Esa falta de expectativas de la que os hablaba es la que ha conseguido que nada me decepcione y que todos los acontecimientos fueran inesperados y gratos. Por ello, esta Nochevieja he hecho un cambio radical de mentalidad y he intentado zafarme de esas supersticiones que hacen que tengas la convicción de que un año será bueno o malo solo porque te comas o no unas doce uvas.
2018 ha empezado de forma un poco irregular, con muchas subidas y bajadas emocionales en un solo día. Empezó bien, con las personas que quiero y con el clásico brindis. Siguió con una discusión que se tornó absurda a la par que intensa. Continuó con una fiesta inmejorable al lado de mis amigos que duró hasta el amanecer. Al despertar, comencé a sentirme enferma y cada vez peor y peor conforme pasaban las horas. Aunque estuve toda la tarde sin casi poderme mover, estuvimos celebrando el cumpleaños de Manu, lo que estuvo bien. El día finalizó conmigo en urgencias. Faringoamigdalitis aguda.
¿Podría decir que va a ser un mal año porque he empezado discutiendo y en urgencias? ¿Podría, por el contrario, decir que va a ser un año maravilloso porque lo he empezado junto a mis seres queridos y pasándomelo muy bien? Ambas son ciertas y ambas se equivocan. Cómo empiece el año no significa nada. Es nuestra actitud lo que marca su desarrollo. Nunca podremos evitar que ocurran tragedias, pero sí podemos elegir cómo afrontarlas y cómo tornar las cosas positivas.
Del mismo modo que sucedió en la pasada Nochevieja, no tengo expectativas. Y eso es bueno. Quiero que el año me sorprenda y estoy en disposición de hacer lo que esté en mi mano para que sea satisfactorio.
El año pasado decidí no hacer própositos de Año Nuevo para solo centrarme en una cosa: ser feliz. Siempre he pensado que los propósitos suelen ser cambios demasiado drásticos que las personas quieren conseguir pero que, en el fondo, no se sienten capacitadas para ello. Las ingredientes de un completo fracaso. Este año tampoco tengo los típicos propósitos como tal, pero si que hay algunas cuestiones que quiero trabajar.
Lo más importante de todo es intentar ser más planificadora. Algunos dirían "¡¿más?!", pues soy de esas personas que nacieron con una lista de cosas por hacer debajo del brazo (y para TODO), pero es verdad que en algunos ámbitos, como el de los posts de este blog, no lo soy y siempre acabo haciendo las cosas mal y a última hora. Este año quiero ser más profesional y organizar todas mis entradas con más tiempo, teniendo claro de antemano qué quiero sacar y cuándo.
Hace poco leí en otro blog que este "negocio" (hobby para mí) es como un iceberg, del cual los lectores solo ven la cima que asoma por encima del agua, es decir, esos posts maravillosos con ropa monísima donde todas salimos felicísimas de la muerte. Pero, tristemente, el iceberg es mucho más grande por debajo. Ahí se encuentran las reuniones, los acuerdos con marcas, la lista de e-mails sin leer, los interminables brainstormings, los presupuestos, las decisiones de marca personal, los cursos de SEO, los aprendizajes fotográficos, la búsqueda de personas con las que colaborar...
Por eso la planificación es clave para hacer las cosas bien y con un resultado que merezca la pena y del que me pueda sentir orgullosa. Hay posts de 2017 que me han encantado pero otros que solo he publicado por no tirar todo el material aunque no me gustaban completamente.
Escribir más y leer más es otro punto en el que quiero incidir. Estoy pasando por un bache en las dos cuestiones y quiero superarlo. En el tema de escribir, hace tiempo que siento que no soy capaz de plasmar nada de calidad en el papel, aunque sí tenga buenas ideas en la cabeza. Creo que se debe, en parte, al poco tiempo físico del que dispongo para ello, que me obliga a tener que estar "inspirada" sí o sí en el único momento que puedo dedicarle.
En cuanto a la lectura, creo que me estoy obcecando con libros que no consiguen atraparme y eso está haciendo que me separe poco a poco de una actividad que me encantaba. Estoy leyendo un thriller de una famosa saga que ha tenido mucho éxito y me está pareciendo tan vacío que me siento un poco decepcionada con todo en general. Además, los libros que se acumulan sin leer en mi estantería solo consiguen que me agobie.
Por último, en lo personal tengo algunas cosas pendientes. Quiero intentar ser mucho más agradecida este año con los que me rodean y hacerles sentir que les aprecio y que son importantes para mí. Siempre ha sido una asignatura pendiente. También me quiero proponer intentar olvidar los enfados y las discusiones, porque tiendo a permanecer de morros durante horas y eso me impide disfrutar de tiempo de calidad con los demás por una tontería sin trascendencia.
Solo quiero acabar recordando que lo que verdaderamente importa sois vosotros mismos. No digo que seáis egoístas ni narcisistas, pero sí que dediquéis tiempo a vuestro bienestar. No podréis dedicaros a vuestros propósitos ni a volcaros en los demás si no estáis bien en vuestro interior. Mimaos, por favor, porque sois la única persona que realmente puede hacerlo.