En nuestro último post hablábamos de un futbolista bastante sinpar, el francés Vikash Dhorasoo. Un tipo capaz de ir convocado con Francia para disputar el mundial de Alemania 2006 y rodar con una cámara de 8mm un documental bastante ‘arty’ sobre los ‘bleus’ desde dentro, sin que nadie de su equipo se diera cuenta de ello. Dhorasoo, un tipo rebelde, indisciplinado y orgulloso, también supo volcarse en proyectos sociales, entre ellos apoyó públicamente (y económicamente) al Paris Foot Gay, un equipo de fútbol amateur que tiene entre sus cometidos luchar contra la homofobia en el deporte.
Y es que si existe en el mundo del deporte, y sobre todo en ese hermético mundo de medias verdades como es el fútbol, un tabú aún más grande y pesado que el de la política ese es la homosexualidad. El deporte rey, fábrica de ídolos, donde la épica y la supuesta “hombría” está casi a la altura de lo efímero y banal, sigue dando, en general, una imagen de patio de colegio donde se rige un mismo corte de pelo, y aquel díscolo que se asome por encima de ese manto virtual que protege y endiosa a esos trabajadores del deporte, corre el riesgo de perder no sólo el pelo, sino la cabeza. Y no es un tema baladí. Más allá de leyes intolerables que en algunos países más o menos civilizados todavía condenan y persiguen la homosexualidad, incluso castigándola con la muerte, existe una especie de omertá en el campo del fútbol que encubre una homofobia oculta, cuando no se “justifica” explícitamente otras veces.
Justin Fashanu
El 19 de febrero es el Día Internacional de Lucha contra la Homofobia en el fútbol. Este día nació Justin Fashanu, el primer futbolista que reconoció públicamente que era homosexual (en 1990). Desde ese momento tuvo que soportar una dura presión pública y acabó suicidándose ocho años después. Al contrario que algunas estrellas de la música, la literatura y el cine (Ellen Page, por ejemplo, hace apenas tres días), un futbolista que en su periodo activo salga de la armario tiene muchas probabilidades de sufrit una exclusión profesional que le puede afectar no sólo deportivamente. Hace un año, el internacional estadounidense Robbie Rogers hizo pública su homosexualidad y se retiró, casi inmediatamente, del fútbol. Jugaba en el Stevenage inglés, tras pasar por el mítico Leeds en la First Division. ¿Que le hizo salir del armario y retirarse del fútbol ipso facto? Tal y como reconoció en su blog: Miedo. No quería ser otro Fashanu. Afortunadamente un par de meses después fichó por los LA Galaxy, y todavía sigue jugando.
Joy Burton y los cordones del Arco Iris
Pero no todo es silencio, miedo y preocupación. Poco a poco se están dando campañas para apoyar el “outing” en el fútbol profesional. En Alemania, hace unos años, los internacionales Mario Gómez y Manuel Neuer animaban a los futbolistas homosexuales a salir del armario. En ese mismo país, precisamente, el año pasado se presentó la llamada “Declaración de Berlín”, un documento firmado por políticos y funcionarios del fútbol alemán contra la homofobia, aunque sin el apoyo público de ningún club, futbolista ni la propia Bundesliga. The Justin Campaign (en homenaje a Justin Fashanu) es una organización que realiza campañas para la tolerancia de la homosexualidad en el fútbol. En México está la “Tri Gay“, un combinado nacional no profesional compuesto por jugadores homosexuales. Además de denunciar las situaciones de homofobia en el fútbol mejicano, el equipo ha competido en distintos torneos, como el Campeonato Mundial de la Asociación Internacional de Fútbol Lésbico Gay (IGLFA), celebrado en 2012 en la Ciudad de México. En la Premier inglesa también hay movimientos contra la homofobia. Una campaña de la asociación Stonewall (“Righ Behind Gay Footballer”) consiguió por primera vez en la historia que varios futbolistas profesionales del Everton, Norwich y el Queen Park Rangers lucieran en sus botas los colores del arco iris, la marca de la bandera del movimiento LGTB, entre ellos el arrepentido Joy Barton, que llamó “transexual” al jugador del PSG Thiago Silva. Aquí un artículo interesante sobre ‘outing’ y fútbol.
Tchaikovsky vs. Satán y Putin
En el mundo del cine hay muchos ejemplos de películas que tratan la homofobia. En la última edición del Festival de cine de San Sebastián, la película venezolana ‘Pelo malo’, de Mariana Rondón, ganó la Concha de oro a la mejor película. Muestra la relación complicada entre un niño y su madre, donde refleja una homofobia latente en un ambiente de pobreza y caos en la Caracas actual. ‘Dallas Buyers Club’, nominada a varios Oscar para la próxima edición, trata el tema del VIH, la homofobia y la sexualidad al contar la historia de un homófobo electricista (Matthew McConaughey) al que le diagnostican VIH positivo en 1986 y su búsqueda de tratamientos alternativos para luchar contra esa enfermedad. Aunque la traca final es para Rusia, país que es conocido mundialmente por sus represivas leyes contra los movimientos LGTB. En septiembre del año pasado el Ministerio de Cultura ruso dejó sin fondos una película sobre Piotr Tchaikovsky, reconocido homosexual y genio de la música del siglo XIX, compositor de obras universales como ‘El lago de los cisnes’ y ‘El Cascanueces’. Tal y como se refleja en este artículo, el presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a Occidente de renunciar a sus principios cristianos “al poner al mismo nivel a las familias numerosas y las uniones homosexuales, la fe en Dios y la fe en Satán”. Te cajas en las brajas. ¡Angela Davis, grítale algo a este personaje!