Unas manos agrietadas intentan moldear un hierro al rojo vivo en el interior de una fábrica de fundición en el corazón de la ciudad portuaria de Karachi. Apenas se puede respirar; la temperatura alcanza cuotas insospechadas que hacen que cualquier leve descuido, por mínimo que sea, pueda resultar mortal.
Unas manos agrietadas intentan moldear un hierro al rojo vivo en el interior de una fábrica de fundición en el corazón de la ciudad portuaria de Karachi. Apenas se puede respirar; la temperatura alcanza cuotas insospechadas que hacen que cualquier leve descuido, por mínimo que sea, pueda resultar mortal.