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Publicado el 04 agosto 2012 por Anahi

Breve homenaje a Héctor Tizón


Me parece inconcebible que un juez sea un ignorante de la literatura, porque la literatura es otra lectura del mundo y de la conducta humana, y un juez debe estar muy atento a las grandes obras literarias.
H.T.
El lunes pasado, 30 de julio, el juez y escritor Héctor Tizón se fue de gira pa la pampa de arriba, a sus 82 años.
Autor de libros como Fuego en Casabindo, A un costado de los rieles (su primer obra publicada en 1960 en Mëxico, donde fungía como diplomático), La casa y el viento, debió exiliarse en 1976 por presentar varios pedidos de hábeas corpus de personas desaparecidas.
Ojalá don Héctor haya dejado, junto a la belleza de sus obras, muchos "hijos morales".

Hector Tizón en Tilcara (foto revista Ñ)
El hombre de letras en el Congreso de la Lengua, Rosario 2004:
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El hombre de ley en entrevista por el fallo Tilcara, radio UBA 2010:
Descargar audioYo quería ser cronista de mi pueblo, pero con un instrumento universal. ¿Cómo contar la aventura del hombre y su morada, sus asombros, la presencia o ausencia de sus dioses en un lenguaje que conmoviera, es decir un lenguaje de amor que contagiase? Esa perplejidad en mí no fue resuelta sino cuando por azar abandoné el rincón de mi infancia y me radiqué —nunca mejor empleado este verbo— en México. Allí aprendí que en este ancho mundo podía compartir un pensamiento y una concepción del tiempo que no me eran ajenos. ... Y debemos incorporar, acongojados, a la lengua, aberraciones como Auschwitz, exterminio; desaparecidos o daños colaterales. Y tratar de convivir, con dignidad, la indignidad de ciertos acontecimientos históricos abrumadores.
En estos tiempos en que se considera que la obtención de beneficios es el único medio de salvación de la humanidad y en que el volumen de ventas es la prioridad absoluta, unas palabras finales que sirvan como homenaje a los pueblos que sufren. Estas palabras se leen en el epitafio del monumento funerario de Hafez Shiraz Fars, maestro sufí del siglo XIV en Irán, que dice:
«Ven embriagado cuando vengas a mi tumba, de una borrachera que nunca decrezca. Lleno tu ánimo de un fervor que engendre amor, y de esperanza lleno. Ten presente que la alegría de este mundo es corta; pasará con los años vividos. Lo importante es lo que al final quedará de esta embriaguez que llevas en tu alma».
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