La autopsia apunta a que Panfúrriz, que sufría de diabetes y llevaba una dieta muy baja en azúcar, sufrió un aumento fatal de azúcar en sangre al escuchar tres temas seguidos de La oreja de Van Gogh en la emisora de radiofórmula que sonaba en el restaurante. La familia estudia denunciar a la emisora, que reconoce su culpa pero se excusa en el programa informático que pincha las canciones, y cuyo algoritmo random no impidió que sonaran consecutivamente Cuéntame al oído (primer golpe), Dile al sol (aquí ya Panfúrriz sufrió un ataque) y La playa (touché final). Otras emisoras más cautas interrogadas por El Jueves afirman tener programadas contramedidas para interrumpir esta posible sucesión de temas cursis, intercalando un Marilyn Manson de emergencia, por ejemplo.
Panfúrriz murió antes de llegar el equipo médico, que lo trasladó en ambulancia, ya sin señales vitales, hasta el hospital donde ingresó con muy mal pronóstico. Cuando se le declaró muerto doce horas después, estaba muerto ya. Además, llamamos ayer noche para preguntar cómo seguía, y se ve que está igual, o sea, muerto. Quien se interese por su estado, puede telefonear al hospital Virgen de la remolacha de Cerdanyola, pero que no se haga ilusiones.