Hitler no era socialista... da pena tener que explicarlo

Por Daniel_galarza
"Se trata de hacernos creer que lo que hacen los fascistas no es fascismo; que lo que hacen quienes se oponen al fascismo sí lo es. Es una jugada orwelliana; manipular las palabras para controlar el entendimiento: la guerra es la paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es la fuerza."
Maik Civeira.

Sin duda, publicidad convincente para quien no sabe historia... o sea, para un potencial gran sector de la población, por desgracia.

Hace poco más de un año que terminé una miniserie de cuenta regresiva que llamé "Los mitos sobre Hitler" (aquí la segunda y tercera parte, y acá el de pilón), escritos que me costaron tiempo y algo de esfuerzo en documentarme apropiadamente para tratar cada uno de los puntos que traté. En ese entonces no me había tocado escuchar tan seguido una tontada que hoy, hasta uno de mis autores favoritos la repite como si fuera una verdad obvia: Adolf Hitler era un socialista, y el partido nazi era de izquierda. Insisto, hace un año tal bobada no me era tan familiar (repetida cada vez más en nuestro tiempo por la alt right). Había escuchado más que Hitler era darwiniano, que había establecido contacto con extraterrestres o que era inocente del Holocausto. (O tal vez ignoraba más a los libertarios y sus parientes conservadores).
Hoy cada vez son más los grupos y sitios web (usualmente de derecha, en especial de libertarios) que aseguran que Hitler estaba más cercano a dictadores "socialistas" como Stalin, Castro o Maduro, y que el nazismo cumple todas las características de un gobierno (o mejor dicho, una dictadura) socialista. Los autores libertarados liberfachos libertarios que promueven esta mentira, tienen un punto común con aquellos que aseguran una conexión entre el nazismo y la teoría darwiniana, o que el Führer era ateo: se trata de personas ansiosas por encontrar una conexión nefasta de una idea que odian a muerte (la evolución, el ateísmo o el socialismo), con un personaje que se identifica como lo peor que la humanidad llegó a producir (Hitler y el nazismo). Algo conocido como falacia de asociación.  Y al igual que en los casos de cristianos fundamentalistas alegando el ateísmo darwiniano del personaje más oscuro de la historia moderna, las afirmaciones del socialismo de Hitler no tienen pies ni cabeza.

¿El socialismo como padre del nazismo?


Tal vez lo que muchos harían para aclarar este mito, es el definir qué es el socialismo, el fascismo y el capitalismo, dado que los promotores del Hitler socialista consideran a priori que toda ideología que se oponga al libre mercado es socialista. Así lo muestra la embustera guatemalteca Gloria Álvarez al "gritar" por facebook que "el nazismo es socialismo, porque el socialismo es totalitarismo", basada a su vez en un artículo (de referencia para todo libertario) de Mises Institute, titulado "Why nazism was socialism and Why socialism is totalitarian", escrito por George Reisman (un economista libertario creador a su vez del portal Capitalism.net).
Pero eso de aclarar qué es el socialismo se han ocupado ya otros autores excelentes, empezando por el filósofo argentino Mario Bunge con su ensayo "¿Existió el socialismo alguna vez, y tiene porvenir?", contenido a su vez en la antología compilada por Bunge y Carlos Gabetta, ¿Tiene porvenir el socialismo? (2013). O tal vez se puede consultar la Introducción a las doctrinas político-económicas (1956) librito de Walter Montenegro editado varias veces hasta nuestros días por el Fondo de Cultura Económica, que considero el libro introductorio base para los interesados en ciencia política del siglo XX, pues explica el liberalismo, el capitalismo, el marxismo, la democracia cristiana, el fascismo y el nazismo (evidentemente, por su antigüedad no se ocupa de fenómenos más actuales, como el neoliberalismo).
Pero si uno no está dispuesto a gastar en libros, tal vez prefiera ver el video de Mauricio-José Schwarz dedicado al tema, y explicado con manzanitas:

Uno pensaría que con tanta información disponible, pensar que Hitler era un izquierdista socialista solo es una tontería propia de analfabetas de la historia, como Gloria Álvarez y su club de fans. Pero lo cierto es que el mito es un poco más antiguo. No es sorprendente darnos cuenta que los promotores originales de esta idea fueran aquellos ideólogos que se vieron directamente amenazados en algún momento por el régimen nazi, tal como los proponentes de la escuela austriaca de economía, Ludwig von Mises y Friedrich Hayek. De hecho, es curioso ver que los libertarios actuales no suelen hacer mucha alusión a estos autores, ni siquiera porque Hayek dedicó un capítulo entero a demostrar las "raíces socialistas del nazismo" en su obra cumbre Camino a la servidumbre (1944), lo que me hace pensar que sería todo un tema de investigación sociológica y pedagógica medir el nivel de cultura general de los libertarios.
Hayek, varias veces más elocuente que cualquier autor facho actual, se cuestiona por el origen del pensamiento nazi que, sostiene, era defendido por una minoría descartable a inicios del siglo XX:
"No fue sólo la derrota, el sufrimiento y la ola de nacionalismo lo que trajo su triunfo.Todavía menos fue su origen, como muchas gentes desean creer, una reacción capitalista contra el avance del socialismo. Por el contrario, la ayuda que dio el predominio a estas ideas vino precisamente del campo socialista. En realidad, no fue la burguesía, sino más bien la ausencia de una fuerte burguesía, lo que contribuyó a elevarlas al poder. Las doctrinas que guiaron a los sectores dirigentes de Alemania en la generación pasada no se oponían al socialismo en cuanto marxismo, sino a los elementos liberales contenidos en aquél: su internacionalismo y a su democracia. Y a medida que se hizo más claro que eran precisamente estos elementos los obstáculos para la realización del socialismo, los socialistas de la izquierda se aproximaron más y más a los de la derecha. Fue la unión de las fuerzas anticapitalistas de la derecha y la izquierda, la fusión del socialismo radical con el conservador, lo que expulsó de Alemania a todo lo que era liberal."
Luego de asegurar que autores como Fichte, Rodbertus y Lasalle fueran al mismo tiempo padres del socialismo e inspiración para el nazismo (afirmación que no demuestra, sino que solo la da por hecho), Hayek continúa inventando construyendo la historia del nazismo:
"A partir de 1914 surgen de las filas del socialismo marxista un predicador tras otro que conducen al redil del nacionalsocialismo, no a los conservadores y reaccionarios, sino a los trabajadores manuales y a la juventud idealista. Sólo más tarde alcanzó la marea del socialismo nacionalista considerable importancia y se transformó rápidamente en la doctrina hitleriana. La histeria bélica de 1914, que, precisamente por causa de la derrota alemana, no se curó jamás por completo, es el comienzo del moderno desenvolvimiento que produjo el nacionalsocialismo, el cual surgió durante este periodo gracias en buena parte a la asistencia de viejos socialistas."
Hayek continúa relatando después la obra de dos sociólogos: Werner Sombart y Johann Plenge, ambos destacados estudiosos de Marx en sus primeros años de vida académica, pero que al hacerse viejos mostraron un pensamiento nacionalista e incluso (en el caso de Sombart) cercano al antisemitismo. Aunque Plenge suele ser considerado uno de los antecesores del nazismo, Hayek no se molesta en probar cómo el pensamiento socialista de juventud de estos autores tuvo conexión con lo que décadas después alegaban sobre lo sagrado de la guerra contra Inglaterra (como un conflicto no entre naciones, sino entre dos principios opuestos), o sobre cómo el individuo estaba despojado de derechos y solo tenía deberes como grupo para su nación. Solo señala como punto en común el concepto de "organización"que es, "como para todos los socialistas que extraen su socialismo de una tosca aplicación de los ideales científicos a los problemas de la sociedad, la esencia del socialismo."
Las citas a autores que cimentaron el nacionalismo (más que alguna forma de socialismo) continúan a lo largo del capítulo de Camino a la servidumbre, quien se ocupa en mostrar en cómo estos autores de las primeras décadas del siglo XX, proclamaban orgullosos que el Estado alemán debía ser fuerte e incluso regir a los demás países, en contraste con el "Estado débil" de la Inglaterra liberal. Se vuelve así evidente el cómo nuestro autor se aseguraba de mostrarnos que aquellos pensadores que inspirarían los modelos de gobierno en Alemania posteriores a la Primera Guerra Mundial (PGM), estaban alejados del liberalismo y, con esto, del capitalismo. Destacan sobre todo las citas de Paul Lensch, un periodista marxista antecesor de las tendencias de derecha del partido socialdemócrata alemán (no se confunda, la moderna socialdemocracia tiene sus orígenes en la segunda mitad del siglo XX), para quien la PGM era el inicio de una revolución y el fin del capitalismo. Hayek asegura que aquellos que se oponían a estas ideas eran los liberales.
Luego de tantas citas y nombres, al fin menciona a un autor relacionado directamente con el nazismo: Oswald Spengler, de quien asegura haberse nutrido de los nacionalistas socialdemócratas ya mencionados. Spengler es un conocido pensador del fascismo, y aunque conoció directamente a Hitler, Hayek se olvida en mencionar que Spengler fue censurado por los nazis y terminó decepcionado del fascismo gracias a la megalomanía de su admirado Mussolini. Para Hayek, un autor como Spengler es considerado socialista porque así es como tituló uno de sus ensayos más famosos, "Prusianismo y socialismo", donde defendía que toda idea contraria a la suya, que Alemania debía regir al resto de Europa, en realidad eran ideas inglesas, opuestas al espíritu alemán. De aquí a las ideas que abiertamente inspiraron el nacimiento del nazismo, dice el autor, había solo un paso, el cual fue tomado por A. Moeller van den Bruck, autor de El Tercer Reich (1923), obra por la que el partido nazi lo reconocía como el "heraldo" de su visión de gobierno milenario. La principal (si no es que única) conexión que Hayek encuentra entre estos autores y el socialismo, es su ataque al liberalismo. No más. Para Hayek, como para Mises, tal parece que todo movimiento, ideología o grupo que se opusiera a la forma de política económica aceptada fuera de Alemania, se consideraría socialista.
Hayek no menciona en ninguna parte que varios de los autores que identifica como socialistas (desde Fichte a van den Bruck) son los inspiradores del llamado Movimiento Revolucionario Conservador, destacado por plantear la supremacía de Alemania, con un evidente nacionalismo, una apología total a lo que podemos identificar como dictadura, y por sus múltiples intentos de destruir tanto al comunismo como a la socialdemocracia de la época. Tampoco hace mención del movimiento del socialismo nacionalista (Nationaler Sozialismus), el cual estaba lejos de cualquier definición de socialismo; este grupo de pensadores postulaba una utopía cuasi-mística limitada para su raza y su patria, no para una clase social en específico ni como un proyecto de integración universal.

Mussolini, y no Marx, fue la inspiración
política de Hitler, como él mismo
lo admitía.

El asegurar que se trató de socialistas que inspiraron el nazismo, solo porque estos autores utilizaban la palabra "socialismo" en sus escritos, es equivalente a decir que Hitler era un pacifista, solo porque sus discursos (incluidos aquellos donde justificaba los primeros ataques de Alemania a su vecino Austria) están plagados de una defensa por la paz. En cada una de las citas expuestas por Hayek puede cambiarse, sin alterar el mismo mensaje, "socialismo" por "nacionalismo", lo que deja expuesto qué es lo que la mayoría de estos autores trataban de decir. Y de otros, como Lensch y Sombart, omite el hecho que fueron intelectuales que renegaron de sus primeras tesis identificadas incluso como marxistas, para después abrazar una abierta oposición.
Teniendo en cuenta estos claros huecos en el razonamiento de Hayek, no es sorprendente que también omita la doctrina madre del nazismo: el fascismo italiano, que siempre destacó por su tremendo odio al resto de las potencias occidentales (identificadas por Hayek como liberales), pero también por sus ataques al marxismo y cualquier otra doctrina que se le pareciera.
Si algo es evidente en todo esto, es lo poco claro que está el concepto de socialismo y lo mucho que tal ambigüedad llegó a ser explotada por los [pseudo]teóricos austriacos, donde basta con presentar tesis contrarias al liberalismo para ser considerado socialista. Pero los libertarios actuales no invocan la historia ni los orígenes del nazismo. No parecen estar enterados de la existencia de Sombart, Lensch, Plenge o Spengler, ni de otros historicistas de aquellos tiempos. Para los modernos libertarios hay algunos puntos tan obvios del socialismo de Hitler que bastan unas cuantas frases para demostrarlo.

Hitler el socialista... ¿según la historia o la ideología?


Cada que alguien cuestiona a esta desesperante facha sobre si el nazismo es socialismo, siempre, siempre, llegará con el mismo artículo con puntos refutados una y mil veces.

Grandes influencers libertarios como Ian Miles Cheong, Steven CrowderAustin Petersen, Joshua Philip, Axel Kaiser y Gloria Álvarez, han insistido en que Hitler era socialista porque, bueno, ¿acaso nadie sabe lo que significa "nazismo"? Nazi son las siglas para "Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei", lo que en español se traduce como  "Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán", algo que, en palabras del historiador Mike Stuchbery, "es un nombre totalmente inapropiado, como lo son la Serie Mundial de béisbol, la República Popular Democrática de Corea o la 'ética en el periodismo de juegos'", tal como le "explicó" a Miles Cheong en una serie de tuits que dejaron calladito a este supuesto "periodista" implicado en el Gamergate.
 Hace unos días el editor de la revista Skeptic y presidente de la Skeptic's Society, Michael Shermer, se dejó llevar por la emoción defendiendo al editor del portal Quillette y (provocador que se hace pasar por) periodista Andy Ngo, quien fue brutalmente golpeado al presentarse en una manifestación antifascista. Shermer, en un intento lamentable por defender a alguien por demás indefendible, aseguró que las acciones de los manifestantes contra Ngo eran propias de fascistas, pero entonces continúo:
"Es bueno recordar que Nazi = Nacional Socialismo. No tan a la derecha sino a la izquierda. El verdadero liberalismo se opone a ambos."

Shermer, una vergüenza preocupante para el escepticismo científico.

 Dado que Shermer es seguido por un público variado, incluyendo personas con un poco más de cultura y conocimiento de historia, fue brutalmente atacado, ridiculizado, y al considerar los siguientes tuits que publicó, parece que no le quedaba claro el por qué lo criticaban. El pobre Shermer eliminó el tuit que inició el fuego en su contra, y en otros insistía en que han existido grupos de extremistas violentos de izquierda, citando algunas hojas del libro En defensa de la Ilustración (2018), de Steven Pinker. Shermer no captaba que nadie estaba negando la existencia de grupos violentos de izquierda; de lo que se burlaban (y también criticaban) era de su afirmación sobre el nazismo como una doctrina socialista y de izquierda. Si hubo alguien que puso en su lugar a Shermer, fue David Gorski, quien se aseguró de exhibir las afirmaciones de Shermer como lo que eran, una burrada. Al día siguiente, Shermer publicó una disculpa (más o menos) corrigiendo la tremenda barbaridad, aunque siguen sobrando los comentarios de gente que se aferra a la misma burrada.
El patinazo de Shermer no es cualquier cosa pues, como ya hemos visto, se trata de un mito generalizado que está siendo esparcido como si fuera real entre millones de personas que se autodenominan libertarios. Creer que un nazi es socialista por el significado etimológico de "nazi" es "el equivalente a pensar que el PRI es revolucionario o que la Alemania del Este era democrática. Lo del socialismo en nacionalsocialismo no es lo importante, sino lo de nacional. En la teoría y en la práctica, el nazismo no tenía nada que ver con el socialismo, para empezar porque rechazaba la fraternidad internacional de las clases trabajadoras, para abrazar una visión esencialista de la raza y la patria, que estaba en una ineludible lucha a muerte contra las otras razas", explica el escritor Miguel "Maik" Civeira en su artículo "¿Eran los nazis de izquierda?" En el mismo se lee lo siguiente (negritas del original):
"Uno de los ejes fundamentales del pensamiento de izquierda siempre ha sido la reivindicación de los oprimidos y la búsqueda de la equidad. Mientras la izquierda piensa en las víctimas reales de la opresión, la exclusión y la explotación (por raza, por género, por clase social, etc.), los fascismos invierten los papeles e inventan ficciones victimistas en las que el grupo propio (la raza maestra, la patria, etc.), que por derecho natural debería reinar sobre los otros, ha sido degradado de su merecida gloria por la decadente modernidad. Como respuesta, pretende retroceder a un pasado glorioso en que las jerarquías estén de vuelta en su orden natural, lo que desde luego implica regresar a todos los demás al fondo de la pirámide, de donde nunca debían haber salido."
Con esto en mente no es difícil comprender cómo es que los grupos que pregonan el socialismo de Hitler, suelen ser a su vez los mismos que aseguran la existencia de una discriminación a los blancos, a los heterosexuales o a los empresarios, al mismo tiempo que promueven ficciones conspiracionistas como la ideología de género y el marxismo cultural.
Hasta este punto, algún despistado fan del Instituto Mises o de El Cato podría preguntar si entonces alguien cree que durante la Alemania nazi existió libertad de mercado, a lo que obviamente uno está obligado a responder que no. Entonces, nuestro hipotético libertario, aplicando una falsa dicotomía que empequeñece el panorama histórico-económico a su capacidad de razonamiento, nos gritaría en la cara ¡entonces es socialismo! Si uno respira antes de adjetivar a este hipotético personaje, y se toma un momento para darse cuenta de qué es lo que está entendiendo por "socialismo", se dará cuenta que solo está usando dos criterios para definirlo: populismo y autoritarismo. Y visto así, ideologías tan anti-socialistas como el fascismo y el nazismo serían catalogadas como socialistas.

Lo curioso de este supuesto
discurso, es que en mayo de 1927
Hitler no ofreció discurso alguno.

Los nazis eran populistas, entendiendo por ésta no una ideología particular sino un conjunto de métodos que apela al "pueblo" para la obtención y perpetuación del poder; los populismos suelen crear un enemigo imaginario causante de todos los males del pueblo bueno, sean los judíos, los masones, los inmigrantes, los neoliberales, los marxistas, el imperio, etc.; justificándose en este discurso, los gobiernos populistas suelen atacar la libertad de expresión y de pensamiento, ampliando a su vez su programa de adoctrinamiento político y el ataque a los enemigos del poder, de la república, del Reich. Los gobiernos de Hitler y Mussolini sin duda eran populistas y autoritarios. Pero estos dos grandes cánceres de la política (que existe por lo menos desde la antigua Grecia), como podemos notar, no son exclusivo del socialismo y de la izquierda. Es cierto que los gobiernos de los actuales Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Bolivia y México, son populistas (y en los primeros cuatro se aprecia un grave problema de autoritarismo) a la vez que se les suele identificar con la izquierda (y con excepción del último, con el socialismo); pero es igualmente cierto para gobiernos como los de EEUU, Rusia y Brasil. ¿Diremos que Trump o Bolsonaro son socialistas también?
 Un último hueco en el que podría escudarse un libertario desesperado, es la economía centralizada de la Alemania nazi. Es cierto que no existía un libre mercado el Tercer Reich, pero también es falso pensar que el Estado era quien controlaba todo, pues Hitler supo de hacerse aliados poderosos entre los grandes magnates de la industria de su época.
"Describir la política económica del Tercer Reich dentro de la dicotomía capitalismo vs socialismo resulta un poco confuso. Por un lado, la participación del gobierno en la economía era enorme, porque quería asegurarse de que toda la actividad económica estuviera dirigida al esfuerzo bélico (como todas las naciones beligerantes del momento, por cierto). Por otro lado, el régimen nazi llevó a cabo una masiva campaña de privatización de industrias y servicios otrora administrados por el estado, acabó con los sindicatos, y otorgó toda clase de concesiones y beneficios a corporaciones privadas. 
No se puede decir que hubiera una economía libre, porque un puñado de corporaciones leales al régimen se beneficiaron de monopolios otorgados por el gobierno: Voskwagen, Mercedes Benz, Bosch, Siemens, Philips, Hugo Boss, Ford e IBM. Algunas de ellas incluso se beneficiaron del trabajo esclavo de judíos y prisioneros de guerra. Ello fue en detrimento de los pequeños y medianos empresarios. 
Pero mucho menos podemos llamar a eso “socialismo”, pues quien se benefició de ello fue la clase burguesa poseedora en propiedad privada de los medios de producción. Además, los nazis desmantelaron el estado de bienestar heredado de la República de Weimar, pues desde su ideología lo consideraban una detestable forma de “ayudar a los débiles”, lo que iba en contra de sus ideales pseudo-darwinianos sobre la vida como una lucha constante por la existencia, en la que sólo los dignos triunfan." (Enlace y negritas del original)."
Escribe Maik Civeira, quien nos recuerda además que durante la crisis de la Gran Depresión, Hitler también recurrió a tácticas keynesianas para estabilizar la economía de su país, y "es que, de hecho, ningún país que no quiera colapsar por completo puede prescindir de este tipo de programas (hasta los Estados Unidos invierten billones en gasto social). Pero en la Alemania Nazi estaban dirigidos exclusivamente a los miembros de la “raza aria”, y eran administrados por instituciones semiprivadas."
Los grandes magnates de Alemania aceptaron de buena gana el ascenso y los beneficios que trajo el nazismo para ellos, importándoles poco las sagradas leyes del mercado o el misterioso obrar de la mano invisible. Recibieron gustosos todo, desde el monopolio hasta la mano de obra no asalariada, el sueño húmedo de cualquier magnate de cualquier país capitalista de nuestro tiempo. Civeira continúa explicando que "tanto Henry Ford como Thomas Watson (el presidente de IBM) recibieron condecoraciones del régimen nazi. Ford, el héroe del capitalismo yanqui y uno de los héroes de Hitler, promovía la ideología nazi en Estados Unidos, hizo todo lo posible por mantener a su país neutral en la Segunda Guerra Mundial y publicó El judío internacional, uno de los libelos antisemitas más infames de la historia." (Negritas son mías).
El mismo Maik Civeira les ofrece a los libertarios un fácil experimento social:
"Pero hagamos algo más contundente: preguntémosle a los neonazis, supremacistas blancos y demás de hoy: ¿es usted de izquierda? ¿Es usted socialista? Una expresión de asco y enojo llegará a su rostro y se pondrá expresar su odio al socialismo, al marxismo cultural y a toda la izquierda. Ellos mismos se reconocen como derecha, al igual que los nazis y los fascistas de antaño lo hacían. ¿Por qué estamos teniendo esta discusión ahora? ¿De dónde viene esta necia insistencia en que los nazis eran de izquierda?"
Civeira tiene también una respuesta que calza perfecto con todo lo ya revisado:
"Viene de los conservadores tradicionales y de los libertarianos, es decir, de la derecha que no es fascista. Su motivación puede ser desvincularse de algo tan obvia y universalmente malvado como el nazismo, achacándoselo tramposamente a los del otro lado, y es posible que lo hagan porque de fondo también rechazan el fascismo y lo que implica. Pero muy comúnmente se trata de algo más insidioso y siniestro: el vendernos fascismo como si no lo fuera."
Al final se trata de demagogia. Es el juego retórico de satanizar al contrario, no importa si falsamente, con todo aquello que la sociedad pueda percibir como depravado, criminal o malvado. Hitler y el nazismo siempre estarán en el primer lugar a la hora de pensar en los extremos de la maldad humana, y resulta muy fácil asociarlo a todo aquello a lo que la derecha se ha llegado a oponer a lo largo del tiempo: las regulaciones al mercado, la teoría de la evolución, el libre pensamiento, el ateísmo o el socialismo.
Puede que no sean el mismo sector de la derecha los que tergiversan la historia para todos estos temas, pero siguen las mismas motivaciones: la lucha por hacer que su ideología prospere, y si los hechos están en su contra, peor para los hechos.
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* El Tercer Reich. Una nueva historia, por Michael Burleigh, Editorial Taurus, España, 2013.
* "¿Eran los nazis de izquierda?", por Maik Civeira, publicado en su blog Ego Sum Qui Sum.
* "Dice que los nazis eran socialistas y le callan la boca con una lección de historia", divertida colección de tuits escritos por el historiador Mike Stuchbery en respuesta a Ian Miles Cheong, traducidos al español en HuffPost por Mariana Velasco.
* "Where the nazis socialist?", por Michael Ray, publicado en el sitio web de la Encyclopaedia Britannica.