"Respuestas correctas", especialización, estandarización, competencia estrecha, adquisición ávida, agresión, desapego. Sin ellas, nos ha parecido que la máquina social no podría funcionar. No debemos culpar a las escuelas de crueldad cuando sólo han cumplido con lo que la sociedad les ha pedido. Pero la razón por la que necesitamos una reforma radical de la educación es que las demandas de la sociedad están cambiando radicalmente. No cabe duda de que las características humanas que hoy en día se inculcan dejarán de ser funcionales. Ya se han tornado inapropiadas y destructivas. Si la educación continúa siendo como solía, la humanidad terminará destruyéndose tarde o temprano.” G. Leonard
La blogosfera maternal está revolucionada, en apoyo a aquellas familias que en España han optado por no delegar la educación de sus hijos en una institución, y educarles ellos mismos en casa.
En España, la educación en el hogar no está regulada, aunque tampoco está prohibida. Por lo que se habla de un "limbo legal", en el que estas familias hasta ahora han navegado con más o menos acoso por parte de las administraciones.
Dado que no está prohibido, la mayoría de los tribunales españoles han dictado siempre sentencias favorables a los padres que educan en casa, sin embargo, recientemente ha sorprendido una sentencia del Tribunal Constitucional que ha prohibido expresamente a unos padres en Málaga esta opción.
Mi hija de 3 años asiste a un colegio público. Fue la decisión que tomamos en nuestra familia, la que mejor se aviene con nuestras circunstancias concretas, aunque probablemente no la mejor de todas las opciones posibles.
Sin embargo, estoy convencida de que el sistema educativo en general tiene mucho que mejorar, y un gran reto por delante en este siglo XXI. No cambios en los planes educativos, no si Religión o si Educación Cívica, si Historia nacionalista o Historia nacional, si Latín y Griego, o nuevas tecnologías. Las materias posiblemente sean lo de menos.
El cambio tiene que ser mucho más profundo: abrir la escuela a la realidad, sacar a los niños, adolescentes y jóvenes de las (j)aulas, incorporar métodos activos de enseñanza, una enseñanza que provenga del interior de los alumnos y que respete sus ritmos, sus motivaciones, su libertad, su curiosidad, sus necesidades de movimiento, su cuerpo, sus emociones, su creatividad, su dimensión afectiva...
Tenemos que cambiar la educación para cambiar el mundo, como dicen Claudio Naranjo y Eduard Punset. Educar a cada niño respetando su individualidad y cuidando lo que le hace único e irrepetible. Dejar de exigir disciplina y uniformidad en detrimento de la curiosidad, del placer, de la inteligencia, de la diversión, de la creatividad, de la pasión, de la espontaneidad, de la alegría y de la libertad.
Recuperar el prestigio de los oficios; estimular la creatividad, la artesanía y los trabajos que nos acercan a la tierra, al agua, al fuego y a la materia; dejar de producir en masa graduados universitarios directos al paro y a la frustración; cambiar el sistema de valores, y darle más prestigio social y remuneración económica a los trabajos que nos acercan a la tierra y que cuidan y protegen la vida en todas sus formas.
Viajar a las emociones, desde la vida intrauterina, desde el momento del nacimiento, desde la primera crianza con lactancia, apego, colecho, porteo; desde una escolarización alegre, motivadora e inspiradora, que permita que la avidez por el conocimiento nazca desde adentro del niño, y no como una losa que lo aplasta y lo obliga a permanecer en silencio desde lo alto de un atril.
El sistema educativo de 30 niños encerrados por aula, ocho o más horas diarias, con una familia ausente durante todo el día, hace aguas por todas partes. Escuelas y familias, sociedad en su conjunto, tenemos un gran reto para mejorar la crianza y la educación, desde el amor y la libertad. Las familias, mientras trabajan, exigen cada vez más de las escuelas, y las escuelas no pueden ofrecer lo que la familia no es capaz de dar. Y en medio, los niños, desorientados, violentos, emocionalmente dañados.
Ante esa perspectiva, y mientras el sistema educativo no responda a los cambios que el siglo XXI necesita y merece, educar en casa me parece una opción totalmente válida.
Hay quien piensa que educar en casa es una opción de ultrarreligiosos o ultraderechistas, o de ricachones que pueden permitirse preceptores a domicilio; otros que es una opción de "hippies" locos... parece que los extremos del espectro político se tocan, en este caso, en la defensa de la libertad. O quizás, y es lo que pienso, el espectro político -mediocre, centrista y populista- no nos sirve ya para comprender la realidad, y mucho menos para transformarla.
Familias de muy diverso tipo, aunque pocas, eligen esta opción, y las que yo he conocido a través de la red, me parecen familias muy CONSCIENTES, que saben muy bien lo que están haciendo, con madres y padres formados y comprometidos con una verdadera educación integral de sus hijos, que aúnan un gran nivel intelectual con la capacidad afectiva y emocional de PERMANECER JUNTO A SUS HIJOS, que como todos los luchadores contra-corriente se ven obligados a demostrar lo que a otros se les da por supuesto, y por tanto, incluso obligados a hacerlo mejor que nadie.
Está claro que las autoridades políticas deben velar la diferencia entre aquellas familias que educan en casa, y las que no educan en absoluto o abandonan a sus hijos, pero creo que eso es algo que cualquier trabajador social distingue a simple vista.
No todas las familias nos sentimos aptas para ofrecer esa calidad educativa a tiempo completo, sin echar mano de otros agentes sociales, pero aquellos que tengan los recursos materiales, intelectuales y emocionales para hacerlo, lejos de ser juzgados o prohibidos, deberían ser respetados y apoyados.
Educar en casa es un derecho que existe en muchos países del mundo, y que en España debería regularse, e incluso incentivarse, de modos que las propias familias que decidan hacerlo, puedan con mayor facilidad establecer redes entre sí, compartir recursos, formación y actividades. De ese modo, ahorraríamos recursos al Estado, garantizaríamos redes socializadoras de familias que educan entre sí, y los niños podrían disfrutar de una educación intelectualmente más personalizada y emocionalmente más sustentadora.
La libertad de opciones es siempre enriquecedora para la sociedad. Defendamos el arcoiris de opciones frente a la uniformidad grisácea. Defendamos la calidad humana y la pasión vital, donde quiera que la haya.
__________________________________________________Algunos blogs de familias que educan en casa:
Macedonia de fruta dulceEpysteme Enseñar a pescarTarkus KidsPaideia en familiaFamilia libreAmigos homeschoolers
Libres como el volcán
ALE