"Mel" Zelaya, sigue esperando en Santo Domingo el regreso definitivo a Honduras.
El árbitro Nishimura enseña tarjeta amarilla a un jugador de Honduras.
Tras empatar a cero con Suiza –contra la cual el equipo español fue derrotado–, perder dos a cero contra España y uno a cero contra Chile, Honduras de retiró del mundial sin haber anotado ni un solo gol. La selección española se vio claramente superior al limitado combinado hondureño, que poco o casi nada pudo hacer para llegar a la meta de Iker Casillas. Y el fin de semana pasado, los jugadores de Honduras, encajadora de goles, hizo las maletas para volver a su tierra en la que Roberto Micheletti, ex presidente golpista, ya ha marcado por su cuenta varios tantos siempre a su favor, usurpando el poder y retirándose de él, aunque controlándolo de forma menos visible pero no menos eficaz.
Las derrotas deportivas hondureñas en el Mundial de Sudáfrica han coincidido con el primer aniversario del golpe de Estado. Ni siquiera con la victoria de Porfirio Lobo, Manuel (Mel) Zelaya consiguió regresar a su país, tras ser depuesto y exiliado. Hoy, pese al tiempo transcurrido, continúan las violaciones de derechos humanos, los asesinatos de periodistas y opositores, camuflados como delitos comunes, las desapariciones, torturas y presiones de todo tipo. Desde Santo Domingo, Zelaya intenta regresar a su país. Pero, ni siquiera Porfirio Lobo ha logrado que la Corte Suprema, el Fiscal General, los militares y parte del Parlamento cedan y permitan el retorno de Celaya.
“Mi destierro es un pecado de EEUU –declara el ex presidente desde la ciudad dominicana que lo acoge desde finales de enero–. Zapatero debe pedir a la Casa Blanca que cambie de postura. Él y Moratinos deben unirse con la Organización de los Estados Americanos para pedir a Estados Unidos que cambien su posición de dar impunidad a los golpistas. Deben apoyar la restauración de la democracia y conseguir, así, el fin de mi destierro”. Zelaya insiste en que Micheletti (líder de los golpistas) es el verdugo del pueblo hondureño denunciado ante la Corte Penal Internacional y debe pagar sus crímenes.
La Resistencia tiene ya 600.000 firmas para pedir una Constituyente. Pero los golpistas siguen manejando los hilos del país. Roberto Micheletti declaraba la semana pasada: “El Gobierno de Porfirio Lobo es de cuatro años, siempre y cuando respete las leyes”. El Frente Nacional de Resistencia Popular recuerda claramente: “Los golpistas que sacaron a Zelaya son los mismos que ahora presentan a Lobo como un títere para seguir consolidando su régimen de violencia”. Y el triunfador de las elecciones del pasado 29 de noviembre (“Un hecho político que no reconocemos, pero que no ignoramos”, dijo el Gobierno español), está expiando sus propios pecados, los derivados del nombramiento de varios ministros que participaron en el golpe del 28 de junio.
Todos los golpistas han sido premiados con ascensos y prebendas. Jorge Rivera, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, amenaza con mantenerse otros cuatro años más. Y ha expulsado a los cinco juristas miembros de Jueces por la Democracia. El general Romeo Vásquez, líder de la cúpula militar, ha encontrado un inmejorable empleo civil: gerente de Hondutel, empresa hondureña de Telecomunicaciones, posición estratégica desde la cual se espió a los opositores. René Antonio Hepburn, teniente coronel que ejecutó la orden de allanamiento contra "Mel" Zelaya dictada por la CSJ, ha sido premiado con un ascenso. Venancio Cervantes, que formaba parte de la Junta de Comandantes, es hoy director de la Dirección General de Migración y Extranjería. Otro general, Manuel Cáceres, está al frente de la Aeronáutica Civil. Y Roberto Micheletti declara, orgulloso: “No, no me voy a arrepentir de nada de lo que sucedió”.