Rua do Miño 6 27001 Lugo
Habitación 23
Fecha de entrada: 20/12/17 Tarifa:En el corazón de la ciudad, pegado al interior de la Muralla se halla este antiguo Pazo en una calle de acceso restringido. El edificio, poderoso, de piedra gallega y paredes encaladas tiene dos alturas con contraventanas verdes, y balcones. Junto a él, cerrado con una puerta corredera verde un pequeño parking.
La puerta principal aparece rematada con una espadaña bajo la que se ubica un balcón central corrido. Bajo él, la puerta, robusta de madera verde. Llegamos muy tarde y está cerrada. Un pequeño cartel ofrece unos "Teléfonos de Guardia" . Llamamos a uno y nos atienden rápidamente. Nos indican que ya no nos esperaban, pero que en cinco minutos nos atienden. Y así es. Una joven vestida de calle aparece por la puerta, nos indica dónde aparcar el coche y se hace cargo de nuestra maleta. Cuando aparcamos, volvemos al edificio principal. Tras la puerta de madera encontramos una puerta automática de cristal, con el logo del hotel grabado en ella.
Suelo de piedra gallega recubierto con muchas alfombras. Muebles por todos sitios. Vitrinas. Lamparitas. Sofás. Butacas. Plantas, Lámparas colgantes. Todo como muy apretujado y agobiante. Todo antiguo y sin un estilo definido. Un paso más adelante está la recepción. En medio de este desbarajuste de cosas quizá se siente un poco de frío. Es tarde y quizá la calefacción ya está apagada. El mostrador de recepción es un armario alto antiguo, rematado con un cristal bajo el que hay billetes de distintos países. Todo lleno de cosas: una lamparita, un calendario, relojes y Santos por las paredes, papeles, folletos. La joven nos pide el DNI que fotocopia mientras nos pregunta a qué hora queremos desayunar y nos explica que el wifi es abierto y gratuito y funciona perfectamente de forma rápida y sin cortes. De un armario portallaves toma una llave electrónica con un elegante llavero de cordones color burdeos.
Nos damos la vuelta y a tres pasos está el ascensor. Antes de él, la escalera que está abarrotada de cuadros, esculturas, plantas... El ascensor es moderno. Amplio. Puertas automáticas, paredes color marrón, un pequeño espejo y varios cuadros con pensamientos "filosóficos" . Las puertas se abren a un pasillo, que sigue siendo de piedra y que está cubierto por más alfombras. A dos pasos está nuestra habitación, justo en las escaleras. La puerta es doble, blanca, moderna y de madera. Metemos la llave electrónica en la cerradura y se abre la puerta automáticamente. Media puerta quizá es demasiado estrecha, pero entramos.
La cama es enorme. En realidad son dos camas de 110 vestidas como si sólo fuera una. Los colchones son cómodos. Las sábanas blancas, frescas y limpias. Sobre ellas una manta marrón y una colcha en tono gris verdoso brillante algo sucia. Tres almohadas de distinto tamaño y dureza ayudan a elegir el mejor descanso. La cama está empotrada contra un poderoso cabecero de madera oscura algo trabajada. A cada lado pequeñas mesillas con cajón (en uno de ellos, unos papeles de un huésped anterior) y sobre ellas pequeñas lámparas de noche con pie metálico imitando un tallo y pantalla gris metálica. La luz del techo es fría, y aunque la de las lamparitas podría dar más calor a la estancia resulta bastante insuficiente. Sobre una de ellas, un gran y moderno teléfono. No hay enchufes para el móvil sobre las mesillas, por lo que tenemos que desenchufar la lámpara para cargarlo. La insonorización interior no es excelente y, aunque el hotel es sumamente tranquilo, se escuchan pasos y voces de huéspedes cercanos.
A los pies de la cama cuelga de la pared una enorme televisión de plasma. Al fondo del dormitorio hay un antiguo escritorio-tocador de bella factura con incrustaciones de marquetería rematado con un espejo. Bajo él, además de una papelera, varios enchufes y una butaca baja de terciopelo rojo y madera. Todo muy incómodo para trabajar, ya que resulta demasiado bajo. Sobre él, unos cuantos libros de temas gallegos, un bade antiguo, una macetita con flores rojas y una pequeña lámpara de pie con pantalla decorada con dibujos en tonos azul pastel
Por la mañana en una diminuta cafetería ubicada junto a la puerta de entrada se sirve un cortito desayuno buffet. Mesas de granito, butacas de terciopelo verde, y cosas, muchas cosas: relojes, muñecas, brujas, cuadros, carteles antiguos, periódicos viejos enmarcados... en un gran armario vajillero antiguo se ofrece el buffet. No hay nada sobre las mesas, por lo que hemos de tomar también los cubiertos, vajilla y servilletas de papel. Nada caliente. Yogures variados, fruta (sólo el kiwi está preparado), zumo de naranja recién hecho y natural, una increíble selección de quesos y membrillos (de todo tipo), algo de embutido y jamón de buena calidad, cereales, galletas, variedad de panes y algunos croissants, mantequillas, mermeladas, miel, frutos secos (avellanas, nueces) sin pelar... Una joven prepara amablemente el café que le pidamos desde la máquina profesional.
En la despedida en recepción el trato es un poco frío. Quizá como la mañana. Nos emiten la factura y nos indican cómo salir de la zona de circulación restringida lo antes posible. Calidad/precio: Servicio: 8
Ambiente: 8
Habitación: 8
Baño: 8
Estado de conservación: 8
Desayuno: 6.5
Valoración General: 8