Hospital Obrero, Bolivia 2009

Publicado el 02 mayo 2011 por Cineinvisible @cineinvisib

El próximo estreno en Bolivia del último trabajo del director cochabambino Martín Bullocq, Los Viejos, es un excelente pretexto para tratar sobre la reciente producción boliviana. Junto al ya conocido Rodrigo Bellot, otro director especialmente interesante, se añade un nuevo nombre que promete a la vista de su primera realización, Germán Monje. Con un inspirado guión del escritor Juan Pablo Piñeiro, el director ha conseguido aunar dos tradiciones cinematográficas en paralelo a la diversidad geográfica del país (la región oriental de los cambas y la occidental con la zona andina de La Paz), el indigenismo y la temática de la ciudad.

El simbólico guión reúne en la misma habitación del hospital, que da título a la película, a los personajes arquetipos del país: un viejo bohemio (con una réplicas sublime sobre la caridad y sus intermediarios), el padre de una de las recepcionistas del establecimiento, una antigua gloria del fútbol, un diabético, un burócrata y un indígena que se cura con sus propias plantas. Con una estructura narrativa dividida en 8 cuadros, como uno de los souvenirs más populares bolivianos (un puzzle de 8 piezas representando la montaña sagrada Illimani), y un montaje meditado, Germán Monje ha conseguido una film intimista, sensible y lleno de detalles.

Rodada en formato digital, y en blanco y negro, la historia se aleja de la típica narración lineal para añadir emoción, y hasta un cierto suspense, en la vida de estos desconocidos, que acaban convirtiéndose en amigos. Los protagonistas no son actores profesionales y fueron escogidos al azar, un taxista en plena ciudad de La Paz, un casting invitando a los abuelos a ser actores de una película, y este hecho incrementa el aspecto minimalista del film, sin perder un ápice de emoción.

Germán Monje ha logrado un resultado final más profundo de lo que parece a primera vista y ha conseguido que los espectadores se identifiquen con esta historia y sus adorables personajes. En muchas ocasiones las grandes ambiciones no están a la altura de lo esperado. En esta ocasión, la modestia, junto al talento, han enriquecido la sencillez del proyecto y aumentado la sensibilidad y originalidad de su puesta en escena.