Es de esperar que ningún cinéfago se resista a la tentación de ver esta película, no tanto porque espere encontrar detalles biográficos nuevos sobre el maestro del suspense cuanto por recuperar el regusto que deja en su memoria fílmica los ecos de un buen puñados de películas. No en vano, al terminar de ver Hitchcock le entran a uno ganas incontenibles de revisitar Psicosis, o cualquier otra de las delicias audiovisuales del realizador británico. La película de Gervasi opera a modo de detonante en la curiosidad del neófito y de aperitivo suave (que antecede al primer plato) para el espectador curtido en horas de metraje.Hitchcock es una cinta sin pretensiones. No aspira a excelencias mayores que ofrecer una sencilla crónica de las desventuras que rodearon el rodaje de Psicosis y un micro biopic sobre los intersticios psicológicos de genio artístico. Pero todo ello sin mucho aspaviento ni lecturas complejas. La trama fluye con soltura y el tiempo pasa ligero para el espectador sin prejuicios ni aspiraciones. Aún teniendo cierta cultura cinéfila, agradeces la pintura naïf del protagonista sin rechistar.Como biopic, Hitchcock no aporta nada nuevo. Reproduce el esquema básico que asocia genialidad con disfunciones psicológicas, pero sin cargar tintas en el conflicto; todo dentro de un retrato creado con pinceladas discretas, en ocasiones caricaturescas, que piden la empatía del espectador y su complicidad cinéfila, pero le evitan entrar en la categoría del drama. La aspereza y el cinismo sagaz del maestro son trazadas con suavidad; quedan tras los títulos de crédito finales como un retrato venial que demuestra la benevolencia de Gervasi hacia quien de seguro venera como director y a quien se retrae a diseccionar con crueldad.Se queda uno con ganas de apreciar la dicción de Hopkins en su versión original, disfrutas con la excelente interpretación de Mirren en el papel de sufrida esposa y paseas con placer por unos secundarios más que decentes, bien caracterizados, aunque sin perfilar apenas. Y poco más. Hitchcock es tan solo un macguffin que opera a modo de dopamina en manos del cinéfilo insobornable. Estimulará tu hambre de cine, pero dificilmente le harás hueco en tu cineteca de imprescindibles. Nada más pretendió Gervasi y nada más te llevas.
Es de esperar que ningún cinéfago se resista a la tentación de ver esta película, no tanto porque espere encontrar detalles biográficos nuevos sobre el maestro del suspense cuanto por recuperar el regusto que deja en su memoria fílmica los ecos de un buen puñados de películas. No en vano, al terminar de ver Hitchcock le entran a uno ganas incontenibles de revisitar Psicosis, o cualquier otra de las delicias audiovisuales del realizador británico. La película de Gervasi opera a modo de detonante en la curiosidad del neófito y de aperitivo suave (que antecede al primer plato) para el espectador curtido en horas de metraje.Hitchcock es una cinta sin pretensiones. No aspira a excelencias mayores que ofrecer una sencilla crónica de las desventuras que rodearon el rodaje de Psicosis y un micro biopic sobre los intersticios psicológicos de genio artístico. Pero todo ello sin mucho aspaviento ni lecturas complejas. La trama fluye con soltura y el tiempo pasa ligero para el espectador sin prejuicios ni aspiraciones. Aún teniendo cierta cultura cinéfila, agradeces la pintura naïf del protagonista sin rechistar.Como biopic, Hitchcock no aporta nada nuevo. Reproduce el esquema básico que asocia genialidad con disfunciones psicológicas, pero sin cargar tintas en el conflicto; todo dentro de un retrato creado con pinceladas discretas, en ocasiones caricaturescas, que piden la empatía del espectador y su complicidad cinéfila, pero le evitan entrar en la categoría del drama. La aspereza y el cinismo sagaz del maestro son trazadas con suavidad; quedan tras los títulos de crédito finales como un retrato venial que demuestra la benevolencia de Gervasi hacia quien de seguro venera como director y a quien se retrae a diseccionar con crueldad.Se queda uno con ganas de apreciar la dicción de Hopkins en su versión original, disfrutas con la excelente interpretación de Mirren en el papel de sufrida esposa y paseas con placer por unos secundarios más que decentes, bien caracterizados, aunque sin perfilar apenas. Y poco más. Hitchcock es tan solo un macguffin que opera a modo de dopamina en manos del cinéfilo insobornable. Estimulará tu hambre de cine, pero dificilmente le harás hueco en tu cineteca de imprescindibles. Nada más pretendió Gervasi y nada más te llevas.