Horror of Dracula: Una de las cintas más importantes del cine de terror británico.

Publicado el 02 agosto 2010 por Fantomas
“Horror of Dracula” (1958), es un film de terror del director Terence Fisher, el cual está protagonizado por Christopher Lee, Peter Cushing y Michael Gough.
Jonathan Harker (John Van Eyssen), ayudante del doctor Van Helsing (Peter Cushing), se traslada al castillo de Drácula (Christopher Lee) con el fin de acabar con el no-muerto. Sin embargo, tras fracasar en su intento, el vampiro terminará atacando a todos los allegados de Harker y sólo Van Helsing podrá poner fin a su reinado de terror.

Tras el éxito de “The Curse of Frankenstein” (1957), el cual se sumaba a una serie de apuestas acertadas que había realizado la Hammer en el último tiempo, varias compañías norteamericanas fijaron sus ojos en la pequeña compañía británica. Tanto la Universal como la Columbia y la United Artist invirtieron una suma de dinero para que el estudio elaborara un nuevo remake de la novela de Bram Stoker, “Drácula”. Sin pensarlo demasiado, Michael Carreras y Anthony Hinds dispusieron un plan de filmación de 25 días y contrataron prácticamente al mismo equipo técnico que había trabajado en “The Curse of Frankenstein”, con el fin de obtener los mismos resultados. Pese a estar involucradas tres empresas norteamericanas en la producción de la cinta, de todas maneras el presupuesto fue bastante exiguo; sólo 83.000 libras. Esto obligó a los encargados de la Hammer a construir los sets en un estudio bastante reducido pese a contar con un moderno escenario de sonido. Por la misma razón, el guionista Jimmy Sangster optó por reinventar la novela de Stoker, inspirándose bastante más en la obra de teatro que había originado la adaptación de la Universal dirigida por Tod Browning, que en la obra del escritor británico.
Los cambios realizados por Sangster se evidencian desde el primer momento, ya que si bien algunas cosas y personajes coinciden con la novela, el enfoque es diferente. Para empezar, Jonathan Harker ya no es retratado como una víctima inocente que llega a trabajar para el conde a su castillo, sino que ahora es un temerario cazador de vampiros que busca terminar con Drácula para siempre. Por esta misma razón, a Harker no le resulta extraño que el conde lo encierre con llave en la habitación que ha dispuesto para su invitado, ni tampoco que a su llegada una mujer le pida que la rescate de las garras de su amo. La verdad es que si uno analiza el comportamiento de Harker durante su estadía en el castillo de Drácula, es posible vislumbrar que su inclusión en la historia no tiene otra misión más que presentar al conde como un ser poderoso, diabólico, repulsivo y atractivo al mismo tiempo, además de servir como una suerte de McGuffin; será su intrusión en la guarida del vampiro y su posterior muerte lo que terminará desencadenando los hechos en los cuales se centra la historia. De hecho, Harker es un personaje más bien torpe; no sólo se muestra muy campante cuando Drácula lo encierra en su habitación, sino que espera hasta el atardecer para encontrar el lugar en el cual duerme el vampiro. Para colmo, cuando encuentra la cripta donde duerme el conde y su esclava, decide atacar primero a la mujer en vez de atacar a quien supone un mayor peligro. Obviamente este error le costará bastante caro.

Una vez que el Van Helsing de Peter Cushing entra en escena y las garras de Drácula amenazan a la aproblemada familia de Harker, es cuando la película demuestra las razones que la convirtieron en una obra exitosa en su momento, y porque hoy en día es considerada como uno de los grandes clásicos del cine de terror. Desde el primer momento, Van Helsing es retratado como un personaje inteligente, decidido y estoico frente a la adversidad. El buen doctor no sólo tendrá que averiguar cuál fue el destino de su amigo, sino que además deberá intentar salvar a la prometida de Jonathan Harker, Lucy Holmwood (Carol Marsh), quien se ha convertido en el nuevo objeto de deseo del vampiro. Su único aliado en su lucha contra Drácula será Arthur Holmwood (Michael Gough), quien pese a su desconfianza inicial, se terminará convenciendo del peligro que se cierne sobre su familia una vez que ve los efectos del influjo del vampiro en su hermana. En una carrera contra el tiempo, ambos hombres deberán encontrar la nueva guarida de Drácula antes de que este acabe por completo con la familia de Harker.
Un tema que ha provocado un largo debate es aquel que hace relación a los pocos minutos que Drácula aparece en pantalla a lo largo del film. Aunque por un lado me gustaría haber visto más al vampiro en acción, hay que reconocer que el hecho de que el conde aparezca en limitadas ocasiones ayuda a formar un halo de misterio en torno a su figura, con lo que da la impresión de estar siempre oculto en las sombras preparado para atacar a sus víctimas en cualquier momento. El mismo Van Helsing ayuda a que Drácula adquiera un carácter omnipresente, alimentando su leyenda y transmitiendo el peligro que supone el vampiro tanto a los integrantes de la familia de Harker, como al mismo espectador. La idea de que Van Helsing se enfrenta a un enemigo invisible e impredecible, ayuda en gran medida a que la cinta presente una atmósfera de tensión constante, la que se sostiene incluso en aquellas escenas en las cuales el doctor analiza sus propias conclusiones con respecto al mito del vampirismo.

Si la lucha de ingenios que se desarrolla durante prácticamente todo el film entre Van Helsing y Drácula es interesante, la confrontación final entre ambos es sencillamente impactante. Pese a que en el guión original el clímax de la película estaba escrito de manera diferente, Peter Cushing insistió en que la lucha de Van Helsing con el vampiro fuese coreografiada como si se tratara de uno de los duelos de las películas de espadachines (de hecho, en la batalla final Cushing realiza una peligrosa maniobra que tuvo con los nervios de punta a los encargados del estudio). En el ámbito de las actuaciones, resulta obvio que la película no hubiese tenido el mismo éxito sin la participación de Peter Cushing y Christopher Lee. En cada una de las escenas en las cuales participan se convierten de inmediato en el centro de atención. Mientras que Cushing retrata a Van Helsing casi como si se tratara de un héroe de acción, una suerte de precursor de Indiana Jones que mezcla inteligencia con destreza física, Christopher Lee es inolvidable como Drácula. Pese a que prácticamente no tiene diálogos, Lee logra que el conde se convierta en una figura amenazante que con tan sólo mirar a sus víctimas puede infundirles terror o despertar su deseo sexual, dominando por completo sus actos. El elenco secundario en cambio, mientras hay quienes realizan una labor correcta, como por ejemplo Carol Marsh y Melissa Stribling, otros como John Van Eyssen y Michael Gough dejan bastante que desear.
No hay que olvidar gran parte del éxito de los films de la Hammer se debió a la labor de los profesionales que trabajaban tras las cámaras. A la estupenda dirección de fotografía de Jack Asher, se le suma la atmosférica banda sonora de James Bernand (que aumenta el impacto de cada una de las apariciones de Drácula), y el impecable diseño de producción de Bernard Robinson. Pese a que Terence Fisher confiaba en la calidad de la cinta, al interior de la Hammer no todos compartían su optimismo. De hecho, cuando Cushing y Lee asistieron a una proyección francesa de “Horror of Dracula”, se mostraron temerosos de que el público se mofara del largometraje. Su sorpresa sería gigante cuando observaron que el público no sólo quedaba gratamente sorprendido con la cinta, sino que además asistían en masa para verla. “Horror of Dracula” obtuvo una mayor recaudación que “The Curse of Frankenstein”, y terminó de posicionar a la Hammer como los nuevos reyes del cine de terror, influenciando a un sinnúmero de directores alrededor del globo como por ejemplo al mismísimo Roger Corman (sólo es cosa de ver su serie de adaptaciones de Edgar Allan Poe).

No resulta extraño el éxito que tuvo el film ya que en más de un aspecto fue una producción rupturista; la crítica británica se mostró histérica cuando observaron como sangre rojo escarlata inundaba la pantalla, al mismo tiempo que aparecían guapas mujeres luciendo coquetas camisas de dormir. Según un crítico del Daily Telegraph: “La industria cinematográfica británica tiene una calificación X, la cual no es aplicable al film. Debiese existir una nueva calificación para la cinta, ´S´ por sádica o ´D´ por desagradable”. “Horror of Dracula” es un clásico con todas sus letras y presenta muchos de los elementos que transformaron a la Hammer en el sinónimo más reconocible de “terror británico”. Si bien no es una película perfecta ya que presenta algunos detalles que podían haber sido tratados de mejor manera (como la ya mencionada participación de Jonathan Harker), es una película entretenida, con una gran factura técnica, una historia interesante que reinventa el mito de vampirismo y lo trata con sumo respeto, y un par de protagonistas que se alzarían como los dos actores más importantes del cine de terror británico.

por Fantomas.