Me doy cuenta de la pesadez de mis párpados, del pelo que me cae sobre la cara y me molesta, de la rigidez de mi cuello, del dolor de cabeza. Miro por la ventana, veo las hojas verdes del árbol agitadas por el viento. Es un árbol grande con hojas pequeñas. Ellas no tienen ninguna voluntad, es el viento el que las mueve. Algunas veces cuando miro ese árbol por la ventana siento deseos de ser una de esas hojas en el viento, pero hoy no. El viento es demasiado agresivo con ellas hoy. Las agita con fuerza. Imagino que no deben poder respirar en medio de toda esa agitación. Algunas incluso caen del árbol. Me pregunto si caen, si el viento las arranca o si simplemente es su voluntad la de irse de ese lugar para ser más libres, como creyendo que, al soltarse del árbol el viento ya no tendrá incidencia en sus vidas. Siento pena por ellas, por todas, por las que están sometidas al viento mientras siguen sujetas al árbol, y por esas que saltaron creyendo liberarse de esas fuerzas que las dominaban. De repente ser una hoja en el viento no parece tan atractivo, y sin embargo…