Homo rudolfensis

Por Laurapalau

Quién: Homo rudolfensis
Cuándo: 1’9 – 1’8 millones de años
Dónde: Kenia y Malaui
Qué: un cráneo con la mandíbula superior, una mandíbula inferior parcial y una mandíbula inferior muy completa con buena parte de su dentición

Imagen propiedad del Smithsonian Institution.

El primer descubrimiento relacionado con Homo rudolfensis se hizo en 1972 gracias al trabajo de Bernard Ngeneo, miembro del equipo investigador de Richard Leakey. Pero no fue hasta 1986 cuando fue bautizado como Pithecanthropus rudolfensis, aunque más tarde fue atribuido al género Homo.

En sus orígenes el papel de estos fósiles en la evolución humana se atribuyó a Homo habilis, si bien su bóveda craneal era más grande: el fósil KNM-ER 1470, recuperado muy cerca del Lago Turkana, evidencia una capacidad craneal de 775 cm3, bastante superior a la de Homo habilis; también muestra una cara más larga y mayores molares y premolares: por estos dos últimos motivos, algunos científicos creen que podría tratarse de un Australopithecus.

Los molares de Homo rudolfensis resultan grandes y amplios si los comparamos con los de Homo habilis, y solo algo más pequeños que los que podemos observar en las especies robustas de australopitecos; sin embargo, la mandíbula de rudolfensis no comparte con estos australopitecinos las fuertes inserciones musculares mandibulares que sí podemos apreciar en estas especies más robustas. Esto parece significar que seguían dietas distintas y que la potencia masticatoria de los australopitecinos era mayor.

Hoy en día, buena parte de la comunidad científica internacional reconoce a rudolfensis una identidad propia que convivió con otras tres especies al norte de Kenya: Homo erectus, Homo habilis y Paranthropus boisei.

Tal como sucede con otras especies tempranas de Homo, cabe la posibilidad de que rudolfensis hubiera utilizado herramientas de piedra para tratar los alimentos que consumía, por ejemplo: no se han encontrado útiles líticos en las mismas capas en las que han aparecido fósiles de esta especie, pero sí se ha recuperado útiles datados en la misma época en la que vivió Homo rudolfensis. No es el primer caso en que existen dudas sobre si una especie en concreto fue capaz de producir sus propias herramientas de piedra.

Sobre Homo rudolfensis pesan todavía muchos interrogantes debidos, principalmente, a la falta de restos postcraneales. Por ejemplo, no sabemos si esta especie presentaba un dimorfismo sexual más o menos marcado, ni cuál debía ser su estatura media. Tampoco se ha podido determinar, todavía, si rudolfensis y habilis forman parte del linaje de la evolución humana que acabaría en Sapiens.

Para saber más:

  • Alexeev, V.P. (1986). The Origin of the Human Race. Progress Publishers: Moscú
  • Wood, B., Collard, M. (1999). The changing face of genus Homo. Evolutionary Anthropology, nº 8, pp. 195-207.