Hola, soy militante de un partido político

Publicado el 12 marzo 2011 por Jackdaniels

Os dejo aquí un fragmento de unas reflexiones de una persona, Antonia Hierro, a la que admiro profundamente y que merecen ser traídas al blog por su profundidad y clarividencia. Creo que todos los que de alguna manera nos sentimos atraídos por la política y pensamos que es necesaria para mejorar la vida de las personas y la calidad de la democracia tenemos mucho que exigir a quienes nos representan y la postura de Antonia es la más idónea y la más honrada.

“Las personas somos siempre imperfectas, algunas francamente detestables y otras totalmente indignas de representar esas ideas, por no hablar de las que solo merecen estar entre rejas y sin embargo están en las instituciones.

Los partidos se crearon para defender las ideas y, sin embargo, hubo un momento en que eso pasó a un segundo plano y empezaron a hacerse adictos al poder.

Poco a poco dejamos de practicar la autocrítica, elegimos el camino fácil, los “líderes” nos lo daban todo hecho, a “los más allegados” incluso le solucionaban la vida. No nos dimos cuenta de que detrás de tanta retórica vacía, de tantas palabras grandilocuentes de algunos compañeros ya no había nada más.

En realidad sí hay algo, hay su propio miedo a perder el poder, mejor dicho, a perder su poder personal. No el poder de transformar la sociedad, sino ese poder que hace que los mediocres se crean grandes hombres. Sólo porque a ellos se pegan aduladores cuyo único oficio es decirles lo maravillosos que son, para así sacar también para ellos alguna tajada, aunque sea muy pequeñita, algún cachito de ese poder.

Ese poder que pone a disposición de los dirigentes una ingente cantidad de dinero público para arreglar los problemas de la sociedad y que los hace sentirse como dioses.

¡Qué subidón! ¡Arreglarle a los amigos/compañeros/ familiares los problemas con un contrato/subvención/sueldo/pensión! Y sólo con una firma. ¿Quién da más? ver esa cara de felicidad y agradecimiento de los afortunados les hace sentirse como dioses: todopoderosos, indestructibles.

Si de paso este "pequeño favor" sirve para mantener el poder dentro del partido, oye pues estupendo ¿no?, la gente es agradecida y está en su derecho de elegir a los líderes que quieran, faltaría más, dicen.

Mientras, en cada reunión, en cada intervención pública, en cada mitin, estos dirigentes miran a los compañeros y, sin parpadear siquiera, hablan del partido, de las grandes ideas que un día nos llevaron a llamar a la puerta de nuestro partido porque queríamos contribuir a ponerlas en práctica, a extenderlas, a mejorar la vida de las personas.

Nos miran, nos miran y nos dicen que ellos están siendo atacados por representar esas ideas. Y nos dicen que tenemos que defenderlos, porque si ellos caen el partido caerá y todo lo que hemos conseguido con duro trabajo será destruido por nuestros adversarios políticos.

El miedo es convenientemente aventado y esos mismos “líderes” nos asustan con ese miedo irracional a lo que puede pasar si perdemos. Son tantos años repitiendo que lo importante es el poder, que sin poder no se puede transformar la sociedad, que ese miedo forma parte de todo militante que se precie, sea de uno u otro partido.

Sin embargo la historia demuestra que sólo las personas con verdaderos principios y autoridad moral han conseguido mejorar la realidad social, y que el poder en manos de gentes sin escrúpulos (militen en el partido que militen) destruye la sociedad.

Mientras tanto, los que llevamos la política en el corazón nos desesperamos viendo cómo no parece posible demostrar a la sociedad que la política no es el problema sino que forma parte de la solución, que sin buenos políticos de todos los signos no saldremos de esta crisis.

Tenemos que darnos cuenta que la sociedad no nos va a creer, que nos va a seguir despreciando, mientras no dejemos de lado nuestro corazón y empecemos a usar la cabeza.

¿Queremos respeto a nuestras ideas? ¿Respeto a nuestro partido? ¿Queremos que confíen en nosotros? Pues consigamos ese respeto.

No nos dejemos llevar por palabras grandilocuentes, que esconden los comportamientos estúpidos o claramente delictivos de algunos "líderes" o todos seremos corresponsables de los que nos traerá el futuro.

¿Queremos respeto? Empecemos por demostrar a la sociedad que somos capaces de defender nuestras ideas dentro y fuera de nuestro partido.

Empecemos diciéndole a algunos de esos “líderes”: “Hola, soy Antonia y milito en este partido. Y no quiero que tú nos representes ante la sociedad. Porque no te mereces ese honor. Porque no representas los valores de este partido, ni su historia, ni sus ideales”.

Es responsabilidad de cada militante hacerlo. Sólo así empezaremos a recuperar ese respeto que hace tanto tiempo que perdimos. Sólo así la sociedad volverá a vernos como parte de la solución y no como uno de sus mayores problemas.”

El resto lo tenéis en “Hola, soy Antonia y soy militante de un partido político”.