Hot summer days es una co producción entre China y Estados Unidos filmada por dos jóvenes realizadores chinos Wing Shya y Tony Chan. Es una de esas comedias al estilo Love Actually, melosa y romanticona donde varias historias se nos cuentan en torno al famoso "se ha formado una pareja" que instaurara el desaparecido Roberto Galán. Si gustan de estos films entre cómicos y emotivos, les fascinará.
Durante una tremenda oleada de calor que supera cualquier pronóstico gracias al consabido calentamiento global, se nos cuenta la vida de varios personajes que habitan desde Hong Kong a Beijing: un muchachito capaz de ganarse el amor de una jovencita parándose durante 100 días en la puerta del taller donde ella trabaja, un reparador de Aire acondicionados, ex presidiario, que conocerá a una motoquera misteriosa, un Cheff hermético y frío a punto de perder el amor de su vida, una aspirante a pianista que no le queda otra que trabajar de masajista quien se enamorará de un corredor de Ferrari vía SMS o un fotógrafo que ha quedado ciego aparentemente por la maldición de una modelo.
Lo que particularmente me encantan de estos films es que, al igual que pasara con el film de Curtis, el amor está en el aire. Las relaciones no sólo pasan por las parejas en sí, sino que además siempre está presente las relaciones padre- hijo, jefe- empleado o aquel amor que se destila de ayudar al prójimo en necesidad. Todo embellecido visualmente con una gran fotografía y música, la primera apreciable sobretodo en esos rostros en constante sudoración o los coloridos ambientes en los que se mueven los protagonistas.
Tratar de hablar del reparto en un film hablado en Mandarín, y por lo tanto desconocido para la mayoría de nosotros los occidentales, cuesta bastante. No obstante se disfrutan actuaciones más que correctas y escenas realmente emotivas donde no falta el toque dramático que te pega duro y arranca lagrimones histéricos.
Tampoco le falta al guión la patadita social a los grandes negociados cuando las circunstancias lo ameritan: los precios de todo producto asociado al calor como el helado, los aire acondicionados o hasta las espacios donde disfrutar de un pedacito de playa.
Un final original en algunas de las historias y previsible en las otras, pero que gusta, que no defrauda. Azucarado al 100% pero divertido, lleno de aciertos y, sobretodo, con mucho corazón.
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