ha pasado mucho tiempo, conozco muchos artistas que no conocía a los 15 años, he consultado muchos libros de arte, veo muchas exposiciones e intento estar al día de lo que pasa en el complejo mundo artístico pero todavía sigo mirando aquel libro lleno de personas perdidas en lugares inciertos y siento que es algo muy especial, más que un libro.
16 de junio de 2012, entre nervioso y emocionado sobre las 11:00h. me acerco al thyssen bornemisza a visitar la exposición retrospectiva de edward hopper. otra vez amaya, esta vez con mateo de la mano, manolo con fran y yo con sandra y alrededor nuestro mucha gente, un poco de barullo que se diluía con solo mirar las obras. para recibirnos un autorretrato nos tranquiliza y pasamos de un cuadro a otro, fijándonos en todos los detalles posibles, descubriendo piezas que no conocíamos, fijándonos en la técnica, en el dibujo, en la composición, el color y sobre todo la luz, una de las grandes bazas del pintor. asombrándonos con la modernidad de obras como la casa junto a las vías del tren (la que tiene un aire a psicosis), noche en la oficina, gasolina, sol matutino, oficina en nueva york, grupo de gente al sol (una de las más misteriosas), hotel junto a un terraplén de ferrocarril o la habitación de hotel, cuadro emblema de la muestra o como diría juan josé millas, la soledad era esto.
solo una pega, ya sé que la exposición no está organizada cronológicamente sino por temas pero cambiaría el cuadro dos comediantes (uno de sus últimos cuadros) y lo situaría de despedida, me parece el final perfecto para esta exposición, hopper y su mujer jo, asomándose a saludar, a un teatro en el que parece que se ha hecho el silencio justo antes de que arranquen los aplausos finales a una carrera tan constante.
si no es el mejor pintor del siglo xx sí que es el que mejor ha representado su espíritu.