Fuente de la imagenMe
contaba Juan algunos trucos que realizaba cuando su mujer se iba unos días de
vacaciones con los niños al pueblo de sus padres y él se quedaba de
“Rodríguez”, solo en casa. Teresa le dejaba
preparadas dos cazuelas para la semana que iba a estar fuera. Una de carne con
tomate y otra de pollo en salsa. Cuando llegaba la hora de comer, armado con
una cuchara, se sentaba en el suelo y abría la puerta del frigo, cogía una
cerveza y echaba un buen trago. Aprovechaba que estaba solo y no daba mal
ejemplo a los niños y soltaba un sonoro eructo; luego abría una de las cazuelas
y allí mismo metía ocho o diez veces la cuchara y se comía, sin calentar ni
servir en un plato, lo que consideraba oportuno. Vuelta a cerrar la cazuela y
el frigorífico. Hasta la noche, cuando
repetía la operación. Así cada día.También
me contaba su método para secar rápidamente los calzoncillos.Después
de darles la vuelta dos veces, lo de fuera para dentro y lo de delante para
atrás, llegaba la hora de lavarlos a mano, en el fregadero, junto a la taza, a la cafetera y
al cazo de la leche del desayuno, para matar dos pájaros de un tiro, con un
buen chorro del concentrado verde para la vajilla.Luego,
una vez que los escurría bien, encendía la tostadora de pan y la cubría con
papel de aluminio, y colocaba encima los calzoncillos, procurando darles la
vuelta de vez en cuando para que no se tostaran.También tenía otro método para reutilizar los calcetines usados.Tras
ponerse los calcetines tres días seguidos, que se quedaban secos y tiesos como
si tuvieran almidón, imposible de reutilizar una vez más, el primer paso sería rociarlos
con el antitranspirante para los pies o, como aconsejaba O'Rourke en su libro "Cómo tener la casa como un cerdo", embadurnarlos con desodorante de barra antes
de volver a enfundárselos. —Entran
más suaves —decía—. Luego, el día en que regresa la parienta, te duchas y ya te los quitas del
todo y los metes en la lavadora, junto a las camisas y las sábanas, para cuando
haga la colada.