Hombre de cabello obscuro y grueso, con ojos cafés y una tendencia a la calvicie invade los medios 4 mil años después de muerto

Por Guillermina
Para haber vivido hace muchos años se sabe bastante sobre él. Por medio de varios detallados y cuidadosos estudios, un grupo de 52 autores liderados por Eske Willerslev de la Universidad de Copenhague, presentaron en la edición del día de ayer de la revista Nature (doi:10.1038/nature08835) los resultados de un estudio de ADN humano con una antigüedad alrededor de 4 mil años.
Los cabellos, de los que se obtuvo la muestra, fueron encontrados hace mas de 10 años en el suelo helado de Qeqertasussuk, en Groenlandia y pertenecieron a un hombre de la cultura Saqqaq. Este señor poseía, entre otras cosas, ojos color café, una piel que no era blanca, cabello obscuro y grueso, una tendencia a quedarse calvo y tipo de sangre A+.
Más allá de lo emocionante que resulta poder imaginarse a los habitantes antiguos y sus relaciones tanto con otros grupos antiguos como contemporáneos, los resultados y el trabajo alrededor del hallazgo son interesantes por varias razones.
Primero que nada, la muestra de cabello tenía un grado de contaminación muy bajo. Uno de los problemas con los tejidos antiguos es que suelen estar muy contaminados con hongos y/o bacterias, haciendo que ciertos análisis no sean posibles. En el caso de este norteño espécimen, por lo menos el 80% de la muestra correspondía a ADN humano que además no había sido contaminado con ADN humano contemporáneo (otro problema potencial con este tipo de muestras).
Segundo, gracias a la información disponible como resultado del proyecto del genoma humano y al consecuente desarrollo de herramientas genómicas, fue posible comparar el genoma de este antiguo habitante del norte americano con el de poblaciones geográficamente cercanas. Como resultado, se encontró que éste estaba mas relacionado con poblaciones de la parte ártica del viejo continente (específicamente losNganasans, Koryaks y los Chukchis) que con otros grupos del nuevo mundo (como grupos Amerindios, Na-Dene o con los Inuit). Es decir, las herramientas forenses y genómicas de última generación permitieron “reconstruir” a este antiguo habitante, así como hacer inferencias sobre su origen etnográfico.
Tercero, esta extraordinaria muestra -y los detallados análisis que fueron posibles gracias a su excelente estado- ha permitido enriquecer la genómica humana moderna ya que una de las restricciones de este campo de investigación es precisamente que nos dice poco acerca de la diversidad genética en poblaciones antiguas así como sobre sus relaciones. Es decir, no podemos saber con precisión las relaciones entre grupos humanos contemporáneos si desconocemos cuales fueron las relaciones en el pasado.
Las características de la muestra del señor en cuestión, permitieron hacer todos estos análisis y hacer interesantes inferencias. Sin embargo, la mayoría de los restos humanos antiguos son encontrados en ambientes templados e incluso cálidos y dado que la tasa de degradación del ADN se incrementa con la temperatura, la mayoría de las veces no es posible hacerles pruebas tan bonitas. Por lo tanto, uno de los retos que enfrenta la paleogenómica actual es la posibilidad de hacer análisis similares con muestras no congeladas.
Por otro lado, Warhol tenía razón, todos podemos tener 15 minutos de fama, aunque tarden en llegar 4 mil años.
Artículo de referencia:
Rasmussen, M., Li, Y., Lindgreen, S., Pedersen, J., Albrechtsen, A., Moltke, I., Metspalu, M., Metspalu, E., Kivisild, T., Gupta, R., Bertalan, M., Nielsen, K., Gilbert, M., Wang, Y., Raghavan, M., Campos, P., Kamp, H., Wilson, A., Gledhill, A., Tridico, S., Bunce, M., Lorenzen, E., Binladen, J., Guo, X., Zhao, J., Zhang, X., Zhang, H., Li, Z., Chen, M., Orlando, L., Kristiansen, K., Bak, M., Tommerup, N., Bendixen, C., Pierre, T., Grønnow, B., Meldgaard, M., Andreasen, C., Fedorova, S., Osipova, L., Higham, T., Ramsey, C., Hansen, T., Nielsen, F., Crawford, M., Brunak, S., Sicheritz-Pontén, T., Villems, R., Nielsen, R., Krogh, A., Wang, J., & Willerslev, E. (2010). Ancient human genome sequence of an extinct Palaeo-Eskimo Nature, 463 (7282), 757-762 DOI: 10.1038/nature08835