“¿Es posible que mi casa sea una persona y no un lugar?”
Stephanie Perkins: Escritora y novelista estadounidense.
Hay personas que viven fuera de su país de origen y lejos de su familia y piensan que vuelven al hogar cuando van allí de vacaciones; hay otras personas que consideran que su hogar es donde viven y trabajan habitualmente; y luego estamos los que, viviendo lejos del lugar donde nacimos y crecimos y lejos de nuestras familias, no consideramos nuestro hogar el sitio donde vivimos ni el sitio a donde volvemos. Eso es lo que me ha pasado esta última navidad, después de regresar a España por primera vez en dos años desde el país en el que resido hace ya casi cuatro. En los dos sitios me siento un extranjero en tierra extraña.
Es muy raro volver a esos lugares conocidos pero cambiados tras varios años de ausencia y no sentir ese sitio como propio, sino como un lugar de paso. Siento que mi hogar está donde están puestos mi amor, mis esperanzas y mis sueños; y que ese lugar no tiene por qué ser un territorio. Ese lugar puede ser una persona. Esa persona con la que compartes una inquietud vital o un proyecto de vida. Tal vez es por eso que no me puedo sentir nacionalista ni patriota, porque mi patria y mi nación no están delimitadas por fronteras sino formadas por personas que pueden ser de cualquier raza, cultura, religión o nacionalidad.
Por eso me siento en casa cuando estoy contigo.