Tarifa: En el corazón del ensanche de Las Palmas, junto a la zona más comercial de la ciudad, en una tranquilla calle peatonal sin acceso a vehículos y situado junto a un colegio encontramos este palacete, empotrado entre otras casas con fachada a dos calles, remodelado hace poco. Su histórica fachada decorada con balcones y molduras aparece perfectamente encalada de arriba a abajo. En una de las fachadas, donde nos deja el taxi encontramos una puerta recubierta con un enorme y llamativo cartel que nos indica que la entrada real está a escasos metros en la calle adyacente peatonal.En esa nueva ubicación cuesta situar el hotel, ya que pasa muy desapercibida la puerta, algo pequeña y retranqueada en un espacio de maderas con suelo de poderosa alfombra color marrón. Sólo un pequeño logo de la cadena, en la columna izquierda adyacente nos avisa de la situación del mismo. Dentro, un pequeño espacio que hace de recepción con mármol y luz indirecta por todos los sitios. A la derecha una pared en espejo negro, con algunos elementos decorativos en dorado y a la izquierda el mostrador de recepción: un bloque de mármol a juego con el suelo y el resto de las paredes. Tras él nos recibe sonriente una joven que se preocupa por nuestro vuelo, nuestro viaje y nuestras necesidades. Nos pide el DNI y mientras ella lo tramita en el ordenador nos hace rellenar en un documento algunos datos personales. Después nos ofrece un par de hojas a la firma, y nos entrega un cartoncito con dos tarjetas que serán las que abran la habitación y también la recepción si volvemos por la noche demasiado tarde. Nos explica el horario del desayuno, el funcionamiento de la domótica de la habitación, el funcionamiento del wifi. Este funciona de forma bastante correcta tras una enrevesada contraseña, aunque la que nos ofrecen a nosotros en primera instancia no funciona y debemos volver a recepción a cambiarla.Junto a un cartel negro con letras en dorado que indican la dirección de las habitaciones accedemos a un pasillo, igualmente en mármol que pasa junto a los patios a los que se abre el moderno ascensor panorámico en cristal y el espacio para el desayuno, vacío en esos momentos. Nuestra habitación está en esa misma planta baja, en un pasillo con alguna mesa decorativa con algún jarrón. La puerta, en madera negra, aparece remetida entre unas jambas también negras donde se ubica, un lector de tarjeta con el número de la habitación iluminado. Cuando acercamos a él la tarjeta, el pestillo de la pesada puerta se desbloquea y accedemos al dormitorio.
Tarifa: En el corazón del ensanche de Las Palmas, junto a la zona más comercial de la ciudad, en una tranquilla calle peatonal sin acceso a vehículos y situado junto a un colegio encontramos este palacete, empotrado entre otras casas con fachada a dos calles, remodelado hace poco. Su histórica fachada decorada con balcones y molduras aparece perfectamente encalada de arriba a abajo. En una de las fachadas, donde nos deja el taxi encontramos una puerta recubierta con un enorme y llamativo cartel que nos indica que la entrada real está a escasos metros en la calle adyacente peatonal.En esa nueva ubicación cuesta situar el hotel, ya que pasa muy desapercibida la puerta, algo pequeña y retranqueada en un espacio de maderas con suelo de poderosa alfombra color marrón. Sólo un pequeño logo de la cadena, en la columna izquierda adyacente nos avisa de la situación del mismo. Dentro, un pequeño espacio que hace de recepción con mármol y luz indirecta por todos los sitios. A la derecha una pared en espejo negro, con algunos elementos decorativos en dorado y a la izquierda el mostrador de recepción: un bloque de mármol a juego con el suelo y el resto de las paredes. Tras él nos recibe sonriente una joven que se preocupa por nuestro vuelo, nuestro viaje y nuestras necesidades. Nos pide el DNI y mientras ella lo tramita en el ordenador nos hace rellenar en un documento algunos datos personales. Después nos ofrece un par de hojas a la firma, y nos entrega un cartoncito con dos tarjetas que serán las que abran la habitación y también la recepción si volvemos por la noche demasiado tarde. Nos explica el horario del desayuno, el funcionamiento de la domótica de la habitación, el funcionamiento del wifi. Este funciona de forma bastante correcta tras una enrevesada contraseña, aunque la que nos ofrecen a nosotros en primera instancia no funciona y debemos volver a recepción a cambiarla.Junto a un cartel negro con letras en dorado que indican la dirección de las habitaciones accedemos a un pasillo, igualmente en mármol que pasa junto a los patios a los que se abre el moderno ascensor panorámico en cristal y el espacio para el desayuno, vacío en esos momentos. Nuestra habitación está en esa misma planta baja, en un pasillo con alguna mesa decorativa con algún jarrón. La puerta, en madera negra, aparece remetida entre unas jambas también negras donde se ubica, un lector de tarjeta con el número de la habitación iluminado. Cuando acercamos a él la tarjeta, el pestillo de la pesada puerta se desbloquea y accedemos al dormitorio.