Hotel costabella (girona)

Por Candreu
HOTEL COSTABELLA (***)Avinguda de França 6117007 Girona
Habitación: 101Fecha de entrada: 11/04/2024Tarifa: 110€ (AD)A las afueras de la ciudad, en una de las vías de entrada a la misma, en lo alto de una pequeña loma, con vistas al Hospital Trueta, rodeado de un jardín y de una amplia zona de parking que está siendo remodelada, encontramos el hotel en forma de gran chalet exento recién pintado en tonos amarillentos. En el tejado, grandes letras luminosas con la palabra 'Hotel'. A la derecha, antes de la puerta de acceso principal hay una zona oculta por un frondoso seto con una terraza, un pequeño jardín cuidado y una coqueta piscina. Una puerta de cristal automática, junto a la que hay un cartel con el nombre del hotel, nos introduce rápidamente en la recepción. Alargada, muy luminosa ya que toda sus pared izquierda está acristalada aunque protegida por blancos visillos. A la derecha hay un par de espacios para la reunión (con potentes sofás de cuero), la tertulia (con una chimenea) y el juego (hay varios elementos para el esparcimiento infantil). El mostrador de recepción resulta poderoso. Tras él un curioso reloj. Nos atiende un amable joven que habla con voz alta. Muy ceremonioso nos da la bienvenida mientras nos pide los datos de la reserva, realiza unos trámites sobre el ordenador y nos explica los horarios y servicios del hotel, incluido el wifi que funciona perfectamente. Al final nos entrega la tarjeta que hace las veces de llave de la habitación y nos da la mano reiterando la bienvenida. Avanzamos hacia el interior de la recepción. A la izquierda más sofás y mesas bajas para el encuentro y la tertulia junto a los grandes ventanales. A la derecha, un largo armario con folletos de distintos servicios y opciones turísticas de la zona. Una puerta a las escaleras, y antes de la puerta que da acceso a la luminosa cafetería y restaurante, el ascensor.
Moderno, muy nuevo. Suelo de madera natural. Paredes con espejo y puertas correderas a dos lados. Sube despacio y nos deja en un pequeño distribuidor por el que suben las escaleras y junto al que encontramos una puerta abierta que nos comunica con el pasillo de las habitaciones. Moqueta en tonos verdosos claros, paredes de madera natural, muy limpia, mucha luz, junto a las puertas, unos apliques metálicos iluminados con el número de la habitación.La puerta es de madera natural, con un estilizado pomo de acero con un lector de tarjetas por contacto. Acercamos la nuestra al mismo y se abre la puerta. Dentro mucha luz. Y de fondo, encendido, el hilo musical, muy suave con música clásica. Delicioso. Paredes en blanco inmaculado, suelo de madera natural limpísimo, sensación de novedad y cierto estilo. A la derecha hay un interruptor negro con cuatro botones para manejar los distintos tipos de luz. A la izquierda un armario sin puertas, en madera y vigas de metal negro donde encontramos unas baldas, el minibar (vacío), una caja fuerte, una bandeja con un hervidor de agua, una botella de agua de cortesía, dos vasos y dos tazas con sus juegos de café, azúcar e infusiones, una barra colgadora con media docena de perchas normales en negro. En la parte de arrib hay una funda como para guardar mantas o almohadas, pero vacía. A continuación, un espejo, de cuerpo entero, con un fino marco metálico en negro apoyado en la pared. Y después, un sencillo escritorio, también en metal negro y madera, sobre el que hay un buen espacio para trabajar. Un jarrón con flores secas, y un moderno flexo de trabajo también en metal negro. En la pared hay un display digital para manejar el hilo musical, y un enchufe disponible. Encima, cuelga de la pared una generosa pantalla plana. Debajo de la mesa, una butaca en color arena y una papelera de mimbre con una fea bolsa de plástico. En el espacio que hay hasta la ventana, un maletero a juego con el resto del mobiliario, cubierto por un cojín a juego con la silla de trabajo.
La pared del fondo está ocupada por la ventana, de moderno aluminio protegida por un potente foscurit, un visillo blanco y unos cortinones fijos en color marrón verdoso, que protege bastante bien de la luz exterior. Las vistas son a una terraza no practicable, y a las afueras de la ciudad, viendo en parte el enorme hospital general. 
En la pared de la derecha encontramos el display del aire acondicionado: digital, con un botón de encendido y apagado, una rueda para seleccionar la temperatura y varios botones para la potencia. Funciona perfectamente y de forma exquisitamente silenciosa. Y al lado, la cama. Grande, blanca. Con un colchón de generosísimo calibre, bastante blando, sobre un canapé de piel blanca. Empotrada en un cabecero de tela marrón verdosa. Vestida con suaves sábanas blancas y un ligero nórdico. Sobre ella cuatro almohadas y cuatro cojines, algo horteras en tonos marrones. A los pies un plaid y una manta decorativa a juego. Muy limpios. A cada lado sendas mesillas, igual que el resto del mobiliario, en metal negro y madera natural. Sobre una de ellas un teléfono moderno y sobre la otra el mando de la televisión. Por encima del cabecero una tira de led da un toque cálido a la luz de la habitación. Desde el techo y hasta las mesillas cuelgan sendos apliques de mimbre oscuro que ofrecen un bonito efecto lumínico. En el cabecero y sobre las mesillas sendos potentes reflectores para la luz de trabajo, enchufes, y un interruptor con cuatro posiciones de luz para crear distintos ambientes. Por encima del cabecero y hasta el techo, la pared aparecer recubierta de un papel pintado rugoso con motivos geométricos.
La insonorización exterior es formidable, y pese al tráfico pesado de la avenida no se oye nada. El interior es tranquilo y tampoco oímos demasiado. Sobre la puerta de entrada a la habitación, queda encendido durante toda la noche un incómodo punto de luz verde, como de emergencia, que llena ilumina demasiado y puede molestar durante el descanso. 
Junto al interruptor del aire acondicionado encontramos la puerta del baño, de cristal con un vinilo. Robusta. Con un tirador fino en metal. Dentro, envuelto en un aroma especial, el suelo y las paredes pasan a ser de porcelana rugosa en tonos crudos. Mucha luz. De frente un enorme espejo de pared a pared. Encima dos puntos de luz. Delante una larga encimera en silestone blanco con un potente grifo monomando sobre un lavabo. Sobre ella dos toallas de baño, de tamaño correcto y de adecuada calidad; una caja de madera con dos gorros de ducha, un peine y un set de cosmética; y un planta artificial con flores. En la pared, un bote dispensador de jabón de la marca Rituals, un espejo dirigible de aumento y un secador de escasa potencia. Cuelgan por debajo dos toallas de lavabo, una banqueta de madera negra y una pequeña papelera de pedal en negro.
A la izquierda, un moderno inodoro junto al que hay un par de portarrollos y una escobilla. Al otro lado de este una luminosa y generosa cabina de ducha. Suelo en porcelana blanca, mucha luz y puerta corredera de cristal. Una moderna grifería ofrece una ducha de teléfono y otra, fija, de efecto lluvia. Presión y temperatura son adecuados y quizá falte un punto de caudal. Anclados en la pared, también de Rituals, tres botes de gel, champú y acondicionador.
Por la mañana, en el restaurante se sirve un correcto y atendido desayuno buffet: platos calientes (huevos, bacon, salchichas, sándwiches), fiambres, quesos, fuet, cereales, bollería, distintos tipos de pan, fruta cortada y zumos naturales. Además una máquina de café sirve uno que podría ser mejorable.
Después, en el mostrador de recepción, una joven nos pregunta por cómo ha estado nuestra estancia y nos gestiona de forma ágil el pago y la factura. Nos ofrece su ayuda para continuar nuestro viaje y se despide.
Calidad/precio: 9.5Servicio: 9Ambiente: 9
Habitación: 9
Baño: 9
Estado de conservación: 10
Desayuno: 9
Valoración General: 9