“Holy motors”: El viaje de un espectro insatisfecho

Publicado el 22 noviembre 2012 por La Mirada De Ulises

[6/10]   Hay películas que no son recomendables para todos los públicos, y no por las imágenes o temas que traten, sino porque su narrativa y estética se alejan de lo convencional, porque esquivan toda lógica lineal y racional, porque en su ambigüedad y espíritu libertario se escapan a cualquier norma o cliché preestablecido. “Holy motors” es una de ellas, y aunque se trata de un trabajo valiente, original, y de indudable calidad y personalidad cinematográfica, no es de extrañar que más de un espectador salga de la sala con sensación de frustración y pensando que su director Leos Carax se ha excedido en lo visionario, en lo extravagante y en lo provocativo. No le faltaría algo de razón, pues asistimos a una especie de viaje fantasmal por las calles de París, subidos a la limusina extralarga del Sr. Oscar, para verle interpretar once papeles que nos hablan de la vida como gran teatro de un mundo en el que reina la insatisfacción, del cine como lugar donde lo real se mezcla y confunde con la ficción, del individuo como ser permanentemente cercenado en sus ilusiones y proyectado en sus sueños.

 

El Sr. Oscar… ¿es un banquero millonario o una mendiga pordiosera?, ¿qué tiene de ese actor multi-caras venido a menos y qué del padre severo y autoritario?, ¿es un terrorista anticapitalista o un asesino que se autodestruye? Nunca está claro si esas “citas” del Sr. Oscar son reflejo de un subconsciente que echa en falta algunas cosas de la vida, si son secuencias filmadas y pura representación para el espectáculo de un público ávido de morbo, si son materia para la crítica socio-política de una estructura falsa y decadente, o si simplemente son una reflexión y repaso de la historia del cine y sus géneros. Hay de todo un poco, y abundan las referencias cinéfilas -casi tantas como episodios- para un viaje donde salta a escena la insolidaridad de una sociedad urbana muy desigual, el culto a la imagen virtual y narcisista (a las apariencias y máscara), o el miedo a la muerte y al sufrimiento, por no hablar del deseo de placer desaforado o de la pérdida-disolución de una identidad… vicios o penas de ese actor -y lacras de la sociedad- atrapado en un bucle del que renace cada día como el ave fénix y en el que se destruye entre una rutina sin fin.

 

Gran derroche físico e interpretativo (y de maquillaje) de Denis Lavant para dar vida a una galería de personajes tan variada como una anciana mendiga, un inmigrante deforme, un asesino-ladrón de identidades o un abuelo moribundo; para alentar géneros tan distintos como el de la crítica social, la ciencia ficción, el drama familiar o el musical; para combinar el tono serio y erudito con lo grotesco y paródico. El resultado es una cinta nada fácil de ver ni del agrado de todos, con momentos en los que se advierte una caída de ritmo o un excesivo y autocomplaciente narcisismo cinéfilo. Tampoco su estructura episódica y en tirabuzón ayudan a meterse en la vida desestructurada del Sr. Oscar… que llega a cansar en su viaje a ninguna parte, y su propuesta juguetona entre la realidad y la ficción puede resultar oscura y pretenciosa, ambiciosa y recargada. De lo que no hay duda es que Carax tiene personalidad y fuerza, que su cine es desgarrador y radical, que su mirada va más allá de las citas-historietas del Sr. Oscar.

Como su personaje, también los estilos cinematográficos van transformándose a medida que la limusina cubre sus etapas rutinarias, y lo realista da paso a lo virtual o el vitalismo del musical irrumpe para dar un giro al melodrama que ha seducido y burlado a la muerte. Carax nos habla con muchos lenguajes pero todos ellos invadidos de melancolía y desencanto, con el escepticismo por bandera y el pésame hacia quien se ha ido (dedica la película a su compañera y actriz Katerine Golubeva, fallecida poco antes del rodaje). Paranoia y esquizofrenia de una sociedad delicada de salud, o interpretación y metamorfosis de quien necesita saber quién es y quién hubiera sido en otra tesitura… pero siempre una mirada original y con muchas capas de interpretación, y también profundamente triste y amargada. Para quien la quiera, ahí esta propuesta que hay que calificar de rara y enfermiza, sensorial y críptica, hipnótica y provocativa, polémica y absurda… en compañía de un espectro llamado Oscar que espera la llegada del nuevo día, mientras las limusinas musitan en “Holy motors” antes de la caída del telón.

Calificación: 6/10

En las imágenes: Fotogramas de “Holy motors”, película distribuida en España por Avalon © 2012 Pierre Grise Productions, Théo Films, Arte France Cinéma, Pandora Film y WDR-Arte. Distribuida en España por Avalon. Todos los derechos reservados.

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Publicado el 22 noviembre, 2012 | Categoría: 6/10, Alemania, Año 2012, Críticas, Drama, Fantástico, Francia

Etiquetas: Denis Lavant, felicidad, Holy motors, Katerine Golubeva, Leos Carax