Hoi An, la ciudad más bonita de Vietnam

Por Gracia Gracia Rodriguez @viajarcongrace

Hoi An, casi como deja intuir su nombre, es la "joya" de Vietnam. Muchos hablan de la bahía de Halong Bay o de los campos de Sapa, pero desde luego para nosotros es uno de los imperdibles de este país. Nos atrevemos a decir que se trata de la ciudad más bonita de Vietnam!


¿Qué tiene de especial Hoi An?
Hoi An no tiene nada que ver con el resto de las poblaciones de Vietnam. Esta ciudad parece de cuento, anclada en una época, llena de templos y pagodas, de pequeñas callejuelas, de gente dedicada a sus pequeños oficios de artesanía. Prueba de la belleza y el valor de su casco histórico es el título otorgado a la ciudad de Hoi An como Patrimonio de la Humanidad en 1999.
Hoi An fue durante siglos un importante puerto comercial donde chinos, japoneses y europeos se asentaron, y de ahí el legado arquitectónico que se puede apreciar en la ciudad.


El casco histórico gira en torno al río Thu Bon, casas a ambos lados con una arquitectura colonial que entremezcla lo tradicional y lo antiguo. En esta zona está prohibido el acceso con motos, así que por fín dejamos de sufrir el dichoso tráfico motorístico tan típico de Vietnam. En el resto de calles contiguas, por supuesto sigue habiendo mucha bici y moto, pero nada que ver con el stress que se puede vivir en Ho Chi Min o Hanoi.

Llegamos a Hoi An a primera hora de la mañana, después de haber viajado día y noche en un sleeperbus desde Ho Chi Min, casi nada, más de 20h de viaje! Lo primero como siempre intentar buscar un alojamiento, y después de un viaje así es lo que más cuesta... Nos quitamos a los primeros acosadores al bajarnos al bus, e intentamos alejarnos por las calles paralelas donde los precios eran algo más económicos.
Una vez instalados y habiendo descansado un poco, decidimos salir a dar una vuelta. Hacía bastante calor, pero todo estaba tan tranquilo, que daba gusto pasear! Nos acercamos hasta llegar al río Thu Bon, por sus callejuelas adornadas con los típicos farolillos. El color que predominaba en las casas era el amarillo, dándole un toque vintage a la ciudad. Todo estaba lleno de templos chinos, de casas- museo, de pequeños comercios japoneses y chinos que vendían sus productos artesanales, y de un millón de sastrerías. Todas las tiendas puestas con tanto gusto, especialmente las sastrerías, que si no fuera porque no había money ni espacio en la mochila, bien me hubiera gustado haber encargado algo. Esto es muy típico aquí, y muchos visitantes a su paso por Hoi An no pueden resistir la tentación de llevarse algo hecho a media.

Muchos de los templos y casas-museo son de pago, así que en el centro de información se puede adquirir una entrada que te da derecho a entrar en cinco de ellos, que puedes libremente escoger. Hay en algunos que te daban la opción en la entrada de pagar individualmente el ticket. Depende de lo mucho o poco que quieras ver, y del capricho que tengas de entrar en algunos, quizás te compense la entrada. Nosotros íbamos con la idea de comprarla, pero finalmente no lo hicimos, y las razones fueron varias. 

Interior de un templo de Hoi An


Por un lado, su precio. La entrada no era muy cara si lo pienso desde España, casi 5 euros (120.000 dongs), pero para nosotros en aquel momento nos parecía un pastón, y más estando en Asia. Con ese dinero teníamos pagado nuestro alojamiento de dos días! Y como ya comenté en algún otro post, en esta parte del viaje íbamos un poco pelados, intentando estirar el dinero lo más posible, sabiendo además que el plato fuerte vendría en Halong Bay donde acabaríamos por soltar la pasta que nos quedara.

Asamblea cantonesa en Hoi An


Por otro lado, de acuerdo que uno no está todos los días en Vietnam, pero es que en el casco histórico no todos los sitios son de pago, hay muchas de esas casas históricas y templos que son gratuitos e igualmente preciosos. Por no decir que en el punto del viaje en el que estábamos, ya habíamos tenido ocasión de ver a nuestro paso un millón de templos y pagodas, y éstas sumarían al número unas cuántas más. Perdonar que hable así, pero a veces lo extraordinario se convierte en algo más ordinario a nuestros ojos cuando llevas meses viendo las mismas cosas o parecidas. 

Casa - museo Hoi An


Suponemos que los de pagos tendrán algún valor añadido, quizás su antigüedad o su arquitectura, pero pensamos que no le restan a la belleza de los muchos que vimos. Y todo esto lo decimos con conocimiento de causa, porque encima para colmo en algunos de los de pago pudimos colarnos gratis porque no había nadie en la entrada, y con el rollo de que no sabíamos cuales sí o cuáles no, para dentro que nos íbamos...

Salón de Actos de la Comunidad China de Fujian


Uno de los símbolos de la ciudad es el famoso puente cubierto japonés, que data de 1593, y su visita es gratuita. Antiguamente este puente unía el barrio chino con el japonés. Cada extremo del puente está custodiado por un guardián, un mono y un perro, que representan el año en que comenzó a construirse y el año en el que fue terminado. En su interior hay un pequeño templo y un altar.

Dice la leyenda que había monstruo llamado Cu, que tenía el cuerpo tan grande, que la cabeza la tenía en India, el cuerpo en Vietnam y la cola en en Japón. Aquel monstruo cada vez que movía su cola era el culpable de lo terremotos y desgracias en Japón, así que decidieron construir los pilares de piedra de este puente sobre el corazón de Cu, para así causarle la muerte.
Paseando por la ciudad también veréis un montón de pozos antiguos de piedra, que dicen que son de la época Cham, y a los que siguen dándole utilidad, pues tienen la particularidad de que con el agua de estos pozos hacen una de sus especialidades culinarias, el cao lau.

Otros sitios que merecen la pena ver es el mercado, por el trasiego y la vida que hay en él. Todos allí en su pequeño puesto improvisado, que puede ser el mismo suelo, con sus gallinas enjauladas, sus pescados, sus cacharros de comida, sus frutas, o sus productos de mimbre...

Pero si creíamos que ya habíamos visto lo mejor, cuando llegó la noche, Hoi An se volvió mágica. Tuvimos la suerte de que, sin saberlo, nuestra estancia coincidió con la celebración de la noche legendaria de Hoi, que se celebra el 14º día de cada mes lunar! La ciudad estaba especialmente bonita, totalmente iluminada con sus farolillos de colores, y las flores gigantes que nadaban sobre las aguas del rio Thu Bon. Muchas parejas de enamorados y recién casados paseaban en barcas y llevaban un fotógrafo para inmortalizar el momento.


Las calles se llenaron de juegos, bailes, música y espectáculos. Absolutamente increíble, aunque atravesar por la noche, el puente peatonal para cruzar a uno y otro lado del río, era toda una odisea, y te veías abordada y casi arrollada por la multitud de vendedores ambulantes con lamparitas de papel para que lanzaras al río y pidieras un deseo.

Al otro lado del río había un mercadillo todas las noches, y a mi lo que más me gustaba era ver todas esas tiendas llenas de farolillos iluminados. Me los hubiera llevado todos! Me declaro muy fan del farolillo de Hoi An ;-)

Otra de las cosas que nos encantó de Hoi An es que tiene su propia gastronomía rica, variada y diferente a otros sitios del país, y que podréis encontrar en los menús de cualquier local, como las white roses, el cau lau o won ton. Salir a cenar y sentarse en alguna de las terracitas iluminadas con la tenue luz de los farolillos puede resultar una velada muy romántica.

Un añadido de la noche legendaria fue que las calles se llenaron de puestos de comida callejeros, y como mala pinta no tenían y yo soy de probar, pues cada día probaba unas cuántas cosas, unas dulces, otras saladas y otras muy muy picantes, como las tostas de gambas chafadas que después de comerlas parecía el dragón que vivía bajo el puente cubierto japonés!

A todo esto, nos enteramos de que se trataba de la noche legendaria de Hoi An el último día antes de irnos, cuando vimos que todo aquello lo estaban recogiendo. Y nosotros que pensábamos que era algo normal... !!!
Hoi An se puede ver perfectamente en un día, pero en nuestro caso la ciudad era tan bonita y, como estábamos cansados de hacer tanto viaje y tantos kilómetros, lo vimos el sitio ideal para relajarnos y quedarnos más. Además desde allí se pueden hacer algunas excursiones de medio día, así que lo tomamos como base para conocer la playa de Cua Dai y para ver las montañas de mármol de Danang, las cuales os enseñaremos en el próximo post. Hay gente que también hace la excursión de My Son, a unos 40 kms de Hoi An. Se trata de los restos de la antigua ciudad imperial del reino de Champa, considerados Patrimonio de la Humanidad. En nuestra lista quedó descartada al venir de los templos de Angkor. En esos momentos sentíamos la necesidad de no tenerlo que ver absolutamente todo, sino más de descansar y disfrutar, pero es otra posibilidad que tenéis para hacer si os quedáis varios días en Hoi An.




Playa de Cua Dai


Hoi An es una ciudad costera y a tan sólo 3 kms se encuentra la playa de Cua Dai, una playa abierta en la que pudimos ver las típicas embarcaciones redondas que utilizan para pescar. Además con el calor que estábamos pasando las últimas semanas, el poder bañarnos en las aguas del mar de China, fue una pasada y un chute de energía!

Para ir alquilamos una bicicleta, por la que pagamos 20.000 VND cada uno, menos de 1 euro. El camino es muy sencillo porque es en línea recta, no tiene perdida, y además muy agradable porque atraviesas muchos campos de arroz. El único incoveniente que encontraréis tanto si vais en moto como en bicicleta, es que aunque no veáis ningún vietnamita a la vista, en cuánto paréis con la bicicleta saldrán hasta de debajo de las piedras a cobraros por estacionar! Nosotros intentamos librarlos varias veces pero es complicado, y concretamente, en la playa de Cua Dai. como queríamos bañarnos no fue imposible. Al menos en este sitio te ofrecían una botella grande de agua por 15.000 VND (0,68 cts.) y a cambio podías dejarla. A nosotros por ser dos querían colarnos las dos, pero discutimos un poco y negociamos que la segunda la compraríamos a la vuelta para que no se calentara, y al final nada. Uno no sabe ya que hacer, los vietnamitas pueden llegar a ser muy cabezotas...
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