Dead Space es el nombre de una saga de Survival Horror de Playstation 3, en la que un ingeniero llamado Isaac se ve encerrado en una nave espacial atestada de monstruos alienígenas. El juego es sin duda uno de los mejores que he probado, y se debe sobre todo gracias a su perfecta ambientación y diseño de la nave USS Ishimura en la que una misteriosa efigie desenterrada de un planeta desconocido provoca el caos entre la tripulación. Los juegos, de los que merecería la pena hablar en este blog, tienen muy claras sus influencias cinematográficas, siendo una de ellas ‘Alien: Resurrección’ y la otra precisamente, ‘Horizonte Final’.
Paul W. S. Anderson no es el director favorito de los cinéfilos. De hecho, parece que su carrera se basa en proporcionar vehículos de lucimiento para su mujer Milla Jovovich, y seguramente no sabía que sus mejores trabajos iban a ser los primeros. Tras una correcta y entretenida Mortal Kombat que lograba convertir en pasable la adaptación de un videojuego, se iba a embarcar en una película de terror en el espacio que contaba cómo una nave espacial desaparecida durante años reaparecía orbitando Neptuno. Por lo que nos cuentan, la nave intentaba crear nuevas formas de viajar en el espacio formando un agujero negro, y no se sabe qué le ocurrió después a la tripulación.
Por lo tanto, un nuevo grupo de astronautas (o camioneros del espacio, como en Alien) tienen que ir hasta allí, a un lugar que se nos antoja muy lejano y aislado, para saber qué fue de ellos, y se encontrarán con que la nave reacciona ante ellos y empieza a defenderse. Lejos de ir por el terreno de la ciencia ficción, optamos por el terror puro y duro en la típica historia del barco fantasma que acaba uno por uno con sus tripulantes de formas cada vez más rebuscadas e imaginativas, y que realmente puede llegar a darte miedo, cosa que otras supuestas “obras maestras del género” jamás consiguen. Cierto es que algunos guiños, como los que hace hacia El Resplandor o Solaris, son bastante típicos, pero otras escenas han logrado hacerse un hueco en nuestra memoria y no saldrán jamás de ahí, como ese diario de a bordo sangriento que ha dado pesadillas a todos lo que lo han visto al presentarnos un universo de caos y maldad pura, una orgía del mal absoluto que me pone los pelos de punta.
Lo que muchos ven como su único gran defecto de la película es su tramo final, en el que el Doctor Weir (¿Por qué no vemos más cosas de Sam Neill? Pierde la cabeza y se alía con su nave, al considerarlo un recurso facilón que rompe un poco con la tensión, o respetar el tópico de “afroamericano gracioso que siempre sobrevive”. Pero aun así, se trata de una cinta peculiar y que muchos de los más avezados cinéfilos del género de terror se niegan a ver solos, y eso ya es un gran punto para un director al que si le quitas Resident Evil, tiene muy poco que ofrecer.