HOTEL TIVOLI ORIENTE (****)
Av. D. João II - Parcela 1.14 Lote 3
Parque das Nações
1990-083 Lisboa
Telf: +351.21.891.51.00
Fax: +351.21.891.53.45
reservas.hto@tivolihotels.com
www.tivolihotels.com
Habitación: 517
Fecha de Entrada: 13/01/2010
Tarifa: 100€ (Sólo alojamiento)
Junto a la estación de Oriente de la capital lusa, y a las puertas de los grandes centros comerciales y de ocio que dejó la Expo del 98 descubrimos una elevada torre mezcla de acero y cristal que acoge un hotel cuyo interior contrasta al no ser tan sumamente moderno como su imagen exterior. Un generoso porche permite a los taxis y vehículos dejar a los clientes junto a la puerta principal protegidos de la lluvia. Allí mismo pasan los trenes y autobuses que llegan a la estación, aunque en el interior del hotel, ese runruneo no se percibe.
Tras la puerta accedemos a un vestíbulo más que agradable. Madera clara en el suelo y algunos muebles y metacrilatos negros en la recepción. Luces indirectas, sofás de diseño en tonos morados, poderosas alfombras, lcds, un internet corner y música envolvente. En recepción el trato es tan simple, sencillo y rápido como dar nuestro nombre y nos entregan la llave de la habitación que ya está preparada. Sin más. Ni documentación, ni tarjeta de crédito, ni formularios a rellenar.
Salimos de la recepción hacia la zona de los ascensores, separados del hall por unas puertas cortafuegos. Y nuestra sensación cambia. La calidez del recibidor desaparece, aunque la volvemos a recuperarla en los nuevos, amplios y brillantes ascensores en los que se han colgado enormes carteles con todos los servicios del hotel.
A la salida del ascensor la sensación se torna extraña: suelo de granito pulido en blanco y negro, puertas blancas antiguas con marcos de color verde, moqueta desgastada de ese mismo color. La calidez y modernidad de la recepción se ha perdido. Tras la puerta esa sensación de antigüedad del pasillo se atenúa y sólo se reduce a las puertas. Tras la principal, la moqueta se torna color rosa y se presenta bastante limpia y cuidada. Una primera zona de recibidor, con techo bajo, la puerta del baño a la izquierda y un espejo a la derecha. Tras otra puerta el dormitorio. Muy amplio, con sobrado espacio entre los muebles, luminoso, rematado con un gran ventanal situado en una zona de techo bajo (no más de 2m de altura) con fantásticas vistas al Parque de las Naciones y a la desembocadura del Tajo.
El mobiliario de color madera clara se compone desde la entrada de un maletero, un enorme escritorio con minibar sobre el que se dispone un plasma de 32 pulgadas y una bandeja de cortesía con café y té. Hay enchufes sobre el escritorio a disposición del cliente y un cable para conectarse a internet. Entre el escritorio, situado a los pies de la cama, y la ventana se ofrece un cómodo butacón de lectura con una mesa de centro, una lámpara baja y varias revistas y folletos de la ciudad.
La cama, protegida por un cabecero de madera a juego con el resto del mobiliario de la habitación se encuadra entre dos mesillas exentas que disponen de sendas lámparas de noche de porcelana verde y pantalla de color marfil. Su luz es algo escasa para la lectura pero de agradable sensación. No hay enchufes en las mesillas. El colchón es formidable así como el nórdico y las sábanas. La almohada sin embargo resulta demasiado gruesa. Quizá en el país vecino prefieran descansar con la cabeza más alta. Hay también varios cojines y cuadrantes con los que podemos descansar más que correctamente.
Junto a la cama hay situado un armario enorme de puertas correderas. Su interior resulta algo viejo, pero con todos los elementos necesarios para el viajero. Bajo el escritorio hay una curiosa papelera con distintos compartimentos para favorecer el reciclado.
El aire acondicionado funciona haciendo algo de ruido, pero su eficacia no tiene parangón. El display de utilización es sencillo. Un pesado foscurit y unas poderosas cortinas en tonos claros con flores estampadas impiden el paso de la luz por la ventana. La insonorización hacia afuera de la habitación es brutal, ya que la ventana -de apertura eléctrica- se cierra casi herméticamente. Hacia el interior, la doble puerta aisla profundamente del pasillo aunque la pared permite el paso de los ruidos de la habitación contigua. Sobre la mesilla por la noche encontramos además de la libreta y el lapicero para tomar notas, un tarjetón para poder encargar a la hora del check out unos típicos pasteis de Belem.
En el baño todo funciona a la perfección pero tanto el negro de su granito (en paredes y suelo) como la cortina de tela que cierra la bañera, como el diseño de los sanitarios y grifería dan una extraña sensación de viejo. Un espacio no demasiado grande y con una luz excesivamente fría acoge un inodoro, bidet, un lavabo empotrado en una encimera de mármol y una bañera.
Frente al lavabo hay un enorme espejo del que cuelga otro espejo de aumento con luz para facilitar el maquillaje o el afeitado. Dos vasos de Ikea. Un set de amenities más que completo (jabón, gel, champú, set de afeitado y dental...) que comparte diseño antiguo y moderno, siendo la calidad de este último notablemente superior. El caudal y presión en el grifo del lavabo es justito, pero en la ducha es colosal. Igual que su temperatura. El juego de lencería resulta grande en tamaño y número y muy agradable al tacto.
Por la mañana en recepción el trato es desesperadamente frío. Siempre he pensado que expresar emociones en otro idioma es difícil, pero no pensaba que tanto. "¿Minibar?" "Nothing, but I´ll need a taxi to go to the airport". "Ok"... Nada más. Ni adiós. Pues adiós. Y eso que tras el mostrador hay dos recepcionistas y junto a la puerta un guardia de seguridad.
Calidad/precio: 8.5
Servicio: 7
Habitación: 9
Baño: 7
Estado conservación: 7
Valoración General: 7.5