Horrores de la IIGM: prisioneros de guerra alemanes (I)

Por Liber

En la primera parte de este artículo, analizaremos el caso de los prisioneros de guerra alemanes capturados por los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial.

En la segunda parte, abordaremos la suerte que corrieron bajo custodia de los Aliados Occidentales. Si te interesa el tema de los prisioneros de guerra, te recomendamos la lectura de Horrores de la IIGM: prisioneros de guerra rusos.

Prisioneros de guerra alemanes en la Unión Soviética

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética apresó a cerca de 3.000.000 de prisioneros de guerra alemanes, la mayoría de ellos durante los grandes avances conseguidos por el Ejército Rojo en el último año de la contienda.

Los prisioneros de guerra alemanes se convirtieron en trabajadores forzosos tanto durante la economía de guerra como en la reconstrucción de posguerra.

En 1950, ya casi todos los que habían conseguido la hazaña de sobrevivir al penoso cautiverio soviético habían sido liberados. A modo de anécdota, cabe decir que en 1956 regresó a casa el último prisionero de guerra que permanecía en manos de los rusos.

Según los propios registros de la Unión Soviética, 381.067 prisioneros de guerra de la Wehrmacht murieron en campos del temible NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos), 345.700 de ellos de nacionalidad alemana y 24.367 de otras nacionalidades.

Los cálculos alemanes elevan la cifra de muertos hasta el millón. Sostienen que entre los soldados dados por desaparecidos había muchos que terminaron sus días como prisioneros a manos de los rusos, aunque no fuera de manera oficial. Durante los primeros meses de lucha en el Frente Oriental, fueron pocos los alemanes que cayeron en manos del Ejército Rojo. Eso sí, tras la Batalla de Moscú y después de la retirada de las fuerzas alemanas, el número de cautivos aumentó hasta los 120.000 a comienzos de 1942. El ritmo sería imparable a partir de ese momento. La derrota del 6.º Ejército Alemán en la Batalla de Stalingrado se saldó con el internamiento de 91.000 soldados de la Wehrmacht, lo que elevó el número total de presos a 170.000 a comienzos de 1943.

Muchos encontraron la muerte por culpa del frío atroz del invierno ruso en los meses que sucedieron a su captura en el infierno de Stalingrado (solo 6.000 de ellos lograron volver a casa para contarlo tras la Segunda Guerra Mundial).

A medida que la precaria situación económica y logística de la Unión Soviética iba mejorando en 1943, la mortalidad en los campos de prisioneros se redujo en gran medida. Asimismo, los prisioneros de guerra alemanes se convirtieron en una fuente de trabajo fundamental para una economía de guerra rusa que sufría enormemente una carencia de mano de obra.

Por otra parte, los miembros del Nationalkomitee Freies Deutschland (Comité Nacional por una Alemania Libre), así como de la Bund deutscher Offiziere (Liga de Oficiales Alemanes) gozaron de ciertos privilegios y de mejores raciones, en comparación con el resto de compatriotas.

El Comité fue una organización antinazi formada por marxistas alemanes y prisioneros capturados de la Wehrmacht durante la IIGM. Llevaba a cabo sus operaciones desde la propia URRS, con la meta de propiciar una revuelta de la Wehrmacht contra Adolf Hitler mediante acciones de sabotaje y propaganda. Tras el fin de la IIGM y con la creación de la Administración Militar Soviética en Alemania, el Comité quedó huérfano de cometidos y terminó disuelto en 1945.

Emblema del NKVD, opaco organismo dedicado a la gestión de asuntos internos en la Unión Soviética, así como a realizar labores de policía secreta. Fuente y autoría: jgaray [CC-BY-SA 3.0], vía Wikimedia Commons.

La mayoría de oficiales y soldados que se negaron a adherirse a la ideología de los comunistas alemanes fueron encarcelados nuevamente (como sucedió con Seydlitz), mientras que otros (como Paulus) cooperaron en la creación de las fuerzas armadas de Alemania Oriental.

En cuanto a los comunistas alemanes, tras la disolución del Comité muchos de ellos ocuparon puestos relevantes en la administración soviética hasta que luego fueron fichados para la dirección de los principales puestos de gobierno de la República Democrática Alemana (fundada en 1949, tan solo 4 años después del fin de las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial).

La Liga, por su parte, estaba formada por un grupo de oficiales alemanes de alto rango que, cautivos en la Unión Soviética, tenía como finalidad derrocar al Führer o instigar un levantamiento militar en la retaguardia alemana.

Dependía formalmente del Comité Nacional por una Alemania Libre. Tras la fallida intentona golpista contra Hitler de la Operación Valkiria, el NKVD desconfió del poder real de influencia de la Liga y esta terminó cayendo en desgracia a ojos del régimen de Stalin.

Volvamos ahora a los prisioneros de guerra normales y corrientes. Como resultado de la Operación Bagration y tras el colapso de la parte sur del Frente Oriental, el número de prisioneros de guerra alemanes casi se duplicó en la segunda mitad de 1944.

En los primeros meses de 1945, el Ejército Rojo consigue avances en los Balcanes y hasta el río Oder. De nuevo aumentaría el número de prisioneros de guerra del Tercer Reich, hasta los 2.000.000 en abril de 1945.

En total, 2.800.000 efectivos de la Wehrmacht estuvieron presos bajo tutela soviética tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, según los propios registros rusos.

Un gran número de prisioneros alemanes ya había sido liberado a finales de 1946 (cabe destacar que por aquellas fechas, la Unión Soviética tenía bajo custodia a un número inferior de prisioneros que el del resto de Aliados).

Tras la creación de un estado alemán prosoviético en la zona de ocupación rusa de Alemania (la Deutsche Demokratische Republik o República Democrática Alemana), la URRS solo había decidido no repatriar a 85.000 prisioneros de guerra alemanes.

La mayoría de los prisioneros aún internos eran considerados culpables de crímenes de guerra y recibieron largas sentencias en terribles campos de trabajo (generalmente 25 años de condena en un temible gulag).

Habría que esperar hasta 1956 para que el último de estos prisioneros alemanes fuera repatriado, tras la mediación del cánciller de la República Federal Alemana, Konrad Adenauer, en Moscú.

Algunos historiadores como Overy calculan que unos 360.000 de los casi 2.900.000 millones de prisioneros de guerra alemanes fallecieron en los campos de trabajo soviéticos. Según cálculos de la periodista polaco-americana Anne Applebaum, 570.000 prisioneros de guerra del Eje habrían fallecido bajo custodia soviética.

Asimismo, Applebaum afirma que las cifras podrían ser aún mayores. Una tasa de prisioneros de guerra similar afectó a los soldados del Ejército Rojo capturados por los alemanes: la guerra entre el nazismo y el comunismo fue literalmente a muerte.

Por su parte, algunos expertos alemanes elevan la cifra hasta el millón, para el periodo comprendido entre 1941 y 1952. Ante el baile de cifras, quizá lo más prudente sea adoptar un número intermedio.

Y cerramos esta primera parte del artículo sobre prisioneros de guerra alemanes con un impresionante reportaje audiovisual de propaganda soviética, en el que se obliga a un humillante desfile por las calles de Moscú a los perdedores de la Segunda Guerra Mundial: soldados rasos y oficiales (60.000 en total) desfilan por las calles de la capital soviética custodiados.

Tras su penosa marcha rumbo a los trenes de ganado que les conducirían a Siberia, se procede a limpiar las calles moscovitas con vehículos motorizados de limpieza, como si hubiese pasado una manada de animales.

Encontrarás la segunda parte de este artículo haciendo clic aquí.