Holy Motors

Publicado el 11 septiembre 2014 por Serreina
No voy a negar que ya tenía ganas de ver esta película que tantos premios se llevó en el año de su estreno (2012), pero que a mi alrededor, tan poca gente había visto. Tras por fin poder visionarla, he entendido el porque. Y no es ni más ni menos que porque no es una película apta para todos los públicos. Es cine de autor cien por cien, pero con una casi excesiva personalidad impuesta en pantalla, algo que podría haber acabado en presuntuoso se muestra como todo lo contrario, es cine dentro del cine, es interpretación sobre todo, y por supuesto, más que una película donde hay un hilo argumental, tenemos una serie de historias, donde un fino hilo mutado en una simple limusina, es lo que une al conjunto de una película que se enmarca dentro del no realismo.
Puede parecer que me he vuelto transcendental, y que he abandonado las directrices que me marque al iniciar este blog, que no son más que simple y llanamente la afición por el cine, desde el punto de vista de un amateur, de un simple espectador, que no hace otra cosa que transmitir lo que le ha parecido una película u otra, y sobre todo, siendo lo más humilde que puedo, pues como sabéis, no soy más que eso, además, un espectador al que es muy fácil de contentar dentro de esa sala mágica y llena de sueños, llamada CINE.
Pocas veces me arriesgo a ver cine de autor tan personal como este, o por lo menos, no suelo escribir sobre ello, ya que en realidad, quizá me avergüenza no haber sino capaz de comprender esto o aquello, o haberle dado una mala interpretación. Pero en esta ocasión, no he podido resistirme a soltar estas palabras. En cierta manera, el director de la cinta, Leos Carax (del que debo reconocer es la primera película que veo) me ha reconciliado con este tipo de cine, y creo haber comprendido por completo lo que el autor quería transmitir a través de la pantalla: nada y todo. Una sucesión de hecho interpretados por un actor en constante cambio, y casi por completo en activo al 99% de su tiempo. Unas interpretaciones, que sin un motivo desvelado en la película, va cambiando de registro de un extremo a otro, desde el padre de familia, hasta el señor Mierda, y que no hacen otra cosa que hacernos llegar las emociones que el actor va interpretando.
Denis Lavant es el actor metido en la piel de Oscar, un actor increíble, y que sin duda, si la película hubiera tenido financiación americana y fuera en ingles, habría optado al Oscar de ese año (seguro no es casualidad el nombre interpretado para el personaje). Otro de los descubrimientos para mi de la película es Kylie Minogue, pues es protagonista junto a Lavant de unas de las mejores y más emotivas escenas, y que además se unen al genero musical, todo un acierto. También tenemos por allí a Eva Mendes, que le ha tocado quizá la escena más desagradable pero no menos poética de toda la película junto a ese llamado señor Mierda.
Es difícil hablar de lo que pasa en la película, es mejor animaros a verla aunque seguro no os gustara ni a la mitad de la que la veáis (y ahora no quiero ser pretencioso yo), pues es fácil que la améis, o la odiéis por completo.