla que no pasa nada. No sé…

¿Qué opinas de la ignorancia que existe alrededor de la infertilidad?

Que la gente que no pasa por esto no lo puede entender. Porque aunque se lo imaginen no pueden saber lo que se siente: la angustia hasta que no te llaman del laboratorio para decirte cuántos siguen adelante, la desesperación de las betaesperas, de las ecografías interminables, de los pinchazos, de las desilusiones.

¿Qué le dirías a otras parejas que, como vosotros, se tienen que enfrentar aun tratamiento de reproducción asistida?

Que hay que ser muy fuertes, que se sabe cuando se empieza pero no cuando se acaba. La pareja tiene que estar muy compenetrada porque es muy duro. Yo no estaba segura de que lo fuéramos a conseguir, de hecho pensaba que había posibilidades de que nunca lo lográramos, pero de lo que sí estaba segura es de que yo iba a hacer todo lo que estuviera en mi mano para conseguirlo.

La mujeres lo pasamos mal y llevamos toda la carga física del tratamiento, pero los chicos también lo pasan mal. Mi marido se sentía impotente de no poder hacer algo él, a parte de llenar el botecito, y siempre quería estar conmigo cuando me pinchaba para darme apoyo. Nuestro ritual de cada día: él me preparaba las inyecciones o el bolígrafo con la dosis y yo me lo pinchaba. Se sentía fatal de ver que tenía que ponerme tantos pinchazos.

Yo creo que he llevado el tratamiento en general bastante bien, anímicamente, quiero decir. Los negativos en las inseminaciones los fui aguantando, las desilusiones… pero cuando llegó el negativo de la primera FIV, lloré por primera vez de impotencia, porque yo estaba casi convencida de que ahí iba a estar nuestro ansiado positivo. Estaba ya tan harta que ya me ponía a pincharme y el brazo no me respondía, no me podía clavar las agujas… estaba fatal. Pero yo no podía rendirme.

¿Alguna cosa más que quieras añadir?

Que mucho ánimo para todas las que estáis inmersas en este universo de la infertilidad, que el camino es tortuoso y cuesta arriba y lleno de decepciones, pero que cuando lo consigues merece la pena y entonces lo pasado no importa, se olvida.

Felicidades Lucía por esa princesa. Muchísima suerte con tus congelados, ¡ojalá lo consigas!