Hormonas

Por Sergiocossa @sergiocossa

Todas las mañanas el novicio limpiaba los ventanales del monasterio. Desde lo alto, observaba el paso de tres muchachas cargadas con cestas de compras. Las jóvenes lo saludaban y le arrojaban besos sonoros, para luego alejarse entre risas. En uno de esos paseos, la más robusta levantó su falda hasta la cintura y las carcajadas fueron escandalosas. El novicio se dirigió hasta el despacho del viejo director, donde solicitó permiso para salir del monasterio. Señalando con su pipa hacia el granero, el maestro sentenció: –En ese gran pajar he ocultado una aguja. Si algún día la encuentras, poseerás la sabiduría para enfrentar al mundo y podrás partir. El joven dio media vuelta y se marchó. A los pocos minutos enfiló hacia el pajar con un detector de metales.
© Sergio Cossa 2012
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