Los viajes exigen riesgo. La idea de viajar, de ir de un sitio a otro, requiere la voluntad de perder algo. La cultura es a veces una renuncia. Sale uno con un equipaje y lo abandona en el camino porque no lo precisa. Acaba de descubrir que no le hace falta nada de lo que contiene. Prefiere empezar de cero, una especie de formateo o de reboot interno. Yo era aquél y ahora soy éste. Algo así, en lo musical, podría contar Xavi Nuez, un músico que indaga en cómo sería dejar de ser lo que fue y ser otra cosa, aunque sea transitoriamente, por ver qué hay en el trayecto y qué encuentra a su término. Xavi viene del punk y del metal y del hard rock. No es un asunto baladí éste. Del punk a veces no se va a ningún sitio. No porque sea una vía muerta, no porque el punk se cierre en sí mismo, se encapsule y censure cualquiera injerencia externa: no se va a ningún sitio porque es un género hermético, de difícil acople con otros o porque el punk o el metal o el hard rock en menor medida, se deja intimar poco, no da muchas licencias. Quizá ninguna. Hay que resetear, ya lo hemos dejado escrito. Tal vez ahí resida la razón por la que Xavi Nuez opte por iniciar su carrera en solitaria, sin la banda en la que tocó, The Sick Side o Akoso antes, y probar texturas más endebles en apariencia, de fácil escucha si se piensa de dónde procede el autor y en qué escenario ha decidido situarse.
Historias varias es una aventura periférica, un manifiesto personal de adhesiones, de afectos, admirable en su deseo de llegar lejos, de hacerse oír, de encontrar un hueco. Debe haber suficientes huecos en el mercado, no lo dudo, pero debe ser difícil instalarse en uno, plantar un escaparate lo suficientemente vistoso como para que el transeúnte se pare delante y al menos dedique un tiempo a apreciar lo ofrecido. Lo que Xavi Nuez ofrece es un disco que crece conforme se escucha. No se gasta, no agota su caudal de sentimientos, su particular sentido de la belleza: prefiere circular con esa modestia de lo que acaba de echarse andar, sin querer todavía llamar mucho la atención, pero dejando evidencias de que todo está pensado, trabajado a conciencia, cuidado al detalle. Sólo hay que fijarse en los arreglos de las guitarras, en el manejo limpio de melodías que van creciendo, sin solaparse, sin repetirse. Cae uno en la cuenta de que no hay músico al que no se le vea el plumero, de quien no se adviertan influencias, a quien no se le aprecien los afectos. A Xavi Nuez le debe fascinar el pop, el rock, el folk y hasta la clásica. Todo está aquí, en estas pocas canciones, en esta media hora de intensidad honesta, a la que quizá sólo se le eche en falta una brizna de osadía instrumental, asunto que quizá le interese poco en esta ocasión o no ha habido, por parte de quien le produce o asesora o aconseja, esa voluntad de cuajar un producto más cuajado, con arreglos de disco grande, aún a pesar de que su tamaño es enorme, por lo que muestra, por cuanto anuncia.
La voz, esa afinación intensa, esa inclinación al desgarro contenido, a caer sin tener necesariamente que darse de bruces con el suelo, hace que las canciones adquieran un peso, una especie de tendencia a mantenerse en el aire, a no difuminarse, pero escuchando canciones como La canción que prometí o Un día especial, probablemente la que más se apega al oído y la más radiofónica, pensé en una voz de más dulce timbre, en una de esas cantantes de asiento indie que apuestan por susurrar, por hacerlo todo melifluo, mínimo, de una intimidad hostil a veces. Y las imaginé bien, comprendí que es un material de recorrido largo, que gana en versiones, en adaptaciones, en esa idea popular en estos tiempos de añadir capas y hacer que una cosa parezca otra, aunque si prestamos atención se advierta que está ahí debajo, esperando que se la reconozca. También pensé, cómo no, no seré el primero, en el Bob Dylan de los sesenta, antes de descubrir la bendita electricidad y tocar en los grandes estadios, cuando iba a las universidades y a los bares oscuros donde se tocaba a pelo, sin amplificar, sin interferir en la naturaleza primera de la música, la del que canta mirando a la cara al que escucha. Así podría sentirse Historias varias. Como una confesión de un amigo a otro. Uno que se vacía y otro, paciente, que se va llenando. Justo lo que no es posible encontrar, al menos no con esta intensidad lírica, en el rock cañero, en el punk o en cualquier género que no requiera la quietud del que escucha. Aquí, no se cuestiona eso, la quietud existe, sin que esa circunstancia endulce el resultado, lo rebaje. A mi adorado Neil Young, por contra, se le da estupendamente matrimoniar el rock de garaje, el sucio, el desgarrado, con la poesía, con la lírica, a la que se encomienda la transmisión de los valores, la belleza de las emociones, incluso la frescura y la hondura del lenguaje. Xavi Nuez no es Bob Dylan, ni Neil Young, pero de seguro aceptaría irse viendo en ellos, dejando que las melodías se impregnen de toda esa rabia urbana de quien no ha dejado del todo el ruido. No ha muerto la electricidad. Quizá se quedó a la espera, por si la llaman.
Adenda:Xavi Nuez no es nadie a quien conozca. Sólo poseo la información que cualquiera podría sacar en la red. No obstante, hay mucho extraíble del disco que está promocionando. Supongo que por eso me invitó a que lo reseñara. No quería (imagino) una crítica sesuda, de las que despachan las revistas del ramo. No es ése mi oficio. Me ciño a dejarme llevar por lo que me cuentan las canciones. Las suyas son un libro abierto, como suele decirse. Se expanden, alcanzan la lejanía que a veces no procura el rock, de donde procede. Interesa la historia de cada canción (el amor, la mirada interior, el desasosiego, la desesperanza) y lo que el músico (el compositor también) elije para que esa visión de la cosas prospere. Cada deseo tiene una melodía que lo explicita, podríamos decir. A mi respecto, agradezco la confianza en que yo pueda contribuir a que Historia varias se difunda. No alcanzo a comprender qué puedo yo hacer, a qué acudir para que esa confianza no flaquee o acabe yéndose.Si pedirme que diga si me gustó o no su disco pueda ser útil. Sé, faltaría más, que es un disco primerizo; sé también que tiene pasajes que brillan (esos arreglos de guitarra son buenos de verdad) y otros, cómo podría ser de otra forma, menos intensos, y que Xavi Nuez, a poco que persevere, se hará oír. Perseverar, he ahí el problema. No creo que Xavi pare aquí.