Ello no impidió que volaran las navajas en ambos partidos y que se produjeran cortes políticos profundos que siguen sin cicatrizar y que amenazan con infectarse y gangrenarse. En el PSOE, la candidata no perdió un minuto para pedir a la dirección federal de su partido que readmitiera a los consejeros del cabildo de La Palma, expulsados a las tinieblas exteriores del socialismo por haberse atrevido a romper el acuerdo de gobierno con CC y pactar con el PP. Nada que no haya ocurrido una y cien veces en tantos y tantos sitios.
En Coalición Canaria, las tensiones que generó la elección de Fernando Clavijo como candidato a la presidencia autonómica parecían haber amainado hasta que un juez imputó al candidato por delitos como prevaricación, malversación o tráfico de influencias durante su gestión como alcalde de La Laguna. La posibilidad de que tengan que cambiar de caballo electoral en plena carrera hacia las urnas si el juez mantiene la imputación ha puesto muy de los nervios a sus más entusiastas seguidores en CC. Al mismo tiempo es probable que haya provocado también un recóndito hormigueo de satisfacción entre quienes apoyaron para esa candidatura al actual presidente autonómico, Paulino Rivero, y perdieron. Y viene siendo aproximadamente en este punto en donde se entrecruzan estas dos tragedias griegas.
Los partidarios de Clavijo, muy fuertes en La Palma, aprovechan como excusa las maniobras de la candidata socialista en favor de sus ex compañeros en el Cabildo de esa isla para exigir sangre: si son readmitidos como militantes, el PSOE dejará de ser un partido fiable para futuros pactos, por lo que convendría soltar lastre cuanto antes y reorientar la brújula para remar con viento y gaviotas en las velas hacia viejos y conocidos horizontes políticos en los pactos que habrán de cerrarse tras las próximas elecciones.
Dicho de otro modo, el supuesto enfado por la posible readmisión en el PSOE de los díscolos consejeros del cabildo de La Palma no pasa de ser un mero postureo para meter el dedo en el ojo a los partidarios de Rivero y debilitar sus posibles opciones de sustituir a Clavijo en caso de que este decida renunciar a su candidatura si continúa imputado. En resumen, detrás de la farsa del honor mancillado si el PSOE readmite a sus consejeros de La Palma, lo único que hay en realidad es una batalla por el control interno y la elaboración de las listas electorales en los dos partidos políticos que cogobiernan en Canarias. Que eso desestabilice la acción del Ejecutivo no parece ser la mayor de las preocupaciones de quienes se entregan con tanto entusiasmo a estos juegos de salón, por lo demás muy habituales cada vez que la campana toca a urnas. Espero que lo hayan entendido y, si no, no se preocupen: yo tampoco termino de entenderlo